Vuelva mañana
No sé a ustedes, pero a mí me molesta extraordinariamente la impuntualidad. Te citan a las diez y a las once y media, te dicen aquello de “tranquilo, tranquilo que ahora mismo le atendemos”.
Esto es cada vez más fácil de ver lamentablemente. Quien no respeta el tiempo de los demás no respeta a los demás.
No quiero señalar a un sector en concreto porque la costumbre se ha extendido como una plaga. Pasa donde vayas. El otro día me comentaba un americano que es común en su país pedir un día libre para arreglar papeles y en ese día lo dejas todo finiquitado. Aquí en nuestro bendito país eso es ciencia-ficción.
Es más, si reclamas que te han citado a una hora y que llevas dos esperando te miran como si estuvieras loco o drogado, pero no de drogas blandas, de heroína, crack y MDMA.
- ¡Oiga que no es el único y que se tiene que esperar!
Es una cadena. Esa persona que te hace esperar para pedir una licencia luego lo inflan a esperar en el Hospital que a su vez lo desesperan en el Juzgado y este va a la ITV que lleva mucho retraso y así sucesivamente ad infinitum.
Luego está el que te llama a la hora de la siesta para venderte telefonía móvil, una aspiradora industrial o un seguro de decesos. Suelo explicarles que estoy dado de alta en la lista Robinson y es ilegal que me llamen. ¿Creen que eso les para? Ya les digo yo que no.
Si es al revés y eres tú el que tiene que llamar a una empresa para darte de baja o para lo que sea, te van a enchufar el robot de pulse uno, pulse dos, pulse tres, te van a tener una hora de música enlatada y luego te pondrán a alguien sin rango que no puede solucionarte el problema.
Hace unos meses llamé para contratar un paquete de internet y me dijeron que daba problemas porque debía 20 euros según una factura de hace 7 años. Le explique que no debía nada y que esa factura que me mostraba no tenía concepto pero que en cualquier caso las deudas entre comerciantes y clientes prescriben a los tres años.
Me dijo el señor que él no podía hacer nada y que el ordenador le impide darme de alta. Que, aunque no los deba, los pague y así poder contratar. Lo mandé a un lugar imaginario y aunque no lo dije exactamente así, ese lugar está más allá de los carajos.
Contraté con otra compañía que me prometió una cosa y me mandó otra. Al teléfono durante horas para deshacer el entuerto y aguantando que una señora me dijera “Cariño” y “Mi amol”. Será que habremos comido del mismo plato, digo yo.
Cada vez hay menos libertad. Ya ni navegando en internet.
¿Qué me dicen de las cookies? ¿Por qué razón tengo que pasar parte de mi vida aceptando cookies? ¿Por qué no hay un botón que pueda pulsar que ponga “aunque muera y resucite tres veces no acepto cookies y no me pregunte más”?
En 1833 Larra escribió su famoso artículo satírico “Vuelva usted mañana” en el que explicaba cómo un francés quería hacer unas gestiones burocráticas en España en 15 días. Ya se pueden imaginar que la cosa no acabó bien.
A veces pienso que la cachaza sigue igual, lo único que ha cambiado es que ya no te tratan de usted. Hay cada vez menos respeto y menos cortesía.
No quiero empezar el año con ideas negativas porque ya bastante hemos tenido de eso.
Ni quiero que me tilden de vampiro de energía.
Solo imagino un nuevo año en el que todo empieza a su hora exacta y en el que fluya la cortesía y las buenas maneras.
El tiempo que se ahorraría sería descomunal y habría más gente sonriente.
Imagínese que se propone para el 2021 hacer la parte que le toca.
No te he dicho nada y te lo he dicho todo.
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