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Redacción
Sábado, 06 de Febrero de 2021

"Ciencia más allá del Coronavirus"

Neurogastronomía

por Daniel de los Reyes Helices

[Img #142086]Seguro que eres de los que pesa la comida al miligramo antes de echarla a la cazuela, de los que cronometra el tiempo de cocción, de los que tiene un altar coronado con una estatuilla de Chicote en la mesita de noche; o por el contrario puede que seas de los que se le olvida poner levadura al bizcocho, de los que les vence el minutero y terminan comiéndose los macarrones duros, sin estatuilla alguna a la que rendir pleitesía más que a tu venerado e imperfecto ojímetro, ese mismo que te falla a la hora de añadir la pimienta o la cayena al potaje. Sean cuales fueren tus habilidades culinarias deja el delantal a un lado y atiende porque la ciencia tiene algo que decirte.


Normalmente solemos asociar el sabor a las características intrínsecas del plato, ya sea su toque de sal o la calidad del chuletón, características esenciales para la percepción del gusto y el olfato, obviando otros sentidos aparentemente irrelevantes tales como la vista, el oído o el tacto en la experiencia sensorial. Sin embargo, mediante diversos estudios se ha demostrado que ninguno de los cinco sentidos es totalmente independiente del resto, no siendo el gusto una excepción a la regla. Por ejemplo, el simple uso de un bol de color rojo a la hora de comer palomitas permitió a los participantes del estudio percibir de forma significativamente más dulce que aquellos a los que se les ofreció el aperitivo en un bol de color blanco (1); en otro estudio se observó una intensificación del sabor amargo o dulce dependiendo del tipo de música de fondo (2); incluso el simple hecho de tocar un objeto hecho de terciopelo al mismo tiempo en que se saborea un vino parece mejorar su sabor (3).


Desgraciadamente lamento comentarte que a día de hoy no se creó bol, melodía ni terciopelo lo suficientemente eficaces como para contrarrestar el efecto de una cocción incompleta, de un ajo quemado o un exceso de sal, esto es ciencia, no magia. No obstante, nada te impide tener en cuenta aspectos como la música ambiental, el color de la cubertería o el tacto del sillón en tus próximos intentos de alcanzar la maestría gastronómica, y recuerda que en la cocina, como en la guerra, todo cuenta. 

 


1-   Harrar, V.; Piqueras-Fiszman, B.; Spence, C. There’s more to taste in a coloured bowl. Perception 2011, 40, 880–882.

2-   Crisinel, A.-S.; Cosser, S.; King, S.; Jones, R.; Petrie, J.; Spence, C. A bittersweet symphony: Systematically modulating the taste of food by changing the sonic properties of the soundtrack playing in the background. Food Qual. Pref. 2012, 24, 201–204.

3-   Wang, Q.J.; Spence, C. A smooth wine? Haptic influences on wine evaluation. Int. J. Gastron. Food Sci. 2018, 14, 9–13.

 

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