"Ciencia más allá del Coronavirus"
Siempre vemos la paja en el ojo ajeno
por Daniel de los Reyes Helices
No podemos dejar de fijarnos en el prominente y solitario grano de la frente de nuestro compañero de piso; tampoco podemos dejar de lanzar miradas furtivas al ojo levemente estrábico, lacio, de la persona que te encuentras de frente en el metro; nos obsesiona e irrita la extravagante rumia ejercida por nuestro jefe a la hora de comer; o incluso esa leve sonrisilla del flipado del gimnasio al terminar su última tanda de pesas, como si hubiera disfrutado con el sufrimiento, será payaso… Aunque en diferente gravedad, a todos nos pasa, somos incapaces de ignorar las mínimas imperfecciones (bajo nuestro propio criterio) presentes, tanto a nivel físico como psíquico, de compañeros/as y allegados/as. No obstante, valga la hipocresía, parecemos utilizar un rasero diferente cuando se trata de nuestra propia persona, calificando mayormente de aspectos banales e insignificantes aquellos detalles de nuestra personalidad que no acaban de ser completamente satisfactorios.
Esta especie de narcisismo alcanza magnitudes inesperadas en ciertos casos particulares.
En la clínica neurológica existe un síntoma denominado anosognosia, el cual consiste en la negación de la enfermedad por el propio paciente, por ejemplo es muy común en el caso de los esquizofrénicos y maníaco-depresivos, los cuales se niegan a ser tratados debido a su incapacidad de ver la realidad de su patología. Un caso extremo de anosognosia fue descrito por el doctor Anton en 1899 donde una mujer completamente ciega negaba su incapacidad física, y pese a que el bueno del doctor intentó que entrara en razón pidiéndole que describiera objetos, la paciente no daba más que respuestas evasivas y confabulaciones frente a lo que ella consideraba un ultraje hacia su ser.
Mientras que en el artículo de la semana pasada sobre miembros fantasmas hablábamos sobre partes del cuerpo que no teníamos, pero aún así sentíamos, hoy hablaremos sobre partes del cuerpo que, aún manteniéndolas intactas, no percibimos. Una variante peculiar de la anosognosia es el síntoma de asomatognosia, en el cual el paciente no es capaz de reconocer como propio una región corporal suya. Por ejemplo, el neurólogo Oliver Sacks comenta en uno de sus libros el caso de uno de sus pacientes que, tras despertar en la cama del hospital, entre chillidos, vehementemente afirmaba que alguien le había robado su pierna izquierda, y se la había intercambiado por otra que no reconocía. Ambos casos se explican debido a fallos en regiones parietales, principalmente afectando a centros atencionales o bien a la “circuitería” responsable del esquema corporal presente al nivel de dicho lóbulo.
Estos casos clínicos son en su mayor parte irrevocables debido a la complejidad y gravedad fisiopatológica de la enfermedad. No obstante, nuestro caso es algo más sencillo, el narcisismo comedido tiene cura, y una pequeña dosis de humildad y autocrítica tres veces a la semana en días alternos no le hace mal a nadie, quizás así veamos la viga enquistada en nuestro ojo, que hasta la paciente de Anton sería capaz de verla.
ROBERTO | Sábado, 24 de Julio de 2021 a las 20:56:16 horas
Excelente artículo que expone un gran problema social muy actual. Vivimos en una sociedad muy narcisista y muy individualista. No hay más que ver hasta donde llega la envidia, siempre ha sido el mal endémico de este país..
La tecnología ha sido buena para ciertos campos, pero la mayoría de la gente que vive en las redes sociales son víctimas del un narcisismo descontrolado que nada tiene que ver con la realidad. Todos buscando un me gusta o la aprobación de los demás... Las fotos retocadas, que hacen ejercicio, que leen, los estudios que tienen (la mayoría mienten), a los buenos restaurantes que van, lo buenos cocineros que son, etc, etc....
No me gustan las redes sociales y existen tantos amigos como los que uno cree tener en el mundo virtual... Viven, al menos una gran mayoría, en un mundo paralelo que conlleva al narcisismo al exponente más alto.
Cada cual es libre de hacer lo que quiera pero como bien comentas es más importante mirarse y conocerse a sí mismo. Mucho me temo que ya han caído en la trampa de las redes sociales que lo único que buscan es hacer caja con nuestra información.
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