Ni defiendo a padres, ni tiro piedras contra mi propio tejado, pero ahora que en estos días de confinamiento y "telecolegio" se habla tanto de la "brecha digital" en educación, creo que es el momento de plantearnos muchas cosas:

1. Si leemos la Orden de 17 de marzo de 2015 por la que se desarrolla el currículum de Educación Primaria, "descubriremos" que en todas las áreas del currículum (en todas todas todas), se habla del conocimiento, familiarización, desarrollo, aprendizaje y uso, por parte del alumno, de herramientas y entornos digitales desde 1º hasta 6º de Primaria. Y la pregunta es, ¿realmente se hace esto en todas las áreas de Educación Primaria desde 1º hasta 6º? Pues muy pero que muy probablemente, no; y la principal razón es porque las editoriales (los libros), obviamente, no recogen entre sus páginas esos contenidos, ya que eso sí que sería “tirarse piedras contra su propio tejado”. Sería lógico pensar que si en los libros de texto se les invita a los alumnos a indagar en la red, y hacer uso de herramientas digitales, evidentemente nos daríamos cuenta de que los libros de texto no nos harían mucha falta, y se les acabaría el negocio.

2. Deberíamos estudiar el nivel de “digitalización” de nuestros centros, y no hablo del número de ordenadores o pantallas digitales que haya en el colegio o instituto, sino también de la formación a nivel digital del profesorado, así como de la realidad de las familias que componen la comunidad educativa. En los centros tenemos ahora una gran oportunidad para comenzar a crear un buen “Plan Digital de Centro”, en el que la principal función, y la base del mismo, debe ser la formación del profesorado. Podemos tener el mejor equipamiento informático a nivel nacional, pero si no tenemos docentes que sepan sacarle el mayor de los rendimientos a ese equipamiento, es como no tener nada. Sin embargo, si tenemos maestros con un alto nivel de competencia digital, seguro que podrán enfrentarse a entornos docentes “no digitales o no virtuales”.

3. Dentro de ese “Plan Digital de Centro”, los docentes (los centros) debemos dar formación también no solo a nuestros alumnos, sino también a sus familias. Si en los centros escolares nos formamos los docentes y formamos a los alumnos, pero no formamos a sus familias, entonces es cuando se crea la “verdadera brecha digital”, dando paso no a una “brecha” sino a un “abismo” entre colegio (o instituto) y hogares de los alumnos, lo que en la mayoría de los casos no permitiría la continuidad, debido a esa brecha, de los aprendizajes del alumno en sus hogares.

4. Tendríamos también que valorar la necesidad de establecer en los centros un sistema de préstamos, como el de los libros, de dispositivos móviles. Contar con un banco de recursos digitales, ya sean móviles, tablets u ordenadores portátiles, que puedan ser usados por aquellos alumno con no cuenten con los medios ni recursos económicos necesarios como para poder hacer frente a la adquisición o compra de un portátil, por ejemplo. Muy posiblemente haya, en muchos de nuestros hogares, móviles o tablets que no usemos, pero que podrían ser de muchísima utilidad para nuestros alumnos. Aunque también deberíamos conocer realmente las necesidades reales de cada familia, ya que de sobra es sabido que existen casos en los que algunas familias parecen no poder pero es de sobra sabido que usan dispositivos digitales de alta gama.    

5. No estaría de más tampoco que nos planteemos también el poder abrir la puerta de nuestras aulas a los dispositivos de nuestros alumnos, eso que ahora se llama el “Bring Your Own Device” (BYOD), o lo que es lo mismo “Tráete Tu Propio Dispositivo (de casa)”. Con esta forma de actuar les estaremos permitiendo a los alumnos que ellos mismos puedan trabajar en el aula con las mismas herramientas que luego más tarde van a usar en sus propias casas, porque son y serán sus herramientas.

6. Y esto último nos debería llevar a cuestionar el uso de ciertos sistemas operativos llamados de “software libre”, como los usados en la mayoría de los equipos informáticos en la mayoría de nuestros centros. En la gran mayoría de los casos, esos sistemas operativos dan continuos problemas, interrumpiendo o limitando en muchas ocasiones el normal desarrollo del aprendizaje de nuestros alumnos en entornos digitales, sin mencionar además lo poco significativos que son para nuestro alumnado, ya que fuera de las aulas, la gran mayoría de esos sistemas operativos están completamente obsoletos y nadie los uso o tiene instalados en sus herramientas digitales de uso diario.

Ojalá este tiempo (forzoso) de “nueva escuela (digital)” que nos está tocando vivir, nos sirva para reflexionar sobra la necesidad de adaptarnos a los cambios y hacer frente a la verdadera realidad a la que nos tocará enfrentarnos “a partir de ayer” en nuestras escuelas y por ende en nuestra sociedad (del conocimiento).    

Abraham López Morales