Por si anda algo despistado al posar la vista sobre el titular le sitúo. Hoy, esta mi ‘Opinión’ semanal, va de pseudociencia y música. La primera entendida como toda creencia, afirmación o práctica que se autopresenta de forma incorrecta como científica, al no seguir un método científico válido; es decir, todo aquello que toma la apariencia de ciencia sin serlo. Y la segunda, una de las artes, pues qué quiere que le diga con lo que ya han dicho de ella. Desde ‘Donde mueren las palabras, nace la música’, hasta ‘La vida sin música sería un error’, pasando por ‘La música es la aritmética de los sonidos, como la óptica es la geometría de la luz’ que, por otra parte, aúna ciencia y arte o sea humanidades, lo que hacemos los humanos. No, mejor no digo nada, que ‘para eso ya tiene padres la santa madre iglesia’. Y de todas las pseudociencias que en el mundo han sido, son y serán, hoy toca la que representa el negacionismo, una actitud exhibida por algunos individuos que eligen negar determinadas realidades, hechos históricos o sucedidos naturales de relevancia, para así evadir una verdad que les resulta incómoda por molesta o desagradable. Un fenómeno social de alargada sombra que no nació con la COVID-19, pues la suya es una interminable historia de lucha contra la razón y la ciencia. La de hoy viene musicada por Los Planetas (1993) y su canción ‘El negacionista’ (2021).

Grupo, disco y portada. De la banda granaína de indie rock habla por sí sola su dilatada y prestigiosa trayectoria profesional, de modo que me voy a centrar en su última etapa creativa, dedicada a analizar la actualidad y hacerlo en unos temas que ya no son intemporales. Una especie de iniciática senda política de denuncia social, en este caso con su single ‘El negacionista’, segundo tema que trata del coronavirus SARS-CoV-2 y la enfermedad pandémica COVID-19, tras su anterior publicación, ‘La nueva normalidad’, en julio del año pasado tras el desconfinamiento. Un disco sobre el negacionismo, disponible en plataformas digitales desde el 1 de enero, sobre el que le quiero comentar algunos detalles, unos referidos al continente, el envoltorio, y otros referidos al contenido, lo envuelto. Veamos. En la portada, y sobre un fondo naranja, el mismo color elegido para la anterior grabación, podemos ver un rostro que nos recuerda mucho al artista Miguel Bosé, con una mascarilla tapándole los ojos y tocado con unas orejas de Mickey Mouse. En el ángulo superior izquierda y con una tipografía que recuerda igualmente a la obra de Walt Disney, podemos leer el nombre de la canción y el de la banda. Destacar que el artista panameño-español ha aparecido en las redes sociales durante varios momentos de la pandemia, negando de una forma u otra los diagnósticos científicos del coronavirus y la enfermedad, así que la portada resulta francamente reveladora de lo que piensa el grupo musical de Bosé, uno de los más conocidos y recientes negacionistas en nuestro país. Pero, naturalmente, hay algo más allá de lo que se ve en la portada. Lo mollar empieza ahí, pero la chicha está dentro.  

Música, letra y vídeo. Mientras escribo estas líneas estoy viendo y escuchando el vídeo de la canción, y tras un arranque de la misma con una distorsión guitarrera de los noventa, el quinteto da paso a lo que a mí me suena como un pop ligero. Una buena combinación a mi entender de melodía y distorsión, sin flamenco ni psicodelia, que se acompaña de imágenes del inefable Bosé y el ‘rarólogo’ Iker Jiménez -tito tatín, tatín, ta tito tito tin...- y su ‘modus vivendi’ de dar pábulo desde la televisión a cualquier teoría conspiranoica. Unos rostros a los que siguen diferentes dictadores como Hitler, Stalin o Mussolini. Personajes conocidos como Donald Trump o Bill Gates. O escenas de abusos policiales. Vamos lo mejorcito de cada casa como quien dice, y así durante los 3,40 minutos que dura la canción, y que sus autores definen como “música popular contra la propaganda, la incompetencia, el conformismo y la pereza, para decir no. Al estúpido, no. Al malvado, no. Al Estado, no. A las corporaciones, no. A la incertidumbre, no. A la desinformación, no. Al ventajista, no. A la angustia, no. A la disidencia programada, no”. Sin duda estamos ante toda una declaración de intenciones que se refrenda con humor, ironía y cierta visión revolucionaria en la letra, para muchos descomunal, valiente y directa, por la forma en la que arremeten contra Miguel Bosé y sus falaces y ridículas declaraciones cuestionando la pandemia, el uso de mascarillas, la existencia del virus, etcétera.

Pero le decía que la chicha está en la letra, de modo que le dejo con ella: ‘Si me dices, cosas que no son verdad / no te voy a creer / Si me engañas con estadísticas falsas / que van cambiando según tu interés / voy a convertirme en un negacionista / en un seguidor de Miguel Bosé / No voy a ser ningún colaboracionista / de un régimen que tiene que caer / Si me dices, que la tierra es plana / no te voy a creer / Si me cuentas, que esto es la democracia / y que la gente tiene el poder / voy a convertirme en un negacionista / de un sistema que lo hace todo al revés / No voy a ser ningún colaboracionista / de un régimen a punto de caer / Vuestras tácticas, de disidencia programada / no os van a servir / son las propias, de un régimen que se agota / y se revuelve antes de morir / Yo siempre seré un negacionista / de los dictadores que usurpan el poder / No voy a ser ningún colaboracionista / de los amos malthusianos del 5G / Yo siempre seré un negacionista / de los que me esclavizaron con el 4G / No voy a ser otro afirmacionista / de los que me lo robaron todo con el 3G’. En fin, Los Planetas en estado puro.

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FUENTE: Enroque de ciencia