Antonio y Ana, los nonagenarios roteños a los que ni la muerte ha conseguido separar
Cuando uno celebra el sacramento del matrimonio promete aquello de "juntos hasta que la muerte nos separe", pero en el caso de Antonio y Ana, ni siquiera la muerte ha conseguido mantenerlos lejos. Estos dos roteños, de 91 y 90 años respectivamente, fallecieron en la tarde del jueves, 15 de abril, con solo cuatro horas de diferencia. Fue en ambos casos, causa natural, provocada por un estado de salud que se había venido deteriorando en los últimos años por diferentes motivos, pero parece que su destino estaba escrito para que permanecieran juntos hasta el final de sus días.
Los últimos años de Antonio Caro Márquez, "El mena" como se le conocía en Rota, y los de Ana Benítez García, no fueron los mejores de sus vidas en cuanto a salud, sin embargo, su hija, con la que ha hablado este medio, cuenta que es cuando más unidos han estado.
Pese a que Antonio dejó de hablar a causa de una caída que le partió el cráneo hace nueve años, y Ana fue diagnosticada de alzheimer casi al año después de ese suceso, siempre han estado juntos. Han sido una pareja de las de antes, él en el campo, ella en la casa. Fue paradójicamente a raíz del trágico suceso de la caída de Antonio cuando casi al unísono comenzaron los achaques de salud, aunque Ana, como cuenta su hija, comenzó su deterioro de forma fulminante por el maldito alzheimer, con episodios de escapadas de casa, agresividad... mientras Antonio, sin poder hablar, la intentaba cuidar, siempre al lado de ella en esta última etapa que han vivido juntos aunque cada uno en un mundo interior diferente.
Su hija Carmen recuerda que antes de la caída de su padre, este siempre decía que prefería que su mujer falleciera primero para no dejarla sola, imaginando que Ana no aguantaría la pérdida, pero el destino ha querido que marchen de este mundo terrenal unidos, casi de la mano.
La situación de salud de los dos se volvió tan delicada hace unos meses, que el 21 de diciembre de 2020 sus siete hijos decidieron que tendrían mejores cuidados en la residencia municipal de ancianos a quienes en un día tan triste para ellos, como el entierro de sus padres, quieren agradecer de forma pública el cuidado y cariño que todo el personal le ha dispensado a estos dos roteños.
Las coincidencias para despedirse de esta vida han sido tantas, que su hija está convencida de que el destino tenía escrito que nunca se separarían. El pasado viernes, 9 de abril, Antonio comienza a decaer y a entrar en sus últimos días de vida, tal y como diagnosticaron los médicos por la bajada de pulsaciones; a los tres días, lo hacía Ana con parecidos síntomas, también sus pulsaciones decayeron y el diagnóstico médico fue similar. Ambos pasaron entonces a estar en una misma habitación de la residencia, donde antes habían estado separados por el protocolo Covid-19, pero en vista de que se acercaba el final, se tomó esta decisión. Según su hija Carmen, hasta para tener fiebre parecían ponerse de acuerdo, si uno subía unas décimas, el otro también. Incluso llega a contar a este medio que el miércoles los dos tenían fiebre alta, se pusieron morados y parecía que se les había parado la respiración, pero suspiraron y tiraron hacia adelante, hasta que Antonio, a las 15.00 horas de ayer jueves, dio el último suspiro. Ana, en la cama de al lado, ajena a la situación, no tardó ni tres horas en estar separada de su marido. Los médicos certificaban la muerte de la prácticamente recién viuda a las 19.00 horas.
El golpe para sus siete hijos, 14 nietos y 6 bisnietos ha sido duro, dos seres queridos falleciendo el mismo día, la misma tarde, pero están convencidos de que era el mejor final para ambos. Su hija recuerda que su padre, en los nueve años que perdió el habla a causa de aquella trágica caída, siempre estuvo pendiente de su mujer, con celo la protegía, vigilaba que sus hijos la cuidaran, la arropaba y la acariciaba sabiendo que su alzheimer y demencia senil la tenían trastornada. El día que los llevaron a la residencia porque la situación familiar era insostenible para poder darle los cuidados necesarios que ambos precisaban, ya que Ana estaba casi en estado vegetal, su padre, recuerda Carmen, estaba feliz, pensaba que alrededor de médicos -con una pequeña mentira piadosa de por medio-, se curarían.
Esta pareja de roteños ha estado casada 68 años. Ella era natural de Chipiona pero se vino a Rota cuando se casó con Antonio, un mayeto muy conocido en la localidad, con buena salud hasta que a sus 81 años tuvo el desgraciado percance que le cambió la vida. Han sido, dice su hija, un matrimonio de los de antes, él pasando muchas horas en el campo y como oficial de albañil, y ella en las labores del hogar. Si algo les queda a sus hijos, es ver que en la recta final de sus vidas nunca se separaron y parecieron estar más unidos que nunca hasta el punto de que apenas se han soltado la mano para despedirse de este mundo. En la tarde de hoy viernes, han recibido su último adiós dos roteños a los que la muerte no pudo separar.



































Rotaldia | Sábado, 17 de Abril de 2021 a las 16:46:20 horas
Que descansen en paz. Hay que ayudar y estar siempre al lado de los mayores, más si tienen Alzheimer o necesidad alguna. Cuidar a los mayores, prestarle atención y mirarlos.
Estos dos ancianos estarán decansando y felices.
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