El cinismo de los cirigallos
¿Se puede exigir que se tomen medidas ante una determinada situación y, al mismo tiempo, tomadas esas decisiones, criticar los efectos de ellas? Pues, al parecer, en Política sí. En Política, algunos se adentran en el terreno de la procacidad sin el más mínimo rubor.
En el tiempo que llevamos sufriendo esta pandemia y sus consecuencias, sobre todo sanitarias (con la salud no se juega), los gobiernos de todos los países han tenido que adoptar una serie de medidas para paliar los efectos sociales y económicos de esta crisis que, además, es mundial.
El déficit público se ha disparado en todos los países. Esto es, se ha gastado más que se ha ingresado. Los gastos han ido dirigidos a paliar la situación económica de los españoles a través de medidas como los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo para aliviar a las empresas de la carga de sueldos y seguros sociales de sus empleados. También en las diversas ayudas a los autónomos y a las pequeñas y medianas empresas. No se ha disparado el déficit público por el gasto en inversiones precisamente. Y es que el coronavirus no distingue de clases sociales, pero sus efectos económicos no afectan a todos por igual.
Los distintos Estados se han dado cuenta que no se podían tomar las mismas medidas que se practicaron durante la crisis económica-financiera del 2008. Entonces se optó por devaluar los salarios, recortar el estado del bienestar y precarizar el mercado laboral con reformas lesivas para los trabajadores. Todo ello para rescatar a la Banca, la causante de dicha crisis.
Así, en Nueva Zelanda, el gobierno de Jacinda Ardern, ha aumentado el salario mínimo y ha subido los impuestos a los más ricos, como medidas para luchar contra la desigualdad social en su país que se ha incrementado por los efectos de la pandemia.
Las medidas adoptadas durante esta crisis van dirigidas a “rescatar” a las personas, no a los bancos. Deberían ser estos los que ahora acudan a socorrer a la ciudadanía necesitada de sus ayudas. Es pedir demasiado en un mundo donde seguimos siendo espoliques de la caballeriza de los poderosos.
Que la derecha achaque al Gobierno que el déficit público se ha disparado (se sigue disparando) después de proclamar a los cuatro vientos que se ayude a los sectores más afectados es, cuando menos, demagógico.
Entiendo que no van a aplaudir al rival político ya que su objetivo es sustituirlo en un futuro. Lanzar mensajes repetitivos es una de las estrategias para conseguirlo. Diría que es la única estratagema. No tienen más.
Bueno, también la de reiterar el mensaje de que con los gobiernos de la derecha la Economía se dispara, en alusión a los años del boom inmobiliario. Recuerdan aquellos años en qué media España laboraba en torno al ladrillo y era muy complicado encontrar trabajadores para las faenas del campo o del mar. Hasta tuvimos que recurrir a ciudadanos de países hispanoamericanos para engrosar nuestro ejército dado que nuestros jóvenes no estaban por la labor de “jurar bandera” por un salario muy inferior al que podían obtener en el sector de la construcción. Estalló la burbuja y... las consecuencias todavía la sufren muchas familias. Bueno, para ser exactos, estos detalles no forman parte de su tautología.
En realidad, solo saben cazcarear.












SOBRE NUEVA ZELANDA | Miércoles, 21 de Abril de 2021 a las 13:15:04 horas
Esta es la realidad sobre el comentario de la subida de impuestos. Una vez mas sectarismo y tergiversación.
Nueva Zelanda va a crear un tramo adicional del 39% en el IRPF a partir de 180.000 dólares neozelandeses (unos 95.000 euros anuales en España), por encima del tipo marginal máximo del 33% existente hasta el momento. Pero no olvidemos que el tipo marginal máximo de España es del 47% a partir de 300.000 euros (y el tramo anterior es el 45% a partir de 60.000), esto es, ocho puntos superior al ya incrementado en Nueva Zelanda. De hecho, si tenemos en cuenta los ajustes regionales en el tramo autonómico del IRPF, las diferencias todavía son más llamativas: la Comunidad de Madrid, ese presunto paraíso fiscal que debería ser erradicado ipso facto, cuenta con un tipo marginal máximo del 45,5% (y del 43,5% entre 60.000 y 300.000 euros), mientras que la Comunidad Valenciana exhibe un tipo marginal máximo del 54% a partir de 300.000 euros (y del 46%-52% entre 60.000 y 300.000). O dicho de otra forma, nuestros impuestos actuales sobre los ricos ya son, incluso en una comunidad calificada de 'paraíso fiscal', apreciablemente superiores a los de Nueva Zelanda aun después de que esta los haya incrementado.
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