Diario del año del coronavirus
Y todo por culpa de Messi
por Balsa Cirrito
Seguramente las dos noticias del verano han sido han sido la entrada de los talibanes en Kabul y el fichaje de Messi por un equipo francés. Sospecho que para muchos aficionados de Barcelona la noticia más triste es la segunda.
Uno no puede dejar de experimentar cierta perplejidad ante estas cosas. Resulta que el bueno del argentino ganaba en torno a los 140 millones de euros al año antes de impuestos, esto es, más que el producto interior bruto de un montón de países. Seguramente se trataba del sueldo más alto del mundo. Sin embargo, muchos aficionados lloraron su partida, pese a que ha dejado al FC Barcelona en la ruina, tal vez por muchos años. Entiendo que esto es lo que llaman fanatismo, ya saben, lo que nubla el entendimiento, y que aplicado a todos los hechos de la vida produce un número casi infinito de imbéciles.
Aunque, al final, creo que la mayoría termina dándose cuenta de las estafas. He sido durante bastantes años un aficionado al fútbol del orden de los moderados, con una efusión digamos que limitada, pero que cada vez es menor: resulta difícil sentir pasión por unos multimillonarios a quienes no parece importar mucho eso mismo que los hinchas defienden. De hecho, el fútbol, antaño espectáculo número 1, sospecho que va a entrar pronto en un periodo de franca decadencia.
La cuestión es que tratan de exprimir de tal manera a los aficionados para contentar a los multimillonarios jugadores que los primeros comienzan a sentir cierto despego por el espectáculo. En mis clases del instituto observo algo realmente curioso. Los chicos cada vez son menos futboleros, y muchos de los que lo son – ahí está lo curioso – no suelen ver los partidos, ya que no todas las familias, ni mucho menos, pueden permitirse satisfacer las crecidas cantidades que cuesta un abono. De hecho, hay algo que últimamente me deja tirando a estupefacto. Uno siempre creía que los niños y los muchachos soñaban con ser futbolistas. Ahora, ya digo, sorprendentemente, los jóvenes no quieren ser futbolistas, quieren ser ¡periodistas deportivos! Esto es, como no ven los partidos quieren ser aquello que sí contemplan en televisión, o sea, tipos malhumorados que se pelean en directo por gilipolleces. El equivalente amoroso a este disparate sería que alguien prefiriera ser comentarista de Sálvame a vivir un bonito romance de verano. Toma ya.
En fin, soy un gran defensor del capitalismo, pero me temo que va a terminar muriendo de su propio éxito. Los futbolistas, al parecer, no son aún bastante multimillonarios y no tienen suficientes ferraris, porque los clubes constantemente buscan nuevas fuentes de dinero para agradar a estos dioses. Pero se olvidan que el negocio no siempre es buen negocio. Llevar a los altares a individuos normalmente de baja cultura y CI no muy pujante, endiosados, cuyo único culto es el de ellos mismos (piensen en Messi, Cristiano, Ramos...) hace que el resto de la humanidad, o sea, quien financia el quilombo, termine despegándose inevitablemente del fútbol. El dinero, no siempre puede estar por encima de los sentimientos.
Aunque hay algo que me resulta particularmente divertido. En su tiempo, se decía que Franco narcotizaba al pueblo español con el fútbol. Dios mío, ¿y ahora?.



































LA REALIDAD | Miércoles, 25 de Agosto de 2021 a las 12:28:33 horas
Se decía que la Religión era el "opio del pueblo", aunque ésta ha demostrado tener mas sensibilidad con la pobreza que muchos de esos que presumen de defenderlos y que al final solo defienden su bolsillo y su bienestar. Ahí está Cáritas en primera línea.
El fútbol se ha convertido en ese "opio" con cifras mareantes en los clubs profesionales, pero en los clubs modestos también cobran cifras muy por encima de las posibilidades de ese club. El fútbol se ha convertido en un "pozo sin fondo" a todos los niveles, incluso los modestos.
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