Fluyamos
Rafael Nadal – sin duda alguna uno de mis ídolos – es forofo del Real Madrid, cosa que le perdono amablemente. Hace dos o tres años, en un partido importante, no sé si de Liga de Campeones o cosa similar, el público del Bernabéu comenzó a silbar a su propio equipo en medio del macht. Tras finalizar el encuentro, Rafa dijo algo parecido a lo siguiente: “mientras se está jugando, hay que animar al equipo; cuando termine el partido, si se quiere, ya tendremos tiempo de criticar”.
Las palabras de Nadal nos vienen al pelo. Estamos en una crisis del copón. Bueno, del copón y del sagrario entero, si se me permiten la irreverente expresión. Así que lo que menos necesitamos ahora son esos energúmenos indignados con todo lo que se mueve. He visto a tipos que hace dos o tres semanas se quejaban de alarmismo, quejarse ahora de que no se hayan tomado suficientes medidas. He topado con infinitos propagadores de bulos. He sentido ardor de estómago con el politiqueo de la peor especie de individuos (e individuas) que tratan de crear una brecha en lo que estúpidamente consideran su enemigo.
A menudo se dice que los políticos no están a la altura de los ciudadanos, pero en este caso no sé yo si es al revés. Por supuesto, algunos de los políticos están aprovechando para hacer sus guerras de intereses, en el caso de los nacionalistas, con aspecto de que su guerra fuera contra extraterrestres del planeta Soria o del planeta Calatayud, pero veo bastantes que se están portando con decencia. Me gusta, por ejemplo, la actitud de Inés Arrimadas, líder de C´s. Pero los españoles, o, al menos, muchos españoles, andan desatados.
Y me refiero a todos esos que inundan las redes sociales de basura. Basura maloliente y estúpida. Basura que no beneficia a nadie. Basura que solo hace daño, llena de pesimismo infundado y de mentiras. Y nadie tiene en este caso la exclusiva de la estupidez. Se pueden ver tantos gilipollas de derechas como de izquierdas, cada uno con su fingida e hinchada indignación. Y lo peor es cuando, encima de todo, mienten o tergiversan los hechos. En la I Guerra Mundial (en todas, pero especialmente en esta) hubo una especial vigilancia por parte de los gobiernos beligerantes con dos categorías de civiles en retaguardia. Con los derrotistas y con los propagadores de bulos. A veces llegaban a fusilarlos. (No estoy sugiriendo nada).
Queramos o no, nuestro estado actual es muy parecido al de una guerra, y tenemos nuestros derrotistas y nuestros propagadores de bulos. La estupidez de ambos gremios consiste sobre todo en que, en el fondo, son dos variantes del masoquismo, ya que el daño que puedan hacer se verá irremediablemente rebotado contra ellos mismos, no solo porque el karma tiene muy mala leche, sino porque nuestro sistema de convivencia nos hace que a la postre todos dependamos de todos.
Joder. Estamos en un tramo de carretera lleno de niebla. Es una niebla espesa y no vemos un pimiento (probablemente, sería más correcto decir que no vemos un carajo, pero a esta hora lo mismo hay niños leyendo). Si todos soplamos a la vez y con suavidad, la niebla se desvanecerá pronto y alcanzaremos la luz, límpida y gloriosa. Pero si metemos fuego y añadimos humo, la carretera puede ser más larga que la Ruta 66, y toda llena de brumas. A mí desde luego no me gustan las brumas, y si hay algún capullo al que le gusten, que se vaya a vivir a Mordor y que nos deje tranquilos.
Mantenerse sereno tiene mucho más mérito que comenzar a gritar. Los energúmenos solo traen males. No es momento de politiqueo. Ni siquiera de política. Ahora, cuando haya algo que no nos guste, apretemos los puños, mordámonos los labios, echemos la vista al frente y comencemos a andar. Y aunque lo más probable es que no podamos andar más de quince pasos, a menos que vivamos en una mansión con jardín y piscina, estaremos haciendo lo correcto.
Seamos positivos, fluyamos, tengamos esperanza.
PD. Por supuesto, cuando hablo de españoles petardos, no incluyo a los héroes de las jornadas actuales, especialmente los de los servicios médicos, cuya labor no tenemos palabras lo suficientemente encomiásticas para alabarla.
Otra PD. La semana que viene, Dios mediante, prometo no escribir sobre nada relacionado con el coronavirus ni con su puta madre.
Más PD. (Lo mismo se han dado cuenta que en este artículo he utilizado un lenguaje algo más grosero del habitual. La cuestión es que durante el encierro estoy escribiendo una obra de teatro en la que uno de los personajes habla así, diciendo muchos tacos) (Y me lo ha pegado) (El muy cabrón).












Rebelderota | Miércoles, 25 de Marzo de 2020 a las 13:29:17 horas
Sr Balsa , como dice Falange Española de las JONS:
Nuestra lealtad es para con España y los españoles. La negligencia del Gobierno está costando vidas y hay que denunciarlo.
Imprevisión + Descoordinación = Negligencia.
Los españoles están siendo generosos y disciplinados. Ojalá un gobierno a su altura. Saldremos adelante pese a Sánchez.
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