Diario del año del coronavirus
Calentamiento global: nada que ver con los termómetros
Balsa Cirrito
Tengo la sensación de que el Coronavirus está actuando, aparte de su oficio reconocido de virus, como una especie de acelerador de partículas (el muy joputa practica el pluriempleo). Yo diría que ahora todo se calienta más rápido, al menos en la vida pública. El tema estrella, últimamente, es desde luego el racismo, y casi podríamos estar agradecidos que nos saque del monocultivo del COVID en el que vivíamos. Ver como un telediario se abre con unas pintadas sobre la estatua de Churchill (cosa que no me molesta mucho, para qué nos vamos a engañar) o con Trump protegido por el ejército – que previamente ha limpiado a porrazos una plaza – acudiendo a una iglesia, casi se agradece.
Pero no quiero hablar del racismo extranjero. A menudo oigo que los españoles no somos racistas, lo cual no es cierto ni de coña. Puede que no seamos racistas de la misma manera que es racista un holandés, pero serlo, lo somos. Yo diría que, sobre todo, somos xenófobos. O sea, más que la raza - aunque también – los que nos molesta son las costumbres extrañas, particularmente si proceden de pueblos pobres.
El ejemplo más claro lo tenemos con los gitanos. Los gitanos sufren y han sufrido una terrible discriminación de todo tipo a lo largo de su historia en España. Hasta la aprobación de la Constitución, el manual de la Guardia Civil, por ejemplo, decía que un gitano, por el mero hecho de ser gitano, era sospechoso de delito. Por supuesto, miramos con desconfianza a los gitanos porque tienen algunas costumbres extrañas. Y no es infrecuente que algunos miembros de la raza calé estén envueltos en asuntos de droga o de delincuencia, cierto. Pero, ¿qué queremos? Los hemos tratado a patadas durante una eternidad, y luego pretendemos que se porten bien y no den problemas, que sean buenos ciudadanos y nos agradezcan el dinero que los servicios sociales emplean en ellos. Oh, decimos, ¿por qué no sois abogados o cirujanos como los payos? Dejando aparte que algunos – por fortuna – ya lo son, se trata de una pregunta estúpida y cruel, y que solo tiene una respuesta: porque han tenido menos oportunidades.
Porque lo cierto es que un gitano a la segunda generación de familia no desestructurada, con trabajo y domicilio fijo se convierte en un ser absolutamente indistinguible de un payo. Y a la tercera es muy probable que él mismo ignore que es gitano. Y a la cuarta ya casi es tan ario como un alemán (o como un independentista catalán, que son los más arios de todos).
Por eso me parece un poco, no voy a decir ridículo, pero sí absurdo, que nos pongamos a manifestarnos delante de la embajada de los EEUU cuando tanto tenemos nosotros que mejorar. ¿George Floyd? No, mejor preocupémonos de los montoyas, heredias y camborios, que los tenemos más cerca. Mejoremos sus condiciones de vida y veremos como desaparece el problema gitano.
PD. Si algún lector se espanta de la referencia a Churchill, hay que decir que si han pintado sus estatuas con la palabra “racista” bien está, porque Churchill era extremadamente racista. Y además, supremacista británico. Algo así como Puigdemont pero a lo bestia (o a lo más bestia todavía). En sus memorias dice cosas sobre los españoles que reflejan un profundo complejo de superioridad y que a mí, como español, me tocan bastante las orejas. Y si hubiera perdido la II Guerra Mundial habría sido juzgado por criminal de guerra, porque fue responsable de un porrón de ellos. ¿Evitó que ganaran los nazis? Pues sí, pero más todavía hizo Stalin (que como joputa era todavía más joputa) y no vamos a reverenciar su memoria.
A Chirrito | Miércoles, 17 de Junio de 2020 a las 15:51:42 horas
Que ya a empezado el fútbol que no están calentando están jugando, significa el 1,3 del PIB de este País, se lo explica Usted a su hijo en el patio ese de poca dimensión que no se había Usted dado cuenta que lo tenia o darle esa importancia de lo que significa algunas cosas
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