"Ciencia más allá del Coronavirus"
Todos tenemos uno
por Daniel de los Reyes Helices
La vida está repleta de pequeños detalles, en su mayoría incognoscibles para un ojo vago e inexperto como el del hombre de a pie, e insultantemente tan evidente para la vista femenina. Y cuando hablo de pequeños detalles me refiero a la moneda de diez céntimos que te encuentras en una fotocopiadora por gracia del azar, al color y al dibujito de la taza en la que te bebiste el café que acompañaba a tu buena tostada de manteca colorada, o al lunar del iris de la chica del metro. Eventos tan comunes que pasan a simple vista, a cualquier hora en cualquier esquina, y todos y cada uno de ellos esconde una gran importancia, un papel definitorio y decisivo en nuestros pareceres e impresiones, en nuestra voluntad y decisiones, en nuestros actos y percepciones.
En un experimento sobre la heurística del estado de ánimo, el experimentador invitó a los participantes a su laboratorio para que rellenasen un cuestionario sobre la satisfacción con su vida. Pero, antes de que estos se pusieran a la tarea, les pidió fotocopiar una hoja de papel para él. La mitad de los participantes encontraron una moneda de diez centavos que el experimentador había colocado en la fotocopiadora. La pequeña sorpresa produjo una notable mejora en el grado de satisfacción con la vida que los participantes declararon, evidenciándose así cómo un simple matiz previo al cuestionario puede modificar nuestra visión global de toda nuestra vida pasada, presente y futura.
Este hecho recalca el carácter voluble e inconstante de nuestra opinión y razonamiento, los cuales se dejan moldear por una simple moneda de diez centavos entre otros aspectos como los comentados en artículos anteriores en esta sección, tales como el color de la vajilla (de la que depende entre otros factores nuestra percepción del sabor) (2), o el tipo de desayuno (que modifica la toma de decisiones posteriore) (3).
De nuevo mi pluma se tiñe de negro para señalarte una conclusión propia un tanto melodramática, ya que, bajo mis ojos, los hechos indican que las valoraciones y opiniones propias apenas son un reflejo real de nuestro pensamiento puro, por lo que, a mi parecer, más allá del placer generado al rellenar un silencio tenso en una conversación cotidiana, resulta innecesario y ridículo preguntar la opinión de otras personas sobre un asunto en cuestión, ya que esta, si es que la tiene, se encontrará adulterada por millones de pequeños eventos acumulados durante todo el día. En aras de secundar mi postura cito textualmente al laureado actor y director de cine Clint Eastwood “Las opiniones son como los culos. Todos tenemos uno”.
NOTAS
(1) -Schwarz, Norbert & Clore, Gerald. (2003). Mood as Information: 20 Years Later. Psychological Inquiry. 14. 296-303. 10.1207/S15327965PLI1403&4_20.
(2) - NEUROGASTRONOMÍA: Harrar, V.; Piqueras-Fiszman, B.; Spence, C. There’s more to taste in a coloured bowl. Perception 2011, 40, 880–882.
(3) - LIBERTAD, REALIDAD O SUEÑO: Strang, S., Hoeber, C., Uhl, O., Koletzko, B., Münte, T. F., Lehnert, H., Dolan, R. J., Schmid, S. M., & Park, S. Q. (2017). Impact of nutrition on social decision making. Proceedings of the National Academy of Sciences, 114(25), 6510-6514. https://doi.org/10.1073/pnas.1620245114



































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