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Redacción
Sábado, 24 de Abril de 2021

"Ciencia más allá del Coronavirus"

El Rolex biológico

por Daniel de los Reyes Helices

[Img #145157]Al principio te encuentras un poco desorientado (normal ya que te acabas de levantar), aún te mantienes arropado bajo la suave protección de tus sábanas y tus pestañas siquiera han osado separarse por temor a romper las legañas mañaneras. Aún inmerso en un estado intermedio entre la vigilia y el sueño profundo, empiezas a recobrar la noción de la realidad; datos básicos como tu nombre, tu profesión o el día de la semana en el que estás llegan poco a poco a tu consciencia, pero, espera un momento, hoy estamos a lunes… ¡y tienes que ir al trabajo! Una ráfaga de adrenalina inunda tus venas, tu corazón alcanza velocidades impropias de tales horas y un sudor frío empieza a recorrerte la nuca. Con el susto en el cuerpo te apresuras a conocer el alcance de tu despiste, no sin previamente maldecir al despertador que no hizo honor a su nombre, cuando te das cuenta de que tu estado de alarma ha sido en vano, ya que aún te quedan 2 deliciosos minutos para seguir disfrutando del cobijo de la cama. Pasado el peligro te ríes de que siempre te pase lo mismo, y te vuelves a asombrar ante la idea de que tu cuerpo sea capaz de discernir, apenas con un intervalo de varios minutos de error, la hora exacta a la cual tienes que despertarte para ir al trabajo. Esto, señoras y señores, no es más que una demostración del poder de tu propio reloj interno, tu reloj biológico.

 

En nuestro cerebro tenemos un núcleo denominado núcleo supraquiasmático (al encontrarse por encima del quiasma óptico) el cual es el responsable de que nuestro cuerpo siga un ritmo cíclico, al que también se le llama ritmo circadiano, al tener una duración aproximada de 24 horas. Estos ritmos son los responsables de las oscilaciones que sufre nuestro cuerpo a lo largo del día, es decir: que seamos más productivos por la mañana o que nos empiece a entrar la pachorra a eso de las once o doce de la noche. De hecho, casi cada célula de nuestro cuerpo se encuentra subordinada a las directrices del núcleo supraquiasmático. Por nombrar alguno, comentaremos el caso de las células de la piel. Estas células están acostumbradas a tener un ritmo de división bastante alto, y es durante esta división celular el momento en el cual se encuentran más vulnerables a la acción de las radiaciones solares, y por tanto a la aparición de cáncer de piel. No obstante, la acción de los ritmos circadianos permite que estas células frenen su división en las horas comprendidas entre las 13:00 y las 16:00, horario en el cual coincide con la acción más agresiva de las radiaciones solares, protegiéndose así de la posible aparición de tumores epidérmicos1. Otras células como los neutrófilos (células del sistema inmune) también siguen estos patrones cíclicos2, lo que parece tener repercusión en cuanto al pronóstico y recuperación de un supuesto caso de ictus, dependiendo de si este se produce por la noche o por el día, fenómeno que está siendo actualmente estudiado por el grupo de fisiopatología neurovascular del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).

 

Seguir una rutina constante a la hora de realizar las comidas diarias e ir a la cama es un aspecto muy importante para el correcto funcionamiento de nuestro reloj interno. Un desbarajuste demasiado acusado podría volver locas a sus manillas, teniendo consecuencias catastróficas, como por ejemplo el afamado jet lag (tener sueño durante las horas diurnas al cambiar bruscamente de zona horaria) o incluso la aparición de enfermedades mentales3.

 

No es mera coincidencia que nuestro ciclo biológico dure lo mismo que un día en la tierra, haciéndose evidente la influencia del astro rojo sobre nuestra naturaleza. En la antigüedad no había otra alternativa, te levantabas al salir el sol y te acostabas a su puesta. Sin embargo, con la invención primero del fuego, y posteriormente la electricidad y la televisión, nuestro ritmo de vida se ha visto alterado, nuestro reloj ya no se puede fiar de las horas de luz, las cuales van variando a placer de su portador. Pero tranquilos no sucumbáis en la desesperación, el uso de gafas de sol durante las horas nocturnas podría ser una opción eficaz para mejorar el funcionamiento de nuestro reloj interno. Por lo tanto queda clara la conclusión de hoy, sigue una rutina constante y utiliza gafas de sol por la noche y tu Rolex interno siempre dará la hora exacta.

 

NOTAS:

 

(1) Lyons, A. B., Moy, L., Moy, R., & Tung, R. (2019). Circadian Rhythm and the Skin: A Review of the Literature. The Journal of clinical and aesthetic dermatology12(9), 42–45.

(2) Manfredini R, Boari B, Smolensky MH, Salmi R, la Cecilia O, Maria Malagoni A, Haus E, Manfredini F. (2005) Circadian variation in stroke onset: identical temporal pattern in ischemic and hemorrhagic events. Chronobiol Int.;22(3):417-53.

(3)Walker, W.H., Walton, J.C., & DeVries, A.C. (2020). Circadian rhythm disruption and mental health. Transl Psychiatry 1028.

 

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