Salud, dinero y... vacunas (por Manuel García Mata)
Basta escuchar, ver, leer, las opiniones de quienes nos merecen confianza en este asunto para caer en el más hondo abatimiento. Poco, muy poco, tiempo atrás la aparición de las vacunas, una vez probadas y demostrada su eficacia, creímos ver la luz al final del túnel y confiamos en una no muy lejana posibilidad de solución. Quizás, por no romper el encanto del mágico momento, no se nos quiso apaciguar el buen ánimo con las dificultades que aún había que salvar. Las autoridades, de donde fueran es igual, habían comprometido una suficiente adquisición de dosis de vacunas, que traían la tranquilidad y la esperanza a la sufrida población, necesitada de ellas.
Los problemas que se han conocido estos días de la distribución de las vacunas por parte de las industrias farmacéuticas (Pfizer, en principio, y poco después AstraZeneca), han venido a enturbiar las ilusiones de millones de personas en Europa, las cláusulas de los contratos, la desviación de producción a otros países que pagan más, o las presiones de las autoridades comunitarias, han generado unas tensiones que solo provocan desazón y desencanto a la gente.
El dinero, el alma de la sagrada economía de mercado, de ese dios que gobierna nuestra sociedad, prima sobre algo tan esencial como la salud. Sería muy largo entrar en detalles, como, por ejemplo, que Europa apostó fuerte por la investigación de estas empresas con las que firmó los contratos. Largo, triste y decepcionante.
Ahora, con el proceso de vacunación frenado por estas fricciones, nos acordamos de que hay otros laboratorios en otros países dispuestos a facilitárnoslas: Hungría ya ha adquirido vacunas rusas y chinas. Igual era la ocasión para sacarle el tinte político, pero política es lo único que sobra en esta enfermedad. Política es también la razón fundamental por la que en nuestro país en lugar de remar todo el mundo en la misma dirección, la pandemia se utiliza como arma arrojadiza. Se podría sacar a relucir el tema de la fecha de las elecciones catalanas y la negativa judicial a cambiarlas de fecha, como el gravísimo riesgo que se verán obligadas a padecer las personas que han de formar parte de las mesas electorales, pero siempre habrá quien vuelva a aprovecharlo para su causa.
A mí me preocupa infinitamente más que los mezquinos réditos políticos, las graves dificultades que continuamente denuncian el colectivo de profesionales de la sanidad en su lucha diaria, la falta de recursos materiales y humanos, los problemas de la investigación en los laboratorios y, por supuesto, también me preocupa la economía. Es de suponer que se haya observado que el abrir la mano en la actividad económica se acompaña de un relajamiento de las conductas personales lo que desemboca en un crecimiento exponencial del COVID. Difícil solución, evidentemente.
Para no terminar de forma tan abrupta ¿saben que existen teorías científicas muy serias que prevén nuevas pandemias mucho más letales? Y España con la sanidad en estas condiciones...
Manuel García Mata

































Justino "Tomasito" | Miércoles, 03 de Febrero de 2021 a las 14:16:33 horas
Si hubiera que sacar obligatoriamente algo bueno de esta "pandemia",podría ser que todas las guerras en curso o pendientes de iniciarse en todo el globo terráqueo,como que "parecen" que la mayoría de ellas han sido aparcadas temporalmente por el maligno virus o al menos no tenemos mucha información de las actuales guerras en curso.Una guerra mundial en pleno siglo XXI,pudiera llegar a ser mucho peor que el coronavirus,y como prueba de ello son las dos ocurridas en los últimos cien años.No hay que olvidar que día a día y desde su creación, la ONU trabaja muy duro para evitar que los conflictos armados se inicien o se reinicien en cualquier punto del mundo.Tal vez a algunos esta reflexión/comparación pueda parecerles dispar o sin similitud,pero sería imposible calcular el enorme dolor caso de unirse en el tiempo ambas lacras al nivel de las guerras sucedidas en 1918 y en 1939 **** o decía aquel,todo es perceptible de empeorar,por ello la palabra esperanza debe ser mucho más importante y valorada en estos tiempos de pandemia universal.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder