Supongo que los lectores de estos artículo (tanto los que lo leen para desahogarse replicando cada semana con sus comentarios mis opiniones como lo que lo hacen pero no contestan) habrán oído hablar de Espartaco, el esclavo que se rebeló contra el Imperio Romano unos setenta años  antes de que Jesucristo naciera. Si han visto la película de Stanley Kubrick  se habrán posicionado de parte del  esclavo tracio.

Si han visto la película “Bailando con lobos”, habrán sentido simpatía por los sioux o dakotas, como también se les denomina.

Si han visto o leído... ¡Olviden todo lo que han visto o leído! Tanto Espartaco como todos los esclavos que se rebelaron contra el Imperio Romano no eran más que comunistas. ¿Cómo osaron levantarse contra el orden establecido por Roma?

Y, el teniente J. Dunbar (personaje interpretado por Kevin Costner), ¿cómo se atrevió ponerse de parte de los indios dakotas contra “la civilización” que suponía la llegada de los yanquis a las praderas más occidentales?
Los sioux, no se equivoquen, no eran más que comunistas. Al menos, esa es la idea que ha soltado la dirigente del PP, Isabel Díaz Ayuso, en su visita a Estados Unidos hace unos días. IDA (escrito acrónicamente me  suena a nombre de supermercado) dijo que el indigenismo es el nuevo comunismo.

Sin utilizar los mismo términos, pero en un sentido muy parecido, el escritor peruano Mario Vargas Llosa en la convención itinerante nacional del PP, durante su intervención, llegó a decir que “América Latina está en una situación muy difícil... que lo importante en unas elecciones no es que haya libertad en esas elecciones, sino votar bien”. O sea, que según el escritor, hay que votar a su opción política, la derecha, para que se considere que se ha votado bien. Votar a esos partidos dirigidos por líderes indígenas que lo único que quieren es intervenir para arrebatar los privilegios a los de su clase (la de Vargas Llosa) para organizar una sociedad más igualitaria es votar muy malamente, que se dice por estos lares.

Ya que se ha colado entre las líneas del párrafo anterior lo de la convención itinerante del PP, también me he fijado en la mala follá que tiene el presidente de los populares, Pablo Casado, a la hora de elegir invitados a sus coloquios y ponerlos de ejemplo ante los suyos. Casado pidió a todo su partido seguir el ejemplo de Sarkozy (ex presidente de Francia). Con lo de la mala follá me refería a que al día siguiente de su presencia junto a Casado, el francés fue condenado por la Justicia de su país por beneficiarse de un sistema doble de contabilidad para beneficio de su partido. Es la segunda condena que le cae. Un ejemplo para los del PP (según Casado).

También ha reaparecido José María Aznar en uno de estos encuentros. A propósito, ¡hay qué ver, ejem, lo que cambia este hombre sin bigote! A lo que iba, frente a las palabras del Papa Francisco pidiendo perdón a México por la conquista española, el ex presidente expresó, más o menos en estos términos, que él no tiene que pedir perdón por nada de eso. No es de extrañar su postura. Si no pidió perdón por su posicionamiento a favor de la Guerra de Irak en la que murieron muchos inocentes (como en todas las malditas guerras) y cuya postura llegó a provocar que los terroristas islámicos eligieran nuestro país como uno de los blancos de sus atentados (atentados de los trenes de Madrid el 11 de marzo del 2004); si no pidió perdón por eso, ¿cómo va a excusarse por acontecimientos que ocurrieron hace más de quinientos años?

Ellos, y ellas, son el orden. Todo lo demás es el caos. ¡A la mierda!, que diría Labordeta.