Normalmente tiendo a pensar que no llevo razón (aunque también es cierto que suelo actuar como si la tuviera, que tampoco es cuestión de parecer un pardillo), por eso me llama la atención tanta gente que está segura de tantas cosas en tantos momentos. Por supuesto, no se trata de un fenómeno nuevo, sino de algo que ha ocurrido siempre. Quiero decir, problemas complejos sobre los que hay que meditar con mucho tiento pero que gran número de individuos ven con una claridad tan grande como si tuvieran rayos X en los ojos.

Pero el mundo cada vez es más complicado, y los asuntos que requieren nuestra atención más numerosos. Sin embargo, esto no impide que tribus de convencidos de este o aquel asunto, vean la realidad de un solo color, partiéndose la cara si es menester con quien sostenga la opinión contraria.

Pero estoy filosofando. Concretemos.

Un asunto cualquiera. Por ejemplo, el aborto. Cada vez que veo en TV un debate sobre la cuestión me siento como un niño poco espabilado, porque le suelo dar la razón al último que ha hablado. O sea, ahora soy abortista, ahora antiabortista, etc. Porque a poco que lo pensemos, lo cierto es que tanto las posturas favorables como las contrarias tienen poderosas razones. No se trata - creo - de que yo no me decida, sino que la propia realidad es así de indecisa.

Lo mismo me ocurre con otros asuntos. Últimamente, de los más enconados es el de la recogida de inmigrantes en alta mar, y digo igual, tanto los de un lado de la polémica como los del otro poseen interesantes argumentos , y, a día de hoy, si yo fuera la persona que tuviera que decidir, no sabría qué hacer (en realidad, y en eso creo que estaremos todos de acuerdo, el conflicto no es el de recoger o no recoger a alguien que se está ahogando, que en eso creo que hay coincidencia, sino que va mucho más allá), o, más bien, querría llegar al imposible de armonizar todas las posturas.

Como digo, me paso la vida perplejo, razón por la que me admira que sea tan escaso el número de personas a las que cuando se le plantea un asunto complicado responda "no lo sé". Vivimos en la era del lo sabemos todo. Las redes sociales son, por supuesto, el instrumento de ataque de las hordas sabelotodo. No es casualidad que Donald Trump tenga en Twitter su tribuna preferida. Mensajes simples, en 280 caracteres, para explicar el mundo sin matiz alguno. Así, todo es bueno o malo. Ni siquiera cabe la opción de regular.

Me temo que hemos confundido los términos de la democracia. La democracia nos dice que todos los votos valen lo mismo, pero no que todas las opiniones valgan lo mismo. Pedir que eliminen los transgénicos sin tener puñetera idea sobre bioquímica u opinar sobre el TTIP sin saber nada de ciencia económica resulta ridículo.

Por eso creo que deberíamos todos ser más humildes, más prudentes y callarnos la boca las más de las ocasiones, porque la mayoría de las veces sospecho que decimos disparates, razón por la que... ¿Pero qué hago yo opinando si no tengo ni idea de casi nada...? Adiós.