Verde, blanca y verde
Han pasado más de veinte años desde que Carlos Cano falleciera. Iba a decir, nos dejara, pero sería incorrecto. Es incorrecto. Su legado es inmortal.
Considero que el Día de Andalucía siempre es un buen momento para recordar su figura a través de sus canciones. Me ocurre igual cada 28 de febrero, aunque sus letras y su voz las tengo presente a lo largo de todo el año.
Analizando lo que representó, lo que eternamente representa, me doy cuenta que, con el paso del tiempo, hasta los descendientes de aquellos que lo condenaban por sus ideales y sus letras, ahora aplauden su memoria y su obra. Bueno, solo una parte de la misma, la menos escabrosa. Estos siempre evitan sus manifestaciones más vindicantes.
Carlos Cano nunca practicó un andalucismo de salón.
En cierta ocasión llegó a decir que nunca había tenido una militancia política: “a veces me he dado cuenta de que tengo cosas que son anarquistas, otras más bien conservadoras, y algunas tienden a lo progresista y revolucionario”. Se autodefinía como “un hombre capacitado para comprender problemas humanos, sin color, ni raza, ni religión”.
En su juventud vivió en primera persona el drama de la emigración en la búsqueda de trabajo. Su estancia en los países industrializados centro europeos le descubren la pobreza y la tristeza de Andalucía. Una imagen muy lejana de la que el Régimen franquista transmitía al resto del Mundo.
Su abuelo fue fusilado a principios de la Guerra Civil por defender la República (era capitán del ejército). Se puede afirmar que “de casta le viene al galgo” sus convicciones políticas y reivindicativas, y no solo del descubrimiento personal de la miseria de su Pueblo.
Sus experiencias personales, su legado genético, su descubrimiento de la figura de Blas Infante a través de la familia de este, le lleva a exaltar el Ideal Andaluz a través de su voz.
“De Ronda vengo; lo mío buscando, la flor del pueblo, la flor de mayo...Verde, blanca y verde”. Cantaba con una voz nostálgica, a la par que encorajinada y exigente. “Amo mi tierra, lucho por ella; mi esperanza es su bandera; Verde, blanca y verde”.
Quizás hoy, una de las estrofas de “Las murgas de Emilio el Moro”, pudiera ser considerada como una exhortación a la violencia. “Si en vez de ser pajaritos, fuéramos tigre bengala; a ver quién sería el guapito de meternos en una jaula”, cantaba. Estoy convencido de que la rebeldía a la que alude la letra tiene más de indocilidad y desobediencia al poder político que a lucha armada.
Precisamente, la crítica con la situación socio política andaluza de la letra de esas murgas le supuso estar vetado en Andalucía por el PSOE. Años después, tras su muerte, el propio Gobierno del PSOE le nombró Hijo Predilecto de Andalucía.
En una entrevista al respecto, Carlos Cano expresó: “Yo no he atacado a Felipe (en referencia al ex presidente del Gobierno Felipe González), he atacado a una serie de cosas que él representaba, el tema de la OTAN, etc., y me ha costado mucho profesionalmente. He pasado de la oscuridad de la dictadura al palo de la democracia...”.
Decía que siempre “combatía a favor de la vida”. No se consideraba un revolucionario sino un rebelde. “No lucho por convicciones, sino por sentimientos”, llegó a decir.
Huía del dogmatismo, porque no quería que nadie, que ningún partido, “le impusieran las cosas”.
Carlos Cano, por siempre.
Metamorfico | Domingo, 28 de Febrero de 2021 a las 10:07:13 horas
**** s: **** youtu.be/AzUwuw90xFU
Accede para votar (0) (0) Accede para responder