Diario del año del coronavirus
El tonto del pueblo es el pueblo
por Balsa Cirrito
Platón, que no era precisamente un mindundi que soltaba chorradas en twitter, decía que las democracias, inevitablemente, terminaban convirtiéndose en regímenes demagógicos. Es verdad que Platón era tirando a fachilla, que le gustaban los espartanos y que no confiaba mucho en la capacidad del pueblo, verdad que sí. Pero, en lo de la demagogia, el tío lo petó. De hecho, nosotros ya estamos viviendo en ese periodo, el periodo demagógico. ¿La democracia? La democracia no existe (o igual es que la democracia era esto).
Durante muchos años, seguramente siglos, se decía: “hay que darle la voz al pueblo”. Bien, pues estamos en la época en la que se le ha dado voz al pueblo. Y no hablo solo de redes sociales o de foros de los periódicos, sino que usted o yo, si nos apetece, podemos fundar una publicación en internet y decir lo que nos venga en gana, que siempre es algo que da mucho gusto. Pues bien, después de darle la voz al pueblo hemos descubierto, básicamente, que el pueblo es sobre todo gilipollas, dicho sea con intención de generalizar.
La mayoría de las personas posee un escaso nivel cultural e inteligencia de boniato. Pero a la mayoría de las personas, le importa un pito su ignorancia y su inteligencia, y todo hijo de vecino se ve con poderío para pontificar, discutir, mentir y dar clases de lo que sea.
Observen el caso del Coronavirus. Redes y foros andan llenas de comentarios de antivacunas (o provacunas) que no tienen ni puñetera idea del asunto. Y discuten con el cuajo de un especialista, cabreándose con quien no les siga. A Miguel Bosé, pongamos de modelo, antivacunista militante, le preguntaron si se atrevería a debatir públicamente con un científico. Bosé se negó porque decía “no estar capacitado”. ¡Tócate las amígdalas! El tío reconoce que no tiene ni puñetera idea, pero, al mismo tiempo, se permite dar consejos como si fuera el hijo de Severo Ochoa. Multipliquen eso por el infinito y tendrán el mapa del mundo. Es el signo de nuestro tiempo: el pueblo habla y dice tonterías. Y, sobre todo, miente, ¡cómo miente el pueblo!
En política esto se traduce en eso que llamamos populismo, que es como si se celebrara un congreso de repetidores de primero de la ESO y dijéramos que sus conclusiones son el mejor programa de gobierno posible. Y es el futuro. Es lo que nos espera. Es en lo que estamos. A menudo veo propuestas o actitudes en los partidos que parecen dictadas por guionistas de Tele 5. Y no es por culpa de los políticos, es por culpa de los votantes.
No me gusta presumir de ello, pero tengo poderes. No es coña, los tengo. Muchas veces veo el futuro, y, lo digo desde ya, es todavía más estúpido que el presente. Y he aquí mi vaticinio: dentro de treinta años no podrá emitirse un programa como Sálvame en televisión. Lo considerarán demasiado intelectual.
Diario del apóstata | Jueves, 04 de Noviembre de 2021 a las 14:14:03 horas
Magnífico artículo. Lo del “congreso de repetidores” es absolutamente de traca.
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