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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 17 de Abril de 2021

Hitos de Ciencia, 2020

[Img #144931]A modo de justificación. Por un error solo achacable a mi personal despiste, sale con más de un trimestre de retraso este artículo que empecé a preparar a finales de 2020. Año del que en sus inicios (sábado, 04 de Enero de 2020) traje algo a estos predios bajo el titular ‘Desmontando 2020’, y del que ahora, ya de la que va y desde el punto de vista calendario, le diré que es el vigésimo (20.º) del tercer (3.º) milenio, último de la segunda (2.ª) década del siglo XXI y primero (1.º) del decenio de los años 2020. Claro que también, en otro orden de categorías, es un año bisiesto, autobiográfico y, por desgracia, primero de la infecciosa pandemia conocida como COVID-19. Y lo acabé, vuelvo con el artículo inédito hasta ahora, a principios del 2021 que es vigésimo primer (21.º) año del tercer milenio, primero de la tercera (3.ª) década del siglo XXI, segundo (2.º) del decenio de los años 20 y, claro está, segundo también y muy probable no último de la enfermedad vírica originada por el coronavirus SARS-CoV-2. Tras el resumido apéndice ortográfico, acerca de la nomenclatura y simbología de los números ordinales, le diré que todo lo anterior es tan cierto como no lo es menos que, una vez preparado el artículo, lo olvidé en el fondo cada vez más hondo de la virtual carpeta de archivos, donde voy guardando los ya listos para publicar, del disco duro de mi computadora. Un olvido imperdonable propio de mi edad más que provecta y de mi memoria que, a fuer de ser sincero, nunca fue buena. Cosas que pasan.

 

Entre canciones. Con razón dicen que la distancia es el olvido, y aunque algunos no conciben esa razón, un servidor de usted es obvio que sí lo hace, como no podría ser de otra forma, con esta humana e involuntaria acción. Aunque eso sí, negando la mayor a que pueda ser motivo y causa de otra acción y efecto también humanos, la del abandono. Así que aquí estamos. En contra del mensaje de la canción ‘La barca’ (1957), compuesta por el cantante y compositor mexicano Roberto Cantoral (1935-2010) autor entre otros éxitos, que seguro le sonarán, como ‘El reloj’, ‘El preso número nueve’ o ‘Al final’. Pero a favor para el abandono, de lo mismo que le negué al olvido, y que bien recoge una copla popular: ‘Ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedios. Contigo, porque me matas. Sin ti, porque yo me muero. Ni contigo ni sin ti’. Y de la que solo le diré a título divulgativo y por mera simetría justiciera, que se trata de un merismo, una figura retórica con la que, en los estudios bíblicos, se expresa una totalidad mediante la mención de dos partes que constituyen sus extremos. Sirvan de diferentes ejemplos: espacial, “cielo y tierra” por “universo” y “montes y valles” por “paisaje”; temporal, “día y noche" por “todo el tiempo”; y biológico, “carne y sangre” por “humano”. Bueno, pues lo mismo o algo así. Cosas que pasan, también.

 

La ciencia, al rescate. Entre otros, y según mi más que prescindible opinión, esto ha sido de lo mejorcito que produjo la ciencia en el pasado Año del Señor de 2020. Una panoplia que va desde la secuencia genética del nuevo coronavirus por parte de China, a la búsqueda contrarreloj de vacunas contra el SARS-CoV-2, prácticamente han transcurrido solo 12 meses desde su hallazgo y comienzo de producción. Pasando por el pistoletazo de salida dado para ver qué país, la cosa parece estar entre EEUU y China, es el primero en traer a nuestro planeta rocas de Marte, el planeta rojo, -un asunto que de alguna manera ha aparecido en esta tribuna y por partida doble, ‘Marte ataca’ (1) (y 2) -, y por las incógnitas que aún despierta la expansión de nuestra especie por América. Hasta el desarrollo de la tecnología CRISPR y su posterior reconocimiento con el máximo de los galardones humanos, entiéndase el Nobel, y la detección de la fusión de dos agujeros negros, merced a la generación de ondas gravitacionales detectadas por dos observatorios terrestres, LIGO y Virgo.

 

Cara y cruz científicas. Y ya que hablamos de nobeles y observatorios astronómicos, no todo lo que ha dejado el año desde el punto de vista científico han sido buenas noticias. Sabido es que en todas las casas cueces habas y, como dijo el otro, en la mía a calderas. En esta casa, como muestra le traigo, sólo, un par de ellas. Una, ligada al laureado premio y del que nos hemos quedado en la puerta: Lo digo, ya se lo habrá imaginado, por el bioquímico español Francisco Mojica quien en 1992 descubrió unas secuencias que llamó CRISPR. La otra (o el otro) haba guarda relación con el cierre y desmantelamiento del radiotelescopio de Arecibo al que tantos debemos tanto. La suya ha sido una larga y fructífera vida desde que en noviembre de 1963 fuera inaugurado y, en diciembre del 2020, fuera desmantelado. En lo que a mí juventud toca, gracias por tanto, Arecibo ‘¿Hay alguien ahí fuera?’

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

 

 

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