Calle Charco, con Antonio Franco
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ALGO ESTÁ CAMBIANDO
Algo está cambiando. No, no me refiero a que el Partido Popular haya ganado la partida al PSOE en buena parte del país. El movimiento al que hago mención es más fresco y sincero que las promesas electorales; más directo y franco que los mensajes de unos y de otros. Y, además, es apolítico y pacifico. Y, es que una parte de nuestros conciudadanos se han dado cuenta de que los políticos, una buena parte de ellos o la mayoría (el criterio no es mío) se presentan a las elecciones para solucionar “sus propios problemas”, más que los problemas de los ciudadanos. Esta parte, que aún es una pequeña porción de la tarta poblacional, ha conseguido, al menos, cubrir las primeras páginas de los periódicos de nuestro primer mundo.
La gente empieza a rebelarse contra el propio sistema. Y la manera de manifestarlo es pidiendo a la clase política que los mire, que los reconozca. Les pide que gobiernen, que para eso se ha presentado a unas elecciones. No quieren que el Mundo sea dirigido desde detrás de un despacho por alguien al que nadie ha elegido democráticamente.
Son pocos, de momento, pero la idea es contagiosa porque está impregnada del virus de la razón. Los líderes políticos de los grandes partidos políticos de este país los mira de reojo. Algunos tratan de hacer ver que detrás de este grupo de acampados hay dirigentes de la izquierda. Pero ni siquiera les puede achacar abiertamente que esto sea así.
Los “borjas” y “pelayos” no pueden demostrar que se escuden en un sindicato determinado. Les cuesta trabajo creer que haya gente “que piense” que algo no funciona bien. Al menos, que no funciona bien para la mayoría.
Me recuerda la lucha pacífica del Mahatma Gandhi salvando las diferencias temporales y finalistas.
De momento no molestan en demasía. Pero pueden llegar a comprometer, si sigue creciendo, a la propia democracia representativa.
Son molestosos porque piden que la justicia, la solidaridad y la igualdad no sean conceptos vacíos, que los políticos pronuncian en sus discursos para quedar bien.
En este país hay muchas Españas. Nos encontramos la España de la peineta y el clavel; la España de “gran hermano”, la España del cotilleo y la telebasura, la España del analfabetismo político, la España del suspenso en el informe Pisa, la España callada y dormida. Pero, de repente, descubrimos que, junto a estas Españas, hay una España que grita “basta ya”, la España que no quiere una vida sin futuro, la España que se rebela contra las ganancias de los bancos mientras que observan el vacío de sus propios bolsillos. Y esta España no formaba parte de lo que el sistema había previsto. Esta España no quiere ir a votar para que un grupo viva mucho mejor que los demás justificando sus ingresos. Esta España pide a los políticos que bajan a la calle, que dejen los despachos y sepan que la gente llega a fin de mes con lo que algunos de ellos perciben en gastos de representación. Esta España no quiere estar condenada a los mil euros porque sí. Esta España se niega a admitir que la pensión de jubilación con la que sobreviven supone unos pocos días en el “sueldo” de un político.
Esta España les ha pillado con el pie cambiado.
El movimiento 15-M , el que quiere cambiar el apellido de esta democracia, pese al juego de palabras de alguna dirigente popular, está calando cada vez en más gente. De momento no representa ningún peligro. No hay motivos para desalojarlos de las plazas. No se ha producido altercados. No molestan a nadie, al contrario, los vecinos les apoya. El peligro se generará si siguen creciendo y ya sea una gran mayoría la que ponga en tela de juicio la relación precio/soluciones de la clase dirigente.
Imagínense unas elecciones en las que ganara por mayoría, no la abstención sino el voto en blanco. Para José Saramago esta idea es el eje central de una de sus novelas, Ensayo sobre la lucidez. Los políticos no tendrían más remedio que preguntarse por qué reacciona así la gente. Mientras que para la baja participación en cualquier convocatoria electoral siempre encuentran argumentos, para una participación donde ganara por mayoría absoluta el voto en blanco no podrían encontrar ninguna. Tal vez entonces se den cuentan hacia donde nos están llevando. Descubrirían también que junto a todas esas españas que se han encargado de crear, fomentar y mantener, existe una diferente que les habla de frente y le mantiene la mirada.
Salud.
ANTONIO FRANCO GARCIA












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