El maniqueísmo lo invade todo. Entendemos a que las cosas son buenas o malas sin términos medios. Un gran ejemplo es la película que todo el mundo ha visto “Bailando con lobos”: Los indios son magníficos y el rostro pálido un demonio perverso (salvo Kevin Kostner que es el mejor).

La realidad es más rica en matices y hay que ver también las cualidades del contrario, entender que muchas veces en el término medio está la virtud.

Gran parte del éxito de la transición política española se ha fundamentado en respetar al rival en comprender que hay ciclos y hay que transar: ceder algo para obtener algo.

Entonces llegó Sánchez.

Ya sé que el título es exagerado. Me disculpan que siempre se reclama un poco de atención con algo impactante. Reichsführer es el líder en el imperio alemán, término acuñado en la Alemania nazi y que portaron figuras como Heinrich Himmler con control sobre la SS y la Gestapo. Más que una figura, un bicharraco.

Pedro Sánchez desde que llegó al poder ha sacado el cuchillo largo y se ha quitado de en medio a cualquiera que hiciera ademán de toserle. O adoráis al líder o no hay sillón orejero público. Véase Antonio Hernando, que iba a ser su compadre o César Luena también finiquitado.

Lo que prima es la adoración al führer. Aunque no sepas hacer la O con un canuto. Basta ver a Simancas o a Lastra. Candidatos sin carisma, sin formación. En las últimas listas del PSOE al congreso por Andalucía, los Susanistas no conocían a los candidatos impuestos por Sánchez y, es normal, su único mérito era ser adoradores del líder.

Más recientemente ha cesado a la delegada del gobierno en Andalucía, no por nada, sino porque no era Sanchista, coloca a sus secuaces y ya no se esconde porque quiere el cuello de Susanita. Y lo tendrá.
Hay mucho dirigente importante del PSOE que está callado por miedo a perder su silla y cuando vayan a por ellos, que irán, va a ser demasiado tarde para hablar.

Y qué decir de los contrapesos que deben existir en toda democracia. Ataques a la prensa, intentos de control de jueces. Invasión absoluta de la Fiscalía. Ninguneo del parlamento gobernando con decretos y estados de alarma eternos para eludir al legislativo.

En estos días se ha sabido que cesaron ilegalmente al coronel de la Guardia Civil Cobos por no darles información de un procedimiento judicial sumarial y secreta. Pero le trae al pairo. Además, es un cortoplacista. A él le da igual la agenda 2030, el clima o, si me apuran, la recuperación económica del país.
Me atrevo a afirmar que le da igual el Covid-19. Podía haber impulsado un plan ambicioso de vacunación. Otros países lo han hecho. Ha dicho la OMS que ese ritmo de vacunación lento es intolerable. A este le importa un bledo. La única meta es seguir en la Moncloa y usar el sistema en su favor.
Su uso de la propaganda es vomitivo, lo arreglan metiendo miedo con la ultraderecha como si el actual gobierno no fuese mucho más radical e incompetente que cualquiera que lo sucediera, sea del signo que sea.

El otro día escuchaba a Rosa Díez (ex dirigente del PSOE) decir que Sánchez es un psicópata que va a destruir el Estado. Que ya no se trata de votar izquierda o derechas, se trata de desalojar a este individuo porque se carga el país, al Rey, la economía y nos deja un solar federal. Estoy muy de acuerdo con Rosa.

Ahora que lo pienso, el título de Reichsführer que me sonó exagerado al principio de estas líneas ahora que ya no lo veo tan desproporcionado.

Mira qué cosas.