En verdad, las pasarelas de madera en las playas, proyectadas  para facilitar el acceso a la zona de baño, a personas de movilidad reducida, bien con muletas, sillas de ruedas, mamas con cochecitos de niños, etc. son una extraordinaria idea, no obstante me comentaba hace unos días un señor afectado en su desplazamiento de forma normal —en su caso, mediante muletas— que dichas pasarelas son muy cortas en su trayecto, ya que quedan bastante alejadas de la zona de baño, suponiéndole un verdadero esfuerzo llegar hasta la arena húmeda y apelmazada, pero que en verdad esa dificultad la encontraba, no sólo él sino las personas en sillas de ruedas, mamas con carritos, etc.

Cierto es que nuestras playas está sometidas a una irregular subida y bajada del mar, dependiendo del coeficiente de las mareas, de acuerdo a la posición lunar del momento, lo que es previsible gracias a los libros de mareas existentes y conocidos, por lo que los empleados del servicio de playa no tienen que estar cada día colocando y retirando tramos de pasarela al vaivén de dichas mareas, pero sí es posible extender bastantes metros más para facilitar el consabido acceso a los usuarios que lo necesitan, principalmente a las personas afectadas en su movilidad física. Aprovecho la ocasión para felicitar al Sr. Delegado de Playas, así como a su equipo al completo, por atender perfectamente su misión encomendada, dura tarea, a la que hay que sumarle la situación anómala de la pandemia.

Prudente Arjona Lobato