Hecho: En España hay cuatro millones de parados. Tenemos uno de los peores datos de la UE en empleo juvenil o femenino. La gente que pierde su empleo con 50 años ya difícilmente vuelve a entrar en el mercado laboral. Al tener tanto desempleo la seguridad social no recauda suficiente vía cotizaciones para pagar las pensiones. Al auxiliar a todas estas personas con subsidios y mínimo vital, las arcas públicas quedan maltrechas.

Hecho: Existen fondos de formación. En 2020 se destinaron en el presupuesto 1.600 millones de millones de euros. Esos fondos tienen como fin formar a los parados en nuevas profesiones, cursos y cualificaciones que le hagan más fácil reinsertarse y volver al mercado laboral.

Hecho: Actualmente existen numerosos sectores que demandan trabajadores. Se necesitan montadores, conductores de camión, oficiales de construcción, electricistas, carpinteros, trabajadores del campo. También profesionales que hablen bien inglés e ingenieros de varias ramas. Por dar algún dato; conductores de camión se necesitan diez mil. No hace mucho pidieron 50 mil jornaleros para la fresa en Huelva.

Ponemos estos tres ingredientes en la coctelera y la movemos de forma rítmica al son caribeño de “dos gardenias para ti”.

Una vez bien agitado se vierte el contenido y sale lo siguiente:

El niño quiere ser criminólogo, es lo que le gusta. Le encanta CSI Miami y CSI Las Vegas. La niña “influencer”, ella está todo el día en Instagram y “tik tok” y tiene un montón de likes.

Con los fondos para la formación se crea la fundación FAFFE para colocar a los del partido. La parienta tiene su ordenador y por las mañanas abre su “wordperfe”. No se justifica el dinero. El expolio sigue y alguna que otra partida se dedica a prostíbulos y a esa rayita de coca graciosa, pone muy a tono para seguir la juerga y el dinero público no es de nadie.

A la fresa que vaya su tía. Me dicen que, con el ingreso mínimo, el cheque vivienda y de vez en cuando una mano al cuñado en el chiringuito se sacan más pasta. Y que este año lo van a petar con la chirigota.

¡Cáspita no me gusta mucho este cóctel! No me gustaría que me llamaran facha y fascista, pero es que lo he probado y me sabe a rayos.

Vuelvo a mezclar los ingredientes, pero ahora añado un pellizquito de sentido común.

El niño sigue queriendo ser criminólogo, pero le he explicado que de eso no hay trabajo ni de coña y que no le va a gustar estar sin un euro, no va a tener nunca un coche y mucho menos un piso para irse a vivir con esa novia tan mona con la que va últimamente. Tras una larga conversación, y ayudado por sus tutores, se va a matricular en un grado doble para soldador y también como instalador, Se le dan bien los trabajos manuales.

La niña dice que es que ser influencer es lo más pero ya habla bastante inglés y se le dan bien las nuevas tecnologías, así que la he convencido y va a estudiar ingeniería informática.

Con los fondos de formación se les ha ofrecido a diez mil jóvenes sacarse el carné de camión a precio súper módico y se ha explicado que un montador o un electricista lo gana muy bien y son profesiones que tienen su encanto.

A los parados que rechacen un empleo en su zona se les va a retirar la prestación. Es lo que hay porque si no peligran las pensiones.

Uy, este cóctel me gusta más.

Se lo he dado a probar a Sánchez, pero dice que no es socialdemócrata.
Pues eso es lo que hay.