Tolerancia cero ¿Tiene grados la tolerancia?
Una expresión afortunada. Pero muy manida, a pesar de ser relativamente nueva entre nosotros y estar su difusión asociada a determinados comportamientos que no son aceptables para la paz y armonía de una comunidad. Me refiero a acciones como el delito, el tráfico de armas o el ejercicio de la violencia, que afectan a la convivencia social en cualquier parte del mundo, y han dado lugar a un cuerpo de legislaciones o políticas de actuación (no confundir) que se preocupan por prevenirlas y luego condenarlas de manera radical. Ese es el concepto clasificador de tolerancia cero, como postura que se adopta frente a algunos temas y que, así a vuela tecla y atando cabos, creo recordar tuvo que ser a finales de la primera década de este siglo, cuando lo empecé a oír a más de uno del Gobierno del momento: “Tolerancia cero con el terrorismo”, “Tolerancia cero con la violencia de género”, “Tolerancia cero a la delincuencia”, “Tolerancia cero para los conductores ebrios”.
Y desde entonces la expresión hizo fortuna y se fue instalando con la rapidez de una epidemia gramatical en todos los ámbitos de nuestra vida: desde los medios de comunicación (“La Ertzaina aplica tolerancia cero frente a los proetarras”, hasta la calle (“Mis padres tienen tolerancia cero con mis estudios”), pasando por diferentes sectores profesionales y académicos (“Los cardiólogos aconsejan tolerancia cero con el colesterol”). Tolerancia entendida como “actitud de la persona que respeta las opiniones, ideas o prácticas de las demás, aunque no coincidan con las propias” y cero, como valor matemático del nivel de aplicación de dicha actitud ante determinada conducta, a fin de evitarla por considerar que se desvía de lo establecido. Y así, en el primer caso, tras el titular de la portada, el periodista abundaba en la noticia hablando de la presencia de 300 manifestantes, lluvia de todo tipo de objetos, 9 detenidos y 11 heridos (cinco agente y seis manifestantes), y de ahí lo de tolerancia cero.
Intolerancia absoluta. Pero es que, por los resultados de la refriega, no hubo ni pizca de permisividad y nada de tolerancia por lo que hubiera sido más correcto hablar directamente de prohibición e intolerancia, entonces, ¿por qué no emplear este sustantivo en vez de la susodicha expresión? Admito que como titular radiofónico, en prensa escrita o televisivo la expresión tolerancia cero puede valer, pero, una vez entrado en harina, seguir expresándose de la misma manera, creo que es encorsetar el idioma, simplificarlo sin necesidad. En mi opinión habría que sustituir el valor numérico por adjetivos calificativos adecuados y componer expresiones del tipo: tolerancia nula, mínima tolerancia, tolerancia inaceptable o las que usted tenga a bien aportar. Como si utiliza solo intolerancia, aunque esta palabra quizás no sea todo lo políticamente correcta que los tiempos que corren exigen, una época de remilgos lingüísticos en los que palabras como ésta no están bien vistas, caen antipáticas.
Y es que estamos más pendientes del aspecto y el continente de las cosas que de su consistencia y contenido. No importa que algo sea malo, lo importante es que no resulte desagradable, de modo que si intolerancia nos parece mal, por no dejarnos en buen lugar, pues no la llamamos así y utilizamos “tolerancia cero”, que suena mejor y más redondo ahorrándonos de camino tener que pensar en adjetivos calificadores. Tal como lo veo, tolerancia cero, ejemplifica otra forma de reflejar cómo la gente tiene más miedo a la expresión de la realidad que a la propia realidad. Ahora que le cuento esto, me viene a la mente la cansina matraca ‘políticamente correcta’, pero incorrecta desde el punto de vista gramatical, del “roteños y roteñas”, “sevillanos y sevillanas”, “andaluces y andaluzas”, “todos y todas”, “queridos y queridas”. Incorrecta pues existe el masculino genérico y ahí lo dejo. No, no hay duda que vivimos una época de remilgos lingüísticos, cargada de estultos, perversos y maleducados modales. Intolerancia absoluta.
¿Tiene grados la tolerancia? Ni que decirle tengo que la tiene, y por supuesto no pienso en absoluto que esté mal buscar la precisión a la hora de hablar o escribir, pero de ahí a introducir un cuantificador matemático en según qué términos, puede que resulte sintomático y, hasta cierto punto, sospechoso. Es jugar con las palabras que, por experiencia propia y ajena bien sé (casi) siempre suele ser peligroso o contraproducente y siempre, siempre, una actividad interesada. Le digo esto porque, de un lado, si la tolerancia existe entonces ya no es nula, de modo que ¿a qué viene el cero? Resulta del todo inconveniente, por incongruente, unir determinados sustantivos con el adjetivo cardinal cero, que expresa la falta absoluta de cantidad o un valor nulo. Y de otro, si algún grado de tolerancia se admite ¿cómo se debe expresar ese valor numérico? ¿Hablaremos de tolerancia 4 y de tolerancia 8? ¿Por qué no tolerancia del 5% o tolerancia del 3%, como en Ingeniería y Diseño, para referirse al margen de error admisible? Total, puestos a expresar.
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FUENTE: Enroque de ciencia












Rebelderota | Miércoles, 25 de Noviembre de 2020 a las 17:31:22 horas
Tolerancia cero a los cordones sanitarios antidemocraticos.
Tolerancia cero a la antidemocratica memoria histórica mentirosa.
Tolerancia cero con los que quieren destruir la unidad nacional de España.
Tolerancia Cero con los delicuentes sean inmigrantes o no.
Tolerancia cero con los golpistas catalanes .
Tolerancia cero con el Comúnismo dictatorial.
Tolerancia cero con los abusos de la Banca , la falta de Sanidad Pública , con la falta de viviendas para todos , con la falta de una buena educación.
Tolerancia cero con este gobierno PSOE, IU y Podemos por su mala gestión de la pandemia
Y tolerancia cero por miles de cosas más .
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