'Gambito de dama'. Premio televisivo y demanda judicial
Premio y demanda. A cinco meses vista desde que traje a esta tribuna la cuarta y última entrega hasta ese momento, ‘Errores (no ajedrecistas) de la serie ‘Gambito…’, de la exitosa serie televisiva sobre el ajedrez, ‘The Queen’s Gambit’, la retomo ahora para -con cierto retraso, algo de oportunismo y la presentación de mis disculpas- recordarle un par de sucedidos recientes sobre ella. Uno bueno y otro no tanto. Hace aproximadamente un mes y estando a punto de arrancar el otoño o ¿veroño?, la conocida serie recibía un premio Emmy, ya sabe, el galardón a la excelencia televisiva estadounidense. Una buena noticia sin duda para ‘Netflix’, su productora. Un acto que tuvo lugar tan solo unos días después de que la empresa fuera demandada judicialmente por la excampeona del mundo de ajedrez, la georgiana Nona Gaprindashvili (1941). Una noticia ésta ya no tan buena para ella, aunque ya sabe que la alegría va por barrios. Sin entrar en el merecimiento o no del premio televisivo, no es este el lugar ni quien escribe la persona adecuada, en lo que respecta a la demanda judicial sí es motivo de atención, cuestiones como: ¿a qué se debe?, ¿qué prueba, supuestamente, la avala? ¿qué subyace, no obstante, en ella?
Ajedrez y feminismo. La razón de la misma (ya le adelanto que es por difamación) se circunscribe a una sola línea del guion, “Nona Gaprindashvili […] es la campeona mundial femenina y nunca se ha enfrentado a hombres”, y en dicha demanda pide al juez que tal renglón sea borrado del texto, además de una compensación económica cifrada en una manita de millones de dólares. Bien, por pedir que no quede, pero tal como lo veo y hasta donde sé, el asunto viene a ser como un poliedro de cortantes aristas, perdone la deriva geométrica, y me explico. Si bien es cierto que la Gaprindashvili fue pentacampeona del mundo entre 1962 y 1978, o sea que ciertos son los toros de la demanda entonces, si bien es cierto digo, también añado que no lo es menos que lo hizo jugando en torneos y partidas femeninas, quiero decir que solo participaban mujeres. ‘Ergo’ era campeona mundial, pero de mujeres ajedrecistas. O sea que no eran tan ciertos los toros me contestará usted. Bueno sí, pero verá, tampoco. Resulta que está más que documentado que Nona, durante años, también se enfrentó a numerosos hombres (59) en otros tipos de competiciones, y que ganó a bastantes de ellos.
Ajedrez y justicia. Luego es rotundamente falso, tal como se expresa en la serie que Beth Harmon, la ficticia protagonista, fuera la única ajedrecista de la historia que hubiera ganado a hombres, hasta ese momento (1968). Falso de toda falsedad, ¿entonces? Ignoro en este momento si judicialmente se ha resuelto o no, pero, a la consideración de un leguleyo como es quien escribe, sin duda el tema es peliagudo y cortante ¿Estamos ante un mero y negligente descuido sin un propósito determinado o, por el contrario, se trata de una intencionada y deliberada falacia llevada a cabo por exigencia del guion, a fin de aumentar su carga dramática? ¿Por qué intencionalidad se decanta usted? ¿Cuál considera que debe ser el fallo? ¿Multa económica y retirada de la frase, o bastaría con volverla a redactar para así convertir el error en acierto? Ya de la que va, y dado el anterior recurso taurómaco, ¿se decanta tal vez por división de opiniones, como ocurre en los tendidos de las plazas de toros? Al margen de otros aciertos y errores de la serie, escaques blancos y negros de este tablero artístico, me gustaría dar unas pinceladas acerca de la figura de la octogenaria ajedrecista.
Nona Gaprindashvili. De entrada, para iterar su nacionalidad georgiana y no rusa tal como se afirma en la serie, un matiz identitario a tener en consideración dada la importante simbología de este juego en dicho país. No en vano sus mujeres ajedrecistas de élite están consideradas grandes heroínas nacionales y Nona fue la primera campeona del mundo georgiana. Por otro lado, leí no hace mucho que en Georgia y desde el siglo XI, la dote nupcial incluía un juego de ajedrez, no le digo más. Por último, es evidente que tras lo apuntado subyace una errónea, errada y extendida mezcla nacionalista: la de confundir a los soviéticos con los rusos. Y dejo aquí el pincel por hoy, consciente de que son más las circunstancias y sucedidos de la serie que ilustran, bien el blanco, elogiable fidelidad por algunas facetas de este deporte mental, o bien el negro, criticable deslealtad con otras tantas, del ajedrez. Ya que los he citado en el mismo renglón, ¿es el ajedrez un deporte? ¿Qué opinión tiene al respecto? Como siempre quedo a la espera.
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FUENTE: Enroque de ciencia
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