Por culpa del Coronavirus, los madrileños últimamente se quejan de que se ha extendido la madrileñofobia, y de que en resto de España los tratan mal. Bueno, bienvenidos al club.

Lo digo porque a los andaluces en general nos tratan con condescendencia – en el mejor de los casos – cuando no nos consideran abiertamente inferiores. Y lo digo yo, que soy el andaluz menos andalucista que existe, pero en esa minusvaloración de los andaluces los madrileños son los que llevan la voz cantante. No se me oculta que había motivos políticos. Andalucía era para el PSOE como Vizcaya para el PNV, y los peperos madrileños daban caña que daba gloria. Pero se ha visto que no solo eran motivos políticos, porque ahora gobierna el PP en Andalucía y van casi de lo mismo.

Un símbolo de esto es el ridículo desprecio por parte del madrileñismo de uno de nuestros iconos andaluces, esto es, la cerveza Cruzcampo. Internet está lleno de estúpidos chistes sobre Cruzcampo, casi todos de los madrileños, mientras ellos beben su Mahou, que hasta el nombre lo tiene feo.

En realidad, Madrid es la comunidad más independentista de España. Van a su absoluto aire. Más que Cataluña o el País Vasco, y su desprecio hacia las demás regiones proviene fundamentalmente de un dato: son quienes tienen la renta per cápita más alta. De hecho, el ombliguismo de Madrid es mastodóntico, y en España todo lo que no ocurre en Madrid no ocurre en realidad.

Soy poco defensor del acento andaluz (más que poco, nada), pero para que alcance una consideración favorable solo tendríamos que cambiar la rueda económica: ser nosotros quienes tuviéramos la renta más alta. Lamentablemente eso no va a ocurrir. Nunca. Así que, de momento, no está mal un poco de madrileñofobia. Solo los perdonaremos si comienzan a beber Cruzcampo. Es el salvoconducto.