Cuestión de Estado (por Manuel García Mata)
Hubo un tiempo en que una generación ilusa soñó con cambiar el mundo. Más grave fue que una buena parte de sus mayores nos contagiamos del idílico virus y nos embarcamos en tan utópica aventura. Fue muy bonito mientras duro, si bien las secuelas se fijaron para más largo período, curiosamente en la gente de más edad. Aún no se ha erradicado el mal.
En aquellos tiempos, ya van más de ocho años, tras un análisis serio y profundo de esta sociedad nuestra, dolorida y maltratada, se expusieron para que vieran la luz los resultados de tan democrático diagnóstico. Como rememorar, aunque solo fuera a modo de cita, tan juiciosas conclusiones no cabría en tan limitado espacio, es por ello que solo se hará referencia a la que sirve de eje central a este artículo: la falta de representatividad democrática de la ley electoral española y sus consecuencias en la injusticia del reparto de escaños u otros puestos de representación popular en función del número de votos conseguido, exigía la solución de un reparto proporcional puro, sin prima alguna a grupos hegemónicos como hasta entonces, como idea principal acompañada de otras reformas que mejorasen la escasa calidad democrática de que adolecía. Aquello, que tan justo se consideró de forma mayoritaria, con el aval de las encuestas, no era del agrado de los grupos mayoritarios que veían peligrar sus privilegios que facilitaban su acceso al gobierno. La idea primigenia pasó al olvido en el limbo de los justos, almacenándose allí con otras buenas intenciones.
Desde ese mismo momento, abusando oportunamente del mantra de la ingobernabilidad, toda la poderosa máquina al servicio del sistema orquestó una campaña continua para “reordenar” en función de sus intereses la sana iniciativa, echando mano para ello de cuantos argumentos falaces encontraron. Primero fueron aquellas ocurrencias de la segunda vuelta, de primar con escaños extras al partido ganador y otras artimañas para retorcer la idea hasta convertirla en todo lo contrario. El único afán, como quedó demostrado, era volver al statu quo bipartidista, con exquisito cuidado de desmontar cuanto grupo fuera susceptible de ser un riesgo.
A pesar de tales argucias el modelo no se recupera y por parte de las “cabezas pensantes”, perdida la poca vergüenza que les restaba, apuntaron desde cualquier tribuna, soluciones para conseguir el objetivo, no perdiendo ocasión para machacar a cualquier enemigo de turno, como ocurre ahora también con Ciudadanos: Hagan lo que hagan, prietas las filas bipartidistas, demonizan a la gente naranja y se ve meridianamente claro cómo disfrutan con sadismo de desprestigiar los pasos, errados o acertados, del partido de Rivera.
Ahora toca, y va muy en serio, organizar el modelo final, aquel que, pase lo que pase, asegure que el gobierno de la patria esté en buenas manos. Si la caverna mediática, la vieja élite jurásica de PP y PSOE, incluidos los ex-presidentes, y la opinión pública, mediatizada y engañada, abogan por ese pacto de estado entre rosas y azules, para que sea quien sea reciba por activa o por pasiva el beneplácito del contrario, el chiringuito queda apuntalado y el problema resuelto. Lo que se finge entre tanto ya no son más que estúpidas declaraciones mitineras de la parte beneficiada, pretendiendo hacer creíble la farsa montada.
Volvemos al redil y las ovejas descarriadas que se vayan buscando la vida, el lobo feroz las espera insalivando con las fauces abiertas.
Manuel García Mata

































Rebelderota | Miércoles, 23 de Octubre de 2019 a las 19:43:35 horas
Por cierto no es una cuestión de estado que se profané una tumba y una basílica Cristiana en honor de unos resentidos revanchistas llenos de odio que pretenden ganar algo con un muerto que por lo visto aun asusta. No es cuestión de estado ni de memoria a los fallecidos en el otro bando que se tenga que sacar de donde esta a Franco. Si es una cuestión de estado que sea la misma iglesia católica que ayude a romper un concordato profanando una basílica suya. Hoy en día los políticos con sus miserias pretenden resucitar un odio que pensábamos ya superado y esto si es una cuestión de estado que el actual rey , es rey porque a su padre el rey emérito lo colocó como jefe del estado , Franco y eso le debe incluso el actual rey a Franco . Pero el mundo está lleno de desagradecidos , eso si a vivir bien y no defender la unidad nacional que para eso esta ,si puede.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder