Cinco minutos (por Luis Cabaneiro Santomé)
Reconoció que el estrés le pasaba factura y necesitaba cambiar cuando, metido en aquella vorágine de tráfico y nervios, increpando a cada coche y peatón con que se cruzaba, rozó a otro coche y continuó sin detenerse porque llegaba tarde al trabajo.
Pasó el día entre sobresalto y sobresalto y, ya siempre, con esos cinco minutos de adelanto. Cuando regresaba a casa un camión se cruzó en su camino y mientras moría vio los cinco minutos que ahora le sobraban, los que hubiera necesitado para solucionar el roce con el coche y con los que el camión ya habría pasado. Un contratiempo lo habría salvado si se hubiera dado cuenta de que algo lo frenaba y le ofrecía el tiempo que su vida necesitaba para continuar.
Aunque bien pudieran ser también los cinco minutos que hubieran permitido a ese camión llegar a su encuentro si hubiera parado a solucionar el roce; así que, hay otra lección mejor: no te fíes en esta vida ni de tu sombra por si es la misma que te quiere meter directito en la otra.
El corazón nos muestra la posibilidad de algo especial detrás de cada contrariedad; la razón nos demuestra que no tendremos que esperar al desenlace de nada para comprobar que todo en la vida sigue un curso normal y que, si detrás de la contrariedad hay algo especial, es nuestra imaginación.
Luis Cabaneiro Santomé

































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