Diario del año del coronavirus
Se busca gente inteligente que toque las narices
El número de contestatarios no es precisamente infinito. En todos los días de mi vida – y supongo que también en los de ustedes – jamás he pasado por tantas restricciones como durante el último año. Si hiciéramos una lista de todo de lo que se nos ha privado a causa del Coronavirus, casi rellenaríamos un libro, y no de los pequeñitos. Me refiero a que somos increíblemente dóciles. Tragamos con todo (metafóricamente, claro está).
Por supuesto, entiendo que hay buenos motivos, y soy el primero en decir amén cada vez que nos ordenan que digamos amén. Pero echo de menos algunos rebeldes, algunos contestatarios que se opongan a las normas, y, que, a ser posible, no sean demasiado frikis.
Es verdad que han salido algunos tocanarices de la verdad oficial, pero casi siempre son del tipo fantástico superchachi, gente como Miguel Bosé, Búmbury o Victoria Abril, la mayoría de los cuales da la sensación de haber abusado de los estimulantes durante su juventud y también después, y que no parece que sean precisamente ejemplos de inteligencia. Me gustaría ver a pensadores y opinadores de prestigio reflexionar sobre la puerta abierta que nos dejan para ciertos abusos. Porque, ¿deberemos cada vez que se interprete que existe una necesidad pública renunciar a casi todas las libertades? Personalmente, estoy dispuesto a las renuncias, pero me gustaría que el debate fuera más intenso, para que no nos lo cuelen todo, ya que colar lo que sea es lo que más gusta a cualquier poder (y ahora también hablo de forma metafórica).
Voy a poner un ejemplo que a lo mejor molesta a algunos (pido disculpas por anticipado), pero que me parece que ilustra bien lo que quiero decir. En los tiempos pre-Podemos, la mayor parte de la gente que conozco que votaba a Izquierda Unida era gente que ni de coña hubiera querido que gobernara Izquierda Unida, e incluyo en este grupo a bastantes militantes del partido. Sin embargo, votaban a IU porque entendían que se trataba de una especie de advertencia al poder, un coscorrón para evitar cierta clase de atropellos y complacencias a los que el poder es muy aficionado. Sospecho que con Vox pasa algo parecido, y que la mayoría de los que dan su voto a Abascal no quieren en realidad que gobierne Abascal, sino tocar las narices en una dirección opuesta a los de IU.
Pues del mismo modo, creo que necesitamos impugnadores. Tocanarices. Gente que cuestione todo lo que se nos impone, y, sobre todo, gente que lo cuestione de forma inteligente, no búmburys. Porque hemos abierto una puerta que no sé si es de los horrores, pero sí que puede llegar a ser peligrosa. Y pongo por ejemplo: ¿prohibiremos absolutamente el tabaco por su perjuicio a la salud? O, por los mismos motivos, ¿el azúcar? ¿Toda clase de alcohol? ¿Prohibiremos los deportes de riesgo? ¿Los Sanfermines? ¿Eliminaremos de la parrilla televisiva Sálvame de luxe por sus nocivos efectos sobre la cultura del país? ¿Las corridas de toros? ¿La bollería industrial? ¿Los raperos? ¿Los pantalones ajustados? ¿Los modelos de Ágatha Ruiz de la Prada? ¿El alienante fútbol? ¿Canal Sur? ¿Los selfis poniendo los pulgares como Cristiano Ronaldo?
He dicho que necesitamos tocanarices pero, muy importante, es preciso que tengan una virtud añadida: que no estén cabreados. Que molesten con buen humor y sin que se les hinchen las venas del cuello. Si de algo andamos sobrados en nuestro país es de indignados, soliviantados, alterados, encolerizados, exasperados, irritados y mal afeitados (esto último no pega mucho, cierto, pero como terminaba en -ado lo he colocado) (otra vez) (me ha pasado) (ado) (es el eco). Si digo la verdad, cada vez que alguien dice algo con cara de haber tomado dos cucharadas de vinagre no me hace pensar. Me da risa.
Por eso los buscamos. Tocanarices alegres e inteligentes. No hay muchos.
Teresa Jiménez | Sábado, 13 de Marzo de 2021 a las 20:21:13 horas
Desde Figueras (Gerona), mis felicitaciones por este magnifico articulo. Saludos.
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