Recuerdo a Pablo Iglesias en sus inicios (¿patrocinados?) en TV, en su cadena (la Sexta), debatiendo muy sobrado, con aires de ser el tipo que inventó la bombilla sin filamentos y, sobre todo, presumiendo en todas y cada una de las ocasiones en que hablaba de que había sacado veintitantas matrículas de honor en la carrera. Pablo todas las noches se ponía chulito y desafiaba a sus contertulios: "¿Cuántas matrículas ha sacado usted?, ¿eh? ¿Cuántas?" Por supuesto, el objetivo de Pablo era presentarse a sí mismo como un tipo listo, muy listo. El hecho que después todas esas matrículas de honor fueran sospechosillas, por decirlo suavemente, no impedía que sus adoradores siguieran creyéndole una especie de crack, más grande que John Lennon cantando Imagine.

Pero veo como lleva las negociaciones para el gobierno el camarada Pablo y me pregunto: ¿y si Pablo no solo  no es listo, sino que es tonto, muy tonto?

Veamos. El partido de Pablo va de capa caída. Los últimos tiempos de Podemos marcan una trayectoria como la del Milán AC desde que se fuera Fabio Capello, o sea, muy descendente. El grupo morado (y no estoy dando indirectas) no ha sacado grandes resultados en las elecciones. Sin embargo, Pablo pide en los pactos como si tuviera una Visa Oro y lo fueran a soltar disfrazado en los almacenes Harrod´s.

¿Qué pretende el camarada Pablo? Ahora los podemitas tienen posibilidad de pillar cacho y, tal vez, si no se comportan como hooligans, cabría que muchas personas dejaran de tenerles miedo, con lo cual  revertirían su sangría de votos. Pero, de momento, en unas nuevas elecciones las encuestas indican que Podemos iría todavía más abajo en la pendiente por la que se van despeñando, y que el PSOE aumentaría su diferencia. ¿Cuál es entonces la estrategia, camarada Pablo? ¿Cuál la visión luminosa que nuestros pobres ojos no ven?

Claro que también cabe la posibilidad de que el líder podemita no mire por su partido sino por el bien de España... Me he pasao, eso de España sabemos que no le gusta mucho, porque suena fascista, retrógrado y machista y varias cosas más que no me acuerdo ahora... ¿Mira entonces Pablo por el bien del estado...? Pudiera ser, pero, ¿qué ventajas le sobrevienen al estado con unas nuevas elecciones? ¿Más gastos? ¿Más incertidumbre? ¿Más tiempo sin un gobierno? ¿Más calles empapeladas de propaganda? Salvo que seas propietario de una imprenta, no le veo yo el busilis, pero es posible que alguien con veintitrés matrículas de honor - otorgadas por profesores coleguitas y que después han acabado en Podemos - contemple una luz en el horizonte que nuestros pobres ojos sin matrículas de honor no vislumbran.

También pudiera ser que en unas nuevas elecciones provocadas por Podemos, triunfara la derecha. Personalmente no se trata de algo que me produzca temblores, y si ganan pues eso, que se pongan a gobernar y que lo hagan lo mejor que puedan, solo que... Francamente, no lo entiendo, camarada Pablo. Te pasas la vida despotricando contra los malditos derechistas, protofascistas y reaccionarios y ahora, ¿le vas a poner el gobierno en bandeja? He dicho que hasta este instante no lograba - seguramente por culpa mía - ver la brillantez de tu estrategia, pero en esto último confieso que ni con todas las matrículas de España, incluyendo si quieres las de los coches, voy a entender esta jugada.

Por todo ello, ha ido naciendo en mi cabeza una idea. ¿Y si Pablo no es listo? ¿Y si Pablo es tonto? ¿Y si Pablo es muy tonto? Un tonto hinchado y presuntuoso que no sabe ver el mundo y que confunde sus deseos con la realidad. La izquierda suele adolecer de pragmatismo. En vez de presumir de victorias le gusta presumir de derrotas. No hay nada que dé más gustillo a un buen izquierdista radical que recordar un doloroso fracaso. ¡Ah, Allende! ¡Ah, el Che! ¡Ah, el bloqueo a Venezuela! A no mucho tardar podrán añadir ¡Ah, Pablo! Se lo habrá ganado.

(Un artículo muy parecido a este podría haber sido escrito cambiando Pablo por Albert) (Rivera)