Desde que vimos la película la semana pasada tenía claro que iba a servirme de tema para un artículo, pero saber que el domingo se entregaban los Oscar me llevo a aplazarlo, con la esperanza de que la Academia Americana del Cine nos diera una alegría a las gentes de la patria hispana. Tres eran las opciones, la película de Pedro Almodóvar, “Dolor y Gloria”, que optaba al premio de Mejor Película en Lengua No-Inglesa, Antonio Banderas, el protagonista de esta, a Mejor Actor Principal, y “Klaus”, candidata a Mejor Largometraje de Animación.

Si la gala me produjo una decepción no fue porque Joaquín Phoenix ganara el Oscar al Mejor Actor, pues su trabjo era impecable, sencillamente genial, ni que “Parásitos”, una interesantísima película surcoreana, fuera elegida como la mejor, en una noche donde brilló más que ninguna. Sin desmerecer el buen trabajo de nuestros paisanos, quienes ganaron lo tenían más que merecido. Sin duda alguna quien más me apetecía ver  recoger la estatuilla era a Sergio Pablos, director de “Klaus”.

Como pueden imaginar mis expectativas no eran en absoluto gratuitas. Que a mí me pareciera la película una delicia no dejaría de ser pura subjetividad, acicalada de ese orgullo patrio que siempre acompaña en ocasiones como esta. “Klaus” venía avalada por el premio a mejor película de animación en los premios BAFTA, que entrega la Academia de Cine Británico, quedando por delante de “Frozen 2”, “Farmaggedon” y “Toy Story 4”, la posterior ganadora del Oscar. Así mismo, en los Premios “Annie Awards”, de la Asociación Internacional de las Películas de Animación, con sede en Los Angeles, “Klaus” obtuvo 7 premios, en todas las modalidades en que estaba seleccionada, incluidos Mejor Director y Mejor Película, y con el aval de 30 millones de visualizaciones de la cinta en Netflix, plataforma que apostó por el proyecto, contadas hasta el 18 de diciembre.

Frente al dominio aplastante de las grandes empresas, Disney/Pixar, la principal, ofrecer un producto que compita a estos niveles desde la modestia es un auténtico hito. España lleva tiempo produciendo verdaderas joyas de la animación: en la década pasada apareció “Tadeo Jones” que algún tiempo después se llevó al cine, con enorme éxito en sus dos experiencias, o “Chico y Rita”, candidata al Oscar en 2010, o la última ganadora de los Goya “Buñuel y el Laberinto de las Tortugas”, por citar algunas de las más sonadas. Tampoco se olvide que Sergio Pablos, director de “Klaus”, fue uno de los creadores de “Gru” y colaborador de Disney en muchos éxitos de la cinematográfica americana.

En cuanto a la película, “Klaus” trata del posible origen de Santa Klaus, basándose en una original idea de temática navideña, sin caer en la cursilería tradicional que acompaña a estas cintas. “Klaus” aborda una historia tan divertida como bien contada, fundamentada en unos dibujos bonitos, estilizados y muy elegantes, con un colorido muy apropiado al relato; los personajes, desde el cartero Jesper, un vago y malcriado niño de papá, obligado por su padre, el Jefe del Servicio Postal, a ocuparse de las cartas en Smeerensburg, pequeña en el Círculo Polar Ártico, la profesora Alva, que decepcionada con el pueblo se olvida de la enseñanza y se dedica a vender pescado, hasta el leñador Klaus, que arrastra su amargura en una vida alejada y solitaria, todo ello en un entorno del pueblo, donde la atávica rivalidad de las dos familias que lo habitan hace absolutamente imposible la convivencia, y donde el cartero, a través de manejos interesados va ilusionando a los niños. Todo ello sufre una maravillosa transformación que inunda de valores positivos el metraje de la cinta.

Habría sido muy bello que les hubieran premiado con el Oscar, pero jugaban en campo contrario y contra gigantes. Apostemos por ellos para la próxima.

Manuel García Mata