Por fin un tema para tenernos entretenid´s en otra historia y que nos olvidemos por un momento del terrorífico ascenso del coronavirus. Lejos quedó la fuga del emérito y la polémica monarquía-república, que a los poderes no les ha interesado que permanezca mucho tiempo en el candelero, no sea que la gente se lo tome en serio, cosa que personalmente siempre dudé. ¿Cómo preocuparnos de temas tan intranscendentes habiendo fútbol?

No bastaba con una recuperación acelerada del síndrome de abstinencia futbolera de meses atrás a base de partidos del siglo cada dos días, si el ying y el yang del horizonte de los intereses patrios, dicho sea de otra manera, Real Madrid y F. C. Barcelona, no pintaban mucho, para la sufrida comunidad carpetovetónica la motivación caía en picado.

Pero en la anodina cotidianidad del españolito de pro faltaba algo que dinamitara su indolencia… ¿y quién mejor que el Dios del fútbol? Leo Messi ha vuelto para recuperar los ánimos del planeta futbolero o lo que es lo mismo, de la amplísima mayoría de esta sufrida nación de naciones.

La noticia, tomada como una bomba informativa por la prensa y como consecuencia por todo el país, estalló de forma sorpresiva. En su hiperbólica escenificación hubo informador que lo calificó como la noticia deportiva del año. Por Dios, ¿acaso no es más noticia celebrar los eventos deportivos que mueven millones de personas sin público en las canchas? ¿O incluso, la valiente y comprometida respuesta del mundo del Basket NBA, en la campaña Black Lives Matter, a las salvajadas racistas sufridas por ciudadanos americanos? “Esto es España, señores” que dijeron Las Madres del Cordero en “Castañuela 70”

Messi se quiere ir del Barça y así se lo ha anunciado a su directiva. El instrumento, un temido bureau-fax, corto y distante, pero de efecto demoledor y de indudable valor legal. A partir de aquí, el hecho convertido en primera plana de las publicaciones de los medios oficiales de nosotros y de medio mundo. ¡Ya tenemos de qué hablar!

Aparte de la enorme satisfacción de la facción mayoritaria, mayormente blanca, las corrientes de opinión, en este caso de la afición opuesta, facción blaugrana, han sido tan dispares como disparatadas, discúlpese el abuso en la aliteración. La postura oficial del club, apoyada por la hinchada más fanática, considera a Leo Messi un traidor que no merece ni el pan que come, ahora viene aquello de “al enemigo ni agua”. De nada han valido veinte años (20) de lo mejor de la vida deportiva de quien se ha considerado como el más grande de todos los tiempos, ¿es que acaso se le puede pedir más? Parece ser que aquí lo que se espera y lo que se exige es la entrega total a pesar de todos los pesares. No se puede entender que un futbolista genial, que se ha dejado la piel por el club, esté cansado de ver pasar las temporadas, acercándose cada vez más al final de su carrera, sin alcanzar ni la mínima parte de todos los éxitos que por su calidad merecía haber conseguido, veinte años, repito, que no se olvide.

Como el problema no se soluciona solo, y menos con las absurdas propuestas que le han presentado al jugador: aquello de que se tiene que quedar a cumplir su contrato, o que no saldrá si no trae los 700 millones de Euros, el valor de la cláusula, o que acepte quedarse en el club a cambio de que el presidente presente su dimisión. Entre tanto la furibunda afición, sin un mínimo de capacidad de racionalizar, o bien ponen a parir a Leo, o ponen a parir a Bartomeu. Queda claro que se empeñan en que se quede Messi, sea como sea.

Esto, que parece ilógico, choca frontalmente contra los intereses deportivos del club. En lo que todo el mundo blaugrana está de acuerdo es que el equipo necesita de forma ineludible un cambio radical, tras varios años en caída libre y arrastrando tan humillantes derrotas como las eliminaciones de Champions League, cada vez más dolorosas, en especial, con el Liverpool en 2019 y más aún, con el Bayern Munich en 2020. El patrón de juego del FC Barcelona no ha evolucionado en décadas y aquello que en su momento maravillaba, con los años ha ido degenerando en el aburrimiento y la incapacidad. En el fondo era la crónica de una muerte anunciada.

Por eso, la contratación de un nuevo entrenador, Ronald Koeman, avalado por su excelente trabajo con la Selección Holandesa, permite, si se tiene la paciencia necesaria, pensar en poder volver a ser pronto alternativa. ¿Se imaginan que con sus exigencias Messi se viera obligado a quedarse un año más? ¿Cómo tratar de crear un nuevo proyecto cuando el jugador clave, el mejor, no estará motivado en absoluto y sabiendo que, como máximo, pasado un año, saldrá dejando todo lo iniciado a medias en el mejor de los casos? ¿Es que sueñan con su renovación? No hay que estar mal de la cabeza para pensar eso ¿Se ha pensado en el desánimo que provocará en el resto de la plantilla? ¿Y en otro año perdido, cuando desde ahora mismo se podría empezar a trabajar el nuevo proyecto?

Si se tuviera un mínimo de sensatez se abordaría una negociación con Leo Messi o con cualquier equipo interesado, teniendo en cuenta que el jugador tiene razón en interpretar que puede dejar el club según el espíritu de la cláusula contractual alegada. Si con ello se pudiera conseguir la contratación de jugadores apetecibles para el club mediante un intercambio, o un traspaso, que no tiene mucha base legal y que habría de ser muy inferior a lo que desde el club se supone, bienvenido sea. Todo menos quedar en el absoluto ridículo de obligar a quien tanta gloria nos dio a l´s barcelonistas, que hoy en día no cabría en un nuevo proyecto, a no ser que se piense que todo vuelva a depender absolutamente de él como hasta ahora y que ya sabemos hacia donde nos lleva.

Habrá que pensar si queremos un verdadero cambio o será un capítulo más del fracaso por conocido más inaceptable.

Lo que sea sonará, y seguro que no dejará contentos a todos.

Manuel García Mata