Le damos muchas vueltas, pero, en realidad, solo importa una cosa. Los partidos políticos llevan un montón de medidas en sus programas, pero la mayoría son de relleno, para darse importancia; sospecho que con solo una, teniendo la seguridad de que la cumplirían, nos sobrarían todas las demás. ¿Cuál es esa medida? No se hagan los suecos, lo saben tan bien como yo.

Acabar con el paro.

A veces sospecho que todas las idas y venidas, los aspavientos, las chulerías, y todos los conflictos que tenemos y todas las discusiones sobre este o aquel asunto, no son sino fuegos artificiales para no estar hablando siempre de lo que realmente nos interesa.

La cifra de paro más baja desde que tenemos registro en España se produjo en 2007, gobernando Zapatero, y rondaba el 8%. ¡Porca miseria! Resulta que la mejor cifra de nuestra historia, ese 8 por ciento, sería considerada en muchos países como un dato bastante cochambroso. Nosotros, es lo mejor que hemos conocido.

Toda mi vida he escuchado hablar del desempleo. Y ya estoy aburrido.

Desprecio bastante a Donald Trump, que me parece un payaso, un mentiroso y un fantasma (todo en uno), pero si tuviera la seguridad de que íbamos a tener en España una cifra de desempleo como la que tienen en EEUU, lo votaría con los ojos cerrados. Y lo digo yo, que tengo trabajo. ¿Qué puede pensar a este respecto cualquiera de los infinitos desempleados españoles?

Últimamente, nos calentamos con muchos asuntos: Cataluña, la igualdad de sexos, la inmigración, la ecología... Vale, son importantes, pero, en mi opinión, están haciéndonos olvidar lo que es lo principal. El empleo.

Cuando la gente tiene trabajo y no teme por su futuro, se tranquiliza y lo ve todo con mayor calma, con la misma actitud con la que se contempla el mundo después de almorzar copiosamente con unos cuantos vasos de vino generoso.

Pues eso. No perdamos la perspectiva. Estoy harto de vivir en un país donde el futuro de cada persona es tan dudoso. Primero el empleo. Luego lo demás.