Diario del año del coronavirus
La gran paradoja
Balsa Cirrito
Creo que es posible que Donald Trump gane las próximas elecciones de su país. Aunque si lo logra, será gracias a sus críticos. Sobre todo a las manifestaciones contra él y contra los monumentos de presuntos esclavistas. Parece una ley. Nos movemos no por afectos, sino por odios, y basta con que aquellos que detesto ataquen cualquier cosa para que yo la defienda con fuerza. Y es una ley que se aplica a todo el mundo.
Aunque lo mismo pasa si algo es defendido por aquellos que detestamos, que lo que estos defienden resulta perjudicado. Por ejemplo, nadie ha hecho más en contra de la fiesta de los toros que VOX cuando se ha puesto a defenderla. Gracias a ellos los toros ya están muertos como espectáculo, y no son sino un recuerdo del pasado. Lo que no han logrado los ecologistas en decenios lo habrán logrado las huestes de Abascal en un par de años. Y tiene mérito, porque taurinos había tanto de izquierda como de derechas. Si me apuran, las manifestaciones artísticas más destacadas sobre los toros son de gente izquierdosa: Picasso, Lorca, Alberti...
¿Recuerdan el No a la guerra? Sin duda se trata de la serie de manifestaciones más multitudinarias de la historia de España. Sin embargo, con tanta gente como fue a aquellas manifas, lo que lograron fue sobre todo fortalecer al PP. De hecho, si no hubieran existido los atentados del 11M y, sobre todo, la posterior actuación desatinada de Aznar, el partido de la gaviota habría ganado cómodamente las elecciones.
Sigo, que voy embalado. El problema palestino hace decenios que se habría solucionado si no existieran los que luchan por los palestinos, especialmente, los amigos del pueblo palestino. Es más, si los palestinos no hubieran tenido tantos amigos que los apoyaban, el problema ni siquiera se habría suscitado, porque habrían aceptado el primer dictamen de la ONU. Imagínense sin conflicto palestino cómo habría sido el mundo los últimos 70 años.
¿Otro ejemplito? Venga. La bandera española. La bandera española desde hace tiempo ha sido piedra de discusión. No vamos a entrar en detalles porque hay razones de todos los colores. Lo que sí es cierto es que la enseña nacional está absolutamente contaminada. Es imposible que represente a todos los españoles. Sobre todo gracias a quienes la defienden. El puntillazo – valga el término taurino – se lo dieron los manifestantes del barrio de Salamanca. Si se utiliza la bandera de España para aporrear a otros españoles, parece claro que esos españoles no van a decir: “oh, gracias por recordármelo, es una bandera muy bonita. Voy a poner una en mi ventana”, sino que su actitud será más bien la contraria. Tanto es así, que, en mi opinión, no sería malo que cambiáramos de bandera. Una que no fuera ni la rojigualda ni la republicana, porque las dos están muy contaminadas (y lo que estoy diciendo, no es algo tan friki: Nueva Zelanda cambió su bandera el año pasado).
¿Qué conclusión sacamos de todo esto? Seguramente varias, pero la principal es la siguiente: cuidado con lo que defendemos. Y cuidado con lo que atacamos. Porque probablemente estemos consiguiendo lo contrario de lo que pretendíamos. ¿Cómo actuar, entonces? Verán, en 2011, en medio de una grave recesión, hubo elecciones en España. El principal asesor de Rajoy le dio el siguiente consejo: “Quédate en tu casa. No hagas nada de aquí al día de las elecciones”. Rajoy ganó por mayoría absoluta.
Definitivamente, hacer cosas está sobrevalorado.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.84