Se escucha constantemente que la solidaridad es la ternura de los pueblos. Sin embargo, creo que es necesario puntualizar esta frase. No podemos aspirar a que la solidaridad sea garante de los avances conseguidos y por conseguir. La solidaridad depende de la empatía que se pueda desarrollar ante lo que se consideren causas justas. Y es ahí donde debemos poner el foco.

La empatía es creadora de lazos, de conciencia y de acción colectiva. No hay nada como ser capaz de ponerse en el lado de otra persona para hacer de su lucha la tuya y combatir como la que más.

Ningún avance social sería posible sin empatía. Trabajadoras individuales (o sectores pequeños de la clase trabajadora) no tienen fuerza ni capacidad suficiente para combatir al gran monstruo económico del neoliberalismo. Es necesario que otros sectores desarrollen empatía por la causa para conseguir cambios estructurales, avances reales.

No pensemos que es tarea fácil generar empatía, y mucho menos que esa empatía derive en acciones de apoyo a la causa. En la lucha de las trabajadoras del metal se escuchan constantemente comentarios del tipo: “¿Para qué voy a participar yo en esta lucha, si mi ocupación no tiene ningún tipo de relación con el sector del metal?” o “¿Qué tendrán que ver las estudiantes con las trabajadoras del metal?”.

La realidad es que hoy se están cuestionando los derechos laborales de las trabajadoras del metal, pero mañana pueden cuestionarse los derechos de cualquier otro sector. Los avances laborales son beneficiosos para todos y todas y se consiguen a base de lucha obrera, en las calles. Ningún avance se nos regala ni es permanente. Nuestra misión es luchar por defender lo conseguido y por seguir avanzando, aunque sea un proceso lento y complicado.

Vienen tiempos difíciles y toca organizarse. Mucho ánimo a las compañeras del metal. ¡Que la lucha no cese!

Curro Polo Castellano