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Redacción
Viernes, 06 de Noviembre de 2020

Amistades II (por Ángela Ortiz Andrade)

Teresa colocaba una maleta junto a varias cajas apiladas en la entrada del apartamento, se sobresaltó cuando el telefonillo sonó justo encima de ella. En la imagen del videoportero vio a su amiga Cris, que estaba ahuecándose la melena y a Mar, que se subía los vaqueros tirando de la cintura, moviendo las piernas alternativamente.  -“Ya estalló la bomba, mucho ha tardado” Les abrió y al besarlas comprobó que fuera debía hacer bastante frío, porque tenían las mejillas heladas; les preparó un chocolate calentito.

 

   -“¿Qué, que no os lo creíais y habéis venido para comprobar que es verdad? Pues mirad lo que estoy haciendo, preparándolo todo para irme de aquí mañana mismo, que ya es día 1. Afortunadamente Yago se fue hace dos semanas a casa de sus padres, porque si no, yo no hubiese aguantado aquí con él”

 

   -“¿Pero nena, qué ha pasado? Después de tanto tiempo de novios, os alquiláis un piso para vivir juntos y no habéis durado nada, ¿qué han sido, tres meses?” Dijo Mar.

 

   - “A ver, vosotras dos ¿me queréis decir dónde viene escrito que cuando una pareja vive junta es ella la que tiene tooooodas las responsabilidades del hogar? ¡Porque eso a mí no me lo dijo nadie! Desde que nos vinimos a vivir juntos, he sido yo la que ha tenido que hacerlo todo, ¡TODO! La gota que colmó el vaso fue cuando me entró gripe, malísima de acostarme que estuve, niñas;  incluso me dieron de baja y el muy idiota tuvo el morro de acercarse a la cama para preguntarme que qué le había preparado para la cena. Esa noche se tuvo que ir de aquí, porque de lo contrario, o salgo yo por el balcón o sale él, creo que en mi vida he dicho tantas barbaridades, pero me quedé tan a gusto que hasta se me bajó la fiebre y pude dormir de un tirón”

 

   -“Pero chica, llama a una persona que venga a echarte una mano como solemos hacer las que trabajamos”, volvió a replicar Mar.

 

   -Mira Charco (El grupo de amigas a Mar la llamaban Charco, porque era tan delgada, que decían que a Mar no llegaba), tú y tu chico os pasáis todo el día trabajando y es normal que necesitéis a alguien para que os ayude ¿pero de verdad crees que dos personas con horarios estándar de trabajo no pueden ponerse de acuerdo para hacer las tareas de la casa juntos? Yo creo que sí, pero claro, para ello hay que estar dispuesto y Yago no lo estaba para nada, es más, lo ponía aún más difícil porque aparte de no implicarse, era yo la que tenía que recoger todas las mierdas que iba dejando por ahí, porque es un guarro ¡¡Y NO ME DA LA GANA!!

 

    Intervino Cristina: -“Pues yo no entiendo de qué te quejas, es lo que solemos hacer todas y es lo normal. Tan solo hace falta buena organización y nada más, a ti lo que te pasa es que eres un desastre y ni siqui…”Teresa la cortó de golpe levantando la palma de la mano: -“No cariño,  lo normal es que si dos personas trabajan fuera y comparten una vivienda, también tienen que compartir las faenas que van asociadas a esa convivencia  o ¿qué pasa, que después del trabajo él se puede ir a hacer lo que le dé la gana y yo no?, ¿Por qué? De verdad, que pienses como la gente de hace cien años me da mucha pena; joder tía, dime que te comportas como Wonder Woman que todo lo puede porque te gusta, pero no te permito que digas que eso es lo normal, porque no lo es, ¡¡¡NO LO ES!!!”

 

   -“¿Hablaste con tu suegra?” preguntó Mar.

 

   -“Sí, a los cinco minutos de llegar Yago a su casa me llamó. No le dio tiempo a decir nada, porque fui yo la que le di la enhorabuena por haber criado a un inútil y le colgué. Llamó dos o tres veces más, pero desconecté el teléfono ¡si ya su niño ni me gusta siquiera! debería de haberle cantado la canción de Shakira que dice “Que el cielo y tu madre cuiden de ti, que yo me voy de aquí”.  Teresa acompañaba la canción con movimientos exagerados de cadera.

 

   Las tres comenzaron a reír a carcajadas. Las visitantes acordaron pasar el resto de la noche con su amiga para ayudarla por la mañana a transportar sus cosas, ambas avisaron a sus respectivos maridos con sendos whatsapp, el de Charco contestó y estuvo un rato en contacto con ella, el de Cris, no; ni siquiera leyó el mensaje.

 

   -“¡Oye nena, pon una peli!

 

   Teresa fue a por un estuche que tenía en una de las cajas, de él sacó un Pen drive que conectó al televisor. Pasaron el resto de la noche bajo el nórdico viendo a Bridget Jones entre cabezada y cabezada.

 

   En uno de los pequeños edificios del centro del pueblo, la novia a la fuga se encontraba presionando el timbre de un portón blanco, arrastraba un gran trolley, tras ella sus amigas la flanqueaban sosteniendo una caja cada una, habían optado por ocultar parte del rostro con grandes gafas de sol (las de las resacas). Se abrió la puerta y apareció un hombre joven y muy guapo. Las dos escoltas se miraron boquiabiertas al unísono y volvieron a clavar los ojos en el muchacho que agarró el trolley de su nueva huésped y se echó a un lado para dejar que pasaran todas. El piso era muy luminoso y estaba impecable, fueron a la habitación de Tere donde había sobre la cama doblados un juego de sábanas y otro de toallas, parecían nuevos; en el ambiente olía a café. El anfitrión ofreció a las chicas el desayuno, pero las tres optaron por bajar a uno de los bares que tenían cerca “una de las ventajas que tiene vivir en el centro”, pensó Tere.

 

   Se sentaron en la plaza, junto al chapoteo de la fuente, ordenaron al camarero sus pedidos y quedaron en silencio. Cris tamborileaba la mesa con las uñas, Mar apoyaba la cara entre las manos, ambas miraban fijamente por encima de las gafas a su amiga a la espera de que dijera algo.

 

   -“¡¡AAaahh, sois insufribles!! Se llama Jorge, lo conocí a través de una compañera mía de trabajo, me dijo que a un amigo de su hermano se le había quedado una habitación vacía que estaba anteriormente ocupada por un maestro interino. Tranquilas, es de confianza y sí, tiene diez años menos que yo”.

 

   -“¿Os habéis enrollado?”.

 

   -“Ese es mi objetivo”.

 

   Después de disfrutar del desayuno y de la charla, se despidieron con un beso; ambas le dijeron algo al acercarse, Cris dijo “sé buena” y  Mar “no le hagas caso”

  

 

Ángela Ortiz Andrade

 

      

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