Según el informe publicado semanas atrás por el grupo de investigadores Imperial College de Londres publicado en la revista “Nature”, las medidas de confinamiento puestas en marcha por los diferentes gobiernos europeos han evitado la muerte de más de tres millones de personas en Europa. En España, según dicho informe, las medidas del gobierno español de cierres de colegios y confinamiento han evitado alrededor de 450.000 muertes.
Cuando me enteré de la noticia, inmediatamente me vino a la memoria las manifestaciones llevadas a cabo en el “selecto” barrio de Salamanca, y las caceroladas contra “la falta de libertad” que esgrimían como principal eslogan los pijos vecinos de dichas calles. Me acordé de los manifestantes, exhibiendo patriotismo, sentados en descapotables de alta gama por las calles de Madrid y otras ciudades.

Creo que la inmensa mayoría de ciudadanos de este país nuestro ha contemplado con total indiferencia las exteriorizaciones de estos ciudadanos. Estoy convencido que ni siquiera la comprendían. Sobre todo porque no presentaban alternativa a las medidas puestas en marcha para frenar la expansión de la epidemia. Ni ellos ni el grupo político que las promovían.

Poco a poco volvemos a la normalidad, aunque esta lleve el calificativo de nueva, y las cacerolas, sartenes y demás utensilios de cocina regresarán a las manos de las personas que atienden el servicio doméstico de estos compatriotas que se han sentido “enjaulados como animales”, como pudimos oír de boca de alguna ciudadana que asistía a la manifestación.

Estas preocupaciones están lejos de la mayoría ciudadana que cuando se manifiesta lo hace por el mantenimiento de la Sanidad Pública, por la Defensa del Empleo, por la Defensa del Sistema Público de Pensiones, por la Educación Pública...

No digo que sea imposible encontrar a algunos vecinos de este barrio en algunas de estas reivindicaciones, pero creo que es difícil.
 

Antonio Franco García