Ovnis, una vez más
Día Mundial del Ovni. Estas últimas semanas, un par de noticias me han transportado a mi primera juventud, allá por los finales de los años sesenta y comienzo de los setenta, cuando aún me movía entre una inocente y movible credulidad en su existencia de naturaleza extraterrestre y un incipiente y fundamentado escepticismo que, con la edad y el conocimiento científico, ha devenido en maduro y cuasi inamovible. Es lo que tiene la ciencia y el valor de las pruebas. Pero vamos a lo que nos trae. El primero de estos sucedidos tuvo lugar la semana pasada, en concreto el viernes 2 de julio fecha en la que se celebró de manera oficial el Día Mundial del Ovni o World UFO Day, por ser éste el del conocido y suspecto ‘Incidente de Rowell’ según el cual, un objeto volador desconocido procedente del espacio, impactó en un rancho en Nuevo México, el 2 de julio de 1947. Destacar que se trata de una celebración relativamente nueva, ya que data tan solo de principios de siglo, 2001, veinte años por tanto recién cumplidos. Desde entonces, fanáticos de la ciencia ficción, afirmadores extremos de que no estamos solos en el cosmos, crédulos de los objetos voladores no identificados (ovnis), ignaros que consideran a la ufología como una ciencia y otros adeptos conspirativistas que en el mundo son, se reúnen en este señalado día para compartir pseudoteorías, supuestos hallazgos extraterrestres y, sobre todo, tengo para mí, divertirse con la idea de vida más allá de nuestro planeta y que viene a visitarnos de vez en cuando.
Acerca del término. En su origen esta voz era un acrónimo, una sigla que puede pronunciarse como una palabra, procedente de la abreviatura de la expresión ‘objeto volador no identificado’ y se escribía con mayúsculas, OVNI. En la actualidad, incorporada al léxico común del idioma, es un sustantivo común por lo que se escribe con todas las letras en minúsculas, haciendo su plural, si bien como acrónimo no lo tenía, los OVNI, de acuerdo con las normas generales del español, ovnis. Así que ovni, mejor que OVNI. Del incidente aéreo desencadenante de este fenómeno social, fuera lo que fuera, poco que decir que no sepa si bien es probable que ignore que el concepto en sí es algo posterior pues no se creó hasta 1953, en el seno de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, bajo la denominación del acrónimo UFO (Unidentified Flying Object). Y con él se hacía alusión a los objetos voladores no identificados que, ni decir tiene, existen. Cualquiera que mire al cielo durante un rato puede descubrir más uno del que ignora su naturaleza, pero de ahí a asociarlo al concepto de nave extraterrestre tripulada por alienígenas inteligentes dista un trecho que hay que recorrer con pruebas. Ya de la que va, y en puridad ortográfica, apuntar que el término alien, para aludir a un ser supuestamente venido del espacio exterior, es válido en español. Tanto si lo interpretamos como un préstamo del inglés ‘alien’, como si se considera un acortamiento de alienígena, que desde 1992 tiene también la acepción de ‘extraterrestre’ en el Diccionario de la Lengua Española. Como tal no se resalta con cursivas ni entrecomillada, y tiene su género (un/una alien) y su plural regular, álienes, con tilde por ser palabra esdrújula.
Informe estadounidense, UAP. La segunda de las noticias es de finales del mes pasado, en concreto del 25 de junio, cuando la Dirección Nacional de Inteligencia de EE UU hizo público un estudio preliminar sobre los fanis o fenómenos aéreos no identificados (UAP por sus siglas en inglés), que es como ahora prefieren llamar a la cosa ésta, antes conocida como los ovnis. Dicho informe consta de 144 expedientes fanis, sucedidos entre noviembre de 2004 y marzo de 2021, de los que solo tiene explicación para uno de ellos, que resultó ser un globo aerostático. Del resto afirma carecer de datos suficientes, testimonios fiables y, por ende, de conclusiones que ofrecer. Eso sí, en ningún momento, menciona a los extraterrestres, aunque tampoco los descarta de forma expresa. Vamos, que ni un mal gesto ni una buena palabra. En definitiva, más alimento para las teorías de la conspiración, en la actualidad toda una industria de lo más productiva. En opinión de muchos exégetas el documento del Pentágono ha nacido muerto por falta de pruebas científicas, de modo que este centenar de avistamientos inusuales quedan por ahora inexplicados, pero no por ello son inexplicables, y ante los que cabe algo de paciencia y ciencia o el antañón y recurrente pensamiento mágico. Pero si bien la ciencia no ha encontrado pruebas de que sean productos de una tecnología extraterrestre, nosotros sí podemos aplicar algo de lógica al asunto y hacerlo desde la comodidad de nuestro hogar.
Sin entrar en evidentes, pero algo engorrosos impedimentos espacio-temporales por razones astronómicas, cabe preguntarnos: Si se ha producido algún contacto con extraterrestres, ¿cómo es posible que en todo este tiempo ninguna ‘garganta profunda’, nadie realmente creíble, haya confesado el secreto, aunque lo hiciera ya en el lecho de muerte, tipo Copérnico? Es más, ahora que la observación espacial está tan masificada y el desarrollo tecnológico es tan alto, ¿cómo es que no disponemos de centenares de miles por no decir millones de fotos y vídeos de alta definición de dichas llegadas de álienes, en vez de las imágenes borrosas y monocromáticas que nos ofrecen? Unas imágenes de las que no se puede extraer prácticamente ninguna información lo que no es óbice para que ellos las aporten como prueba de la existencia extraterrestre. Lo que viene a ser un trasunto de toda una paradoja: no saber qué es algo, puede significar que sí sabemos qué es. Le dejo con el póster que colgaba en el despacho del agente Mulder (Expediente X), con su ovni de cabecera y su lema tipo mantra, ‘I want to believe’. Sí, yo también, quiero creer.
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FUENTE: Enroque de ciencia
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