Uno de mayo
La conmemoración del 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo, viene a recordar (entre otras cosas) que los derechos de que gozan los trabajadores en la actualidad no han sido regalados. No hubo nunca ninguna Convención de grandes empresarios donde se planteara una mejora de las condiciones laborales de sus asalariados. Todo lo contrario. Todo lo que “oliera” a reivindicaciones y exigencias de las mejoras laborales de sus empleados contaba siempre con el absoluto rechazo del “patrón”. Plantearse una merma en sus beneficios económicos era un ultraje para ellos.
Ante la situación de penuria y miseria a la que la clase trabajadora estaba condenada, los trabajadores se organizaron para exigir mejoras salariales, una jornada laboral más reducida y liberar a los niños de las tareas propias de los adultos. Estamos hablando de la época de la Revolución Industrial, en el último tercio del siglo XIX. La principal reivindicación era la jornada de ocho horas. Mujeres, niños y hombres soportaban jornada de trece o catorce horas todos los días de la semana. Los primeros, a la mitad del jornal que los hombres.
El 1 de mayo de 1886, más de doscientos mil trabajadores iniciaron una huelga en Chicago.
La prensa reaccionaria de Estados Unidos se posicionó junto a las ideas de los empresarios que calificaban la huelga como “algo indignante, llevada a cabo por gente poco patriotas”. Durante las protestas, la policía cargó contra los manifestantes produciéndose seis muertos y decenas de heridos.
Las manifestaciones y los enfrentamientos continuaron los días siguientes. Especialmente violento fue el que tuvo lugar en la plaza de Haymarket, en Chicago. Un artefacto explosivo estalló entre la policía. Murió un agente y más de treinta sufrieron heridas de distinta consideración. La policía abrió fuego. La manifestación se convirtió en el escenario de una batalla que acabó con la muerte de cerca de cuarenta trabajadores y más de doscientos heridos.
A finales de mayo, varios sectores de la patronal norteamericana accedieron a conceder la jornada de ocho horas. Pero el reconocimiento oficial de esta se consiguió décadas después.
En nuestro país, no hay que trasladarse tan atrás en el tiempo para recordar las luchas obreras. El documental “Lo posible y lo necesario”, acredita la vida y la lucha del sindicalista Marcelino Camacho durante el franquismo y ofrece una visión objetiva del movimiento obrero durante la dictadura fascista.
No, no han salido gratis la jornada de ocho horas, las vacaciones pagadas, el derecho al desempleo, el derecho a un salario digno....
El 1 de mayo debería ser un día en que celebrásemos los logros conseguidos, pero desgraciadamente, la conmemoración sigue teniendo hoy un carácter reivindicativo, sigue teniendo el mismo sentido y vigencia histórica que el de hace 135 años. Se han dado pasos atrás en algunos casos y en ciertos sectores. Así, en nuestra provincia, la amenaza de cierre de la factoría de Airbus supone una nueva provocación para el sector industrial y un motivo (uno más de tantos) para exigir el mantenimiento del empleo, en una tierra, la nuestra, donde el desempleo alcanza cifras escandalosas, siendo el más alto del país. La palabra mágica para recortar los derechos logrados (no regalados) es CRISIS. La excusa perfecta para reducir nuestros derechos son las crisis. No importa que la crisis haya sido provocada por el propio engranaje del sistema, como la crisis económica-financiera del 2008.
Cómo expresó Marcelino Camacho, “los trabajadores seguimos siendo el pariente pobre de la democracia”.
Verderón | Lunes, 03 de Mayo de 2021 a las 15:32:28 horas
Cuando leo o escucho algo sobre la explotación juvenil me rio de janeiro.
Yo a mis doce años a pesar de que era el empollón de la escuela y me gustaba los estudios la tuve que dejar y mi vida se convirtió en: ¡ niño el martillo ! ¡niño la cola! ¡ niño a lijar! ¡niño a barrer! ¡Niño esta mesa a la calle Calvario! ¡niño esta peinadora a Arrollo Hondo........
Pero contento por que me permitió aprender un oficio que me gustaba y me dio la oportunidad de ganarme la vida con mi trabajo y darles a mis hijos estudios universitarios sin disfrutar de ninguna beca.
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