Diario del año del coronavirus
Kafka: "ya estoy aquí"
Por Balsa Cirrito
Tenía pensado hablar de otro asunto, pero ayer me ocurrió algo que no quiero dejar pasar, aún sabiendo que es muy probable que a ustedes les haya ocurrido algo parecido en más de una ocasión. Va de cabreo, por supuesto.
Soy funcionario, y necesitaba un determinado documento de la Junta de Andalucía. Se trataba de un documento que ya había descargado en alguna otra ocasión, pero no me acordaba exactamente de dónde. Intenté consultar en internet, pero no me lograba encontrar la información correcta. En muchos casos me dirigían al teléfono de consulta de la Junta para estos asuntos.
Llamé, pues, a ese teléfono de la Junta.
Llamo y me sueltan que esa consulta no la pueden resolver ellos, pero me dan otro teléfono para que me atiendan.
“Mi pregunta es muy sencilla, digo yo, solo tienen que informarme sobre una dirección de internet, ¿no puede resolvérmelo?”
“Lo siento, no puedo solucionarle el problema”.
De resultas, marco el segundo teléfono que me han proporcionado: “Oh, lo siento, me dicen, pero esa es una aclaración que solo se la pueden hacer en Educación”. “Pero, respondo yo ya un poco encendido, acaban de darme este número y me aseguraban que ustedes me aclararían...” “Tome nota del teléfono”, me interrumpe la voz al otro lado. Mentalmente me acuerdo de fenicios, romanos, vándalos y árabes, de todos sus antepasados, vamos, pero apunto el teléfono.
Llamo por tercera vez y expongo mi problema. “Huy, eso no se lo puedo decir yo, eso tiene que llamar a la delegación de Educación en horario de oficina”, me contestan.
“Pero, suplico yo, a la delegación he llamado en mi vida cosa de un millón de veces, y ¿sabe usted cuantas veces me han cogido el teléfono? Pues se lo digo: ninguna” . “Lo siento”; “Oiga, solo quiero que me dé una dirección de internet, una cosa muy sencilla, seguro que usted la sabe”. “No puedo ayudarle, muchas gracias por su llamada”.
Después de que me colgaran y antes de que le metiera fuego al aparato, me vino una inspiración: ¡Portal del docente!, recordé, ¡tengo que entrar en el Portal del docente! Efectivamente, tecleé en Google las palabras y en menos de un minuto tuve el documento que necesitaba.
Lo terrible de todo esto es que hice tres llamadas (y me invitaron a una cuarta) sin avanzar un centímetro, en una consulta extremadamente sencilla y que solo mi torpeza me había obligado a realizar. Y me pregunto yo: ¿para qué puñetas están todos esos teléfonos de consulta?
Todo esto se suma a que hace un par de semanas necesitaba orientación en un asunto COVID. La Junta de Andalucía llena los medios de comunicación de páginas muy enrolladas donde nos indican números de teléfono para cualquier consulta relacionada con el Coronavirus. Mentira. Llamé varias veces y dentro del rollo de si esto pulse el uno, si lo otro pulse el dos, etc., solo me salían voces grabadas dándome consejos tan interesantes como: “lávese las manos frecuentemente”, “utilice la mascarilla”, “mantenga la distancia de seguridad”... Por supuesto, no llegué a hablar con nadie ni me resolvieron el problema.
¿Cuál es la moraleja? Muy sencilla. A los poderes públicos les importa un pito ayudarnos. Lo que les importa es que creamos que nos ayudan. El gasto de publicidad y de Comunity Managers para decirnos que nos apoyan y que están con nosotros de la Junta, muy probablemente sea superior al gasto que efectivamente se produce para auxiliarnos. Da igual cómo se hagan las cosas, lo que importa es cómo nos cuentan que se hacen la cosas. Hemos llegado a la absurda situación, para entendernos con un ejemplo, de que creemos más a alguien que nos dice “esta paella está muy buena” que a nuestro propio paladar, que prueba la paella y piensa que es una mierda de paella.
Welcome Mr. Kafka.



































Rosa | Miércoles, 21 de Julio de 2021 a las 13:55:08 horas
Estoy muy sorprendida con lo que leo. Resulta que los socialistas tienen la culpa de lo que hace un gobierno que lleva dos años y medio gobernando. Por favor...
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