Diario del año del coronavirus
Quid pro quo
Balsa Cirrito
La semana pasada un amigo llegó a Rota con una chica malagueña. La llevamos por la noche a la zona de los aledaños de la plaza de la Cantera. Se quedó flipada. “Ahora mismo en Málaga – dijo – no hay nada ni remotamente tan animado como esto”.
Entiéndase que Málaga es una zona, como todos sabemos, hiperturística, donde el centro siempre está petado de guiris y donde hablar español es una extravagancia al alcance de no todo el mundo. Pero, claro, al ser un turismo extranjero, el Coronavirus está haciendo estragos allí, y, según me cuentan, la sensación de ver vacías calles llenas de animación otros años, resulta altamente melancólica.
Lo digo, porque con una estimación a ojo, juraría que Rota no anda muy diferente de otros veranos. Veo los bares y las calles con un tono parecido a otras temporadas. De hecho, me atrevería a asegurar que el mes de junio ha sido incluso más masivo de lo habitual. El tráfico es igual de insoportable que cualquier otro año, y aparcar el coche continúa siendo comparable a ejecutar dos o tres de las siete pruebas de Hércules.
Traigo esto por una razón. Al principio del confinamiento creo que fui el primero que pidió un trato especial para la hostelería. De hecho, en un artículo propuse que el centro de Rota se convirtiera en una especie de inmenso bar a cielo abierto. Sin embargo entiendo que igual que Rota tiene una obligación con sus establecimientos, sus establecimientos también la tienen con Rota.
Habrán observado que la mayoría de los bares y restaurantes tienen este año más mesas que el pasado. Como han tomado las calles, el bar que la temporada pasada ponía cinco mesas fuera este año pone siete (u ocho). No me parece mal. Al fin y al cabo se han llevado varios meses cerrados y sin un solo euro de ingreso que llevarse a la boca. Ahora bien, esa ocupación de las calles no debe significar que se ensucien impunemente los alrededores. Muchos bares dejan como una marca de su presencia, y a medida que nos vamos acercando vamos encontrando el rastro de servilletas por el suelo.
O sea, que si yo fuera el concejal responsable de esta cuestión les diría a los bares y restaurantes algo así como: “Vale, de acuerdo, os dejo ocupar las calles. Pero vosotros os tenéis que responsabilizar de la limpieza. Y obligatorio que cada mesa que pongáis fuera tenga una papelera o un cesto para echar la basura. A quien no cumpla se le quitan las mesas. Así que ojito”.
Lo ideal es que el beneficio de unos no sea la molestia de otros. Tampoco es tan difícil.
Incrédula | Domingo, 19 de Julio de 2020 a las 17:00:46 horas
El incremento de población es un peligro, teniendo en cuenta que muchos de los veraneantes vienen de zonas de contagios. Rota ha tenido pocos infectados, y desde que acabó el Estado de alarma, se han puesto en cuarentena dos edificios de Virgen del Mar. Quizás sea mejor tener menos aglomeraciones para proteger a los ciudadanos. Por lo visto poco hemos aprendido del estado de alarma y el confinamiento. Dentro de nada volveremos al mismo punto de partida, estado de alarma. No se que quiere demostrar el que escribió este artículo.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder