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Redacción 2
Sábado, 20 de Febrero de 2021

"Ciencia más allá del Coronavirus"

Malditos desayunos

por Oriana Balsa

[Img #142588]No sé si ustedes vivieron lo que yo, pero aquí una servidora sufrió “La semana del desayuno” en el colegio. Aquello que parecía ser una buena idea para que aprendieran algo sobre nutrición los más pequeños, resultaba siendo la semana del hambre y del sinsentido.

           

Tú que estabas acostumbrado a un bocadillo de chorizo, (porque pese a lo que diga La Piara, los niños prefieren el chorizo antes que otra cosa), que te daba fuerzas y energías para poder correr cuanto quisieras en el recreo, te topabas con el “Lunes de lácteos”. Un mísero yogur me ponían. Un yogur que como se vinieran arriba mis padres con el healthy mode, no tenía ni azúcar. Ese era el verdadero Blue Monday. 

           

El martes era el peor día con diferencia. Tenías que contentarte con un puñadito de frutos secos. Esa semana yo no tenía fuerzas para ganar al “Poli y Ladrón”. Encima siempre estaba el típico listo que se traía su paquete de Kikos, que, desde el vacío legal, alardeaba ante todos los que habíamos llevado anacardos. “Eso no es sano, Oriana”, me decía mi padre. “Los frutos secos tienen que ser crudos o tostados”. Yo no respondía más que levantando la ceja tanto como podía mientras pensaba “Tengo cuatro años y cero unidades de preocupación por mi salud”.

           

El bendito miércoles, volvíamos al bocadillo, que si bien estaba vetado el de chorizo, podías moverte entre algún que otro embutido. Sin ningún criterio científico, los profes del mundo habían decidido que bocadillo de chorizo: mal, pero bocadillo de mortadela: bien. Aquí salía ganando yo, que me llevaba jamón serrano. La semana seguía mejorando en cuanto a valor nutricional cuando el jueves nos decían que era el día de la “bollería”. Me encantaba este día. Ni por esas mi madre me metía una pantera rosa en la mochila, pero me contentaba con un bizcocho casero. Era una niña realmente fan del dulce.

           

Cuando casi ya había acabado el sufrimiento, llegaba el que era para mí el Viernes de Dolores. Pareciera que el maestro quisiera paliar la felicidad de un niño al llegar el fin de semana. El viernes era el día de la fruta. No me escondo, como todos los niños de cuatro años, odiaba la fruta. Para no hacer de menos mi sufrimiento, en mi casa no me mandaban cualquier fruta. Podrían haberme mandado sandía, melón, plátano, uvas… Pero no. Mi madre, omisa a mis súplicas, decidía que la fruta más sana era la manzana. Pero es que la manzana no me la mandaba tal cual. No, no, no. Cuidadosa y cariñosamente, preparaba una manzana pelada y troceada en taquitos para su pequeña hija, supongo que esperanzada en que así me resultaría más apetecible. (En su defensa diré que de pequeña era terrible para comer).

           

Si bien no dudo que su intención era buena, desde luego, la apariencia de la manzana no lo era. Una manzana pardeada, color marrón, que por supuesto, nunca me comí.

          

  Entiendan ahora por qué cuando descubrí el motivo por el que esta manzana pardeara, me hiciera tanta ilusión.

           

El caso es que la manzana, como el resto de frutos, está compuesta por células. Estas células guardan en su interior a su vez una serie de compartimentos en los cuales se encuentran unas maquinarias denominadas “enzimas”. Al estar encapsuladas, las enzimas se encuentran separadas del resto de los componentes de la célula, sin interaccionar con ellos.

           

Sin embargo, cuando mi madre en ese acto de amor, cortaba en pequeños daditos, para que su hija no se atragantara, la manzana, lo que ocurría era que se cortaban las células de la fruta. Esto hacía que las enzimas que antes estaban separadas de todos los componentes, ahora quedaran libres y  estuvieran en contacto con ellos, ejerciendo como maquinaria para llevar a cabo múltiples reacciones químicas. Estas son las responsables de que el color de la manzana tornara a marrón. Este proceso recibe el nombre de pardeamiento enzimático: liberación de las enzimas de su compartimento para que lleven a cabo una serie de reacciones.           

           

Mamá, mira la chapa que le he dado a esta pobre gente. ¿qué te hubiera costado mandarme una mandarina para desayunar?

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  • Laura

    Laura | Martes, 23 de Febrero de 2021 a las 19:47:38 horas

    Yo era la de los kikos jajaja

    Accede para responder

  • Dunia

    Dunia | Lunes, 22 de Febrero de 2021 a las 10:53:25 horas

    jo jo, que recuerdos!!!

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