Quantcast
Carlos Roque Sánchez 1
Sábado, 11 de Abril de 2020

‘El poeta en el infierno’ de Oscar Wilde

[Img #132418]Casi tres meses ya sin traerle a quien sin duda es un autor con cuento, y del que este año conmemoramos el centésimo vigésimo (120.º) aniversario de su fallecimiento. El de hoy es uno de esos cuentos supuestamente improvisados en alguna de sus reuniones con amigos que, deslumbrados por su temática y exposición, con posterioridad se encargaron de transcribir ante la pasividad de él por hacerlo. Uno más con el que el escritor irlandés deleitó a sus escuchantes y que gracias a sus amigos fue publicado. Éste nos habla del averno, ese lugar donde según muchas religiones y después de la muerte, son torturadas ‘ad eternum’ las almas de los pecadores. Sólo a alguien con el ingenio al rojo vivo de Wilde, se le podía ocurrir un infernal cuento como éste. Les dejo con él.

 

El cuento. “Entre toda la espléndida compañía que puede hallarse en el Infierno, de amantes y queridas, de hombres de ciencia y poetas, entre los incesantes movimientos de los cuerpos de los condenados, que giran y se agitan para librarse del tormento de sus almas, una mujer estaba sentada a solas y sonreía. Tenía el aire de quien escucha, la cabeza siempre erguida y los ojos alzados, como si una voz la llamase desde arriba.

 

- ¿Quién es esa mujer, la de los suaves miembros de marfil y el largo cabello que cae sobre sus hombros? -preguntó un recién llegado, impactado por la rara belleza de su rostro y por su expresión enigmática- ¿Por qué es la única alma cuyos ojos miran hacia arriba?

 

Aún no había terminado de hablar cuando un hombre se apresuró a responderle; llevaba en la mano una corona de hojas marchitas.

 

- Dicen que en la tierra era una gran cantante -le explicó al recién llegado-, cuya voz era como estrellas cayendo de un cielo despejado. Cuando la muerte se la llevó, Dios tomó su voz y la elevó hasta los ecos eternos de las esferas, pues le parecía una voz demasiado hermosa para dejarla morir.

 

Y ahora ella la reconoce al oírla y, recordando que alguna vez fue suya, comparte con Dios el placer de escucharla. Pero no le menciones nada, ya que ella se cree en el Cielo.

 

Cuando el hombre que llevaba la guirnalda de hojas secas calló y se retiró, otro se acercó al recién llegado y le dijo:

 

-No, esa no es la historia. Es ésta: un poeta, en la tierra, escribió una canción sobre su belleza para que el nombre de ella quedara esposado a sus versos, y sus versos aún viven en los labios de los hombres. Y ahora, aquí en el Infierno, ella eleva su cabeza y puede oír cómo las alabanzas de él resuenan donde quiera que se habla cualquier idioma. ésa es su verdadera historia.

 

- ¿Y el poeta? -preguntó el recién llegado-. ¿Ella lo amaba también?

 

-Lo amaba tan poco -respondió el otro- que aquí en el Infierno se lo encuentra a diario y no reconoce su rostro.

 

- ¿Y él?

 

El otro respondió riendo:

 

-Fue él quien te contó esa historia sobre su voz. En el Infierno sigue contando las mismas mentiras sobre ella que cuando estaba vivo”.

 

A propósito. Le confieso que el motivo de traerle este cuento ahora, tiene su razón de ser. Hoy Viernes Santo de 2020, al ponerme a pensar sobre lo que quería escribir para esta ‘Opinión’ de la semana, me vino a la memoria una película que emitieron el pasado 9 de febrero en 'Versión española’, un programa de ‘La 2’ como sabe. Su título 'La lengua de las mariposas', dirigida en 1999 por José Luis Cuerda y basada en el relato homónimo incluido en el libro ‘¿Qué me quieres, amor?’ escrito en 1995 por el gallego Manuel Rivas. Y en ella tiene lugar este diálogo entre el alumno Moncho y su maestro Don Gregorio.

 

“MONCHO (M): Cuando uno se muere... ¿se muere o no se muere?

DON GREGORIO (DG): ¿En su casa qué dicen?

M: Mi madre dice que los buenos van al cielo y los malos al infierno.

DG: ¿Y su padre?

M: Mi padre dice que de haber juicio final los ricos irían con sus abogados, pero a mi madre no le hace gracia.

DG: ¿Y usted que piensa?

M: Yo tengo miedo...

DG: ¿Es usted capaz de guardar un secreto? Pues en secreto. Ese infierno del más allá no existe. El odio, la crueldad, eso es el infierno. A veces el infierno somos nosotros mismos”. Una maravilla, textual y visual.

 

Por cierto. Y ya en otro orden de asuntos le dejo con un par de inquietudes personales: ¿Existe el Infierno?, de ser así ¿a qué temperatura está? y en cualquier caso, ¿de qué estamos hablando, de ciencia o de creencia? Se lo planteo porque en términos religiosos se puede creer lo que uno quiera, pero en los científicos, en la ciencia comprobable, eso ya es otra cuestión. Y es que entre ciencia y creencia existe un cierto grado de incompatibilidad. Un científico no creerá nada hasta que lo vea, un creyente no verá nada hasta que no crea en ello y la mayoría de los hombres prefiere y encuentra más fácil creer, que tomarse el trabajo y la preocupación de investigar.

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

 

Comentarios (1) Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.27

  • Hermano Lobo

    Hermano Lobo | Lunes, 13 de Abril de 2020 a las 06:36:58 horas

    Estuve interno varios años en un colegio religioso, no mencionaré de qué congregación. Sufrí durante esos años terrorismo espiritual. La amenazas con el infierno, el tradicional, el de toda la vida, con sus llamas, sus demonios y hasta su olor a azufre, eran constantes. De pesadilla.
    Pero llegó Juan XXIII, el cual comenzó por bromear al respecto de su existencia. Lo remató Juan Pablo II cuando dijo que el infierno está aquí, por apartarse de Dios y que el cielo no es un lugar más allá de las nubes..
    Así pues quien se aparte de Dios está ya en el infierno, cuya temperatura variará en función del paralelo en que esté situado el individuo, deduzco.
    Saludos.

    Accede para responder

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.