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Redacción
Sábado, 24 de Agosto de 2019

"Calle Portugal"

"Historias populares de la villa de Rota", por Prudente Arjona

[Img #120225]En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.

 

 

Os dejamos con el capítulo.

 

 

 

Hablemos ahora de una de las últimas calles que nos quedan por reseñar, como es la de Portugal, de la que podemos decir que es estrecha y no demasiado larga, dando a la calle Pedro de la O y finalizando en la plaza de España.

 

Tomando las anotaciones del libro Viejas Calles Roteñas, de don Ignacio Liaño, trasladamos lo vertido en el mismo sobre el particular, y que dice que en el siglo XVIII parece ser que se la conocía simplemente por el pasadizo, y también por callejón de la plaza. Sin embargo, es a principios de siglo XIX, y precisamente en 1817 cuando, al promoverse las fiestas populares, entre las que destacaba el gayumbo o toro de la cuerda o del aguardiente, recibe su nombre que habría de conservarse por el pueblo hasta casi hoy: calle del Toril. No obstante, hay constancia que en los siglos XVI y XVII se le conoció con los nombres de calle del Corzo y también de Benito Bravo.

 

Las fiestas a que aludimos se celebraban por regla general en tres fechas señaladas, a saber, Pascua de Resurrección o Sábado de Gloria, víspera de San Juan Bautista y en la mañana del día de la Patrona, después del Rosario de la aurora.

 

Como quiera que traer los toros encajonados y mantenerlos así hasta su suelta en la plaza resultaba molesto e inseguro, el alcalde don José Moreno Bonhome acordó que la actual calle Portugal fuese cerrada parcialmente con empalizadas en aquellas fechas, y que se encerrase allí la res o reses que habría de soltarse para la capea por las calles, y de esta forma, al convertirse la calle que tratamos en un auténtico toril, dio lugar a que se le conociese popularmente como calle del Toril.

 

Al proclamarse la II República se la rotuló con el nombre de Ferrer Guardia, por el célebre político revolucionario catalán. En el año 1936, precisamente en el mes de noviembre, se le da el nombre de Portugal.

 

Es una calle peatonal y muy céntrica del casco antiguo de la Villa, pero sin comercio alguno, amén de la desaparecida Imprenta Gráficas Castillo, de don José del Castillo, trasladada hoy al Polígono Industrial y regentada por su hijo. También hay que decir que hace bastantes años las dos esquinas que desembocan a la plaza de España disponían de dos bares de importancia, como es el actual Bar Periquito y el Bar La Marina. Los dueños de este último establecimiento, de procedencia levantina, disponían también de una heladería, El Che, como era conocido el patriarca de esta familia, el cual fabricaba los cucuruchos en una pequeña accesoria en esta calle Portugal a partir de canela y una pasta lechosa que impregnaba de un olor bienoliente toda la calle durante su elaboración.

 

A finales del siglo XIX tuvo renombre la bodega situada en el nº 2 de esta calle, propiedad del cosechero don Juan Florido Benítez, el Chipionero. Esta bodega se comunicaba con otras que el mismo dueño tenía en el nº 9 de la calle Constitución y en el nº 5 de la calle Pedro de la O, hoy desaparecidas. Dichas bodegas producían muy buenos vinos y entre ellos destacaba por su singularidad una especialidad llamada vino de naranja.

 

Esta calle, al igual que otras tantas del casco antiguo, está andaluzamente decorada con macetas de bellos geranios y gitanillas, sobre lo cual cantó el poeta:

 

¡Callejuela del Toril, / de San Clemente y Puyana,

que recuerdan el embrujo / de una calle sevillana!.

 

Por último, no está de más hacer constar que en el nº 7 de esta calle falleció en 1912 un pobre mendigo, muy conocido en Rota en aquel tiempo por Ramón Telera, que todos los viernes solía recorrer  las casas roteñas pidiendo limosna, rezando por los difuntos de las familias y prediciendo, cuando se lo preguntaban, los cambios meteorológicos, convirtiéndose en verdadero hombre del tiempo. A su muerte fue enterrado a petición propia en la misma puerta o dintel del viejo cementerio de la calle Calvario, puesto que él quería -con sincera humildad- que todos lo pisaran.

 

Por la puerta número 1 de esta calle se entraba a principios del siglo XIX en un café propiedad de Juan Camacho Cacela, que tenía una amplia ventana a la plaza de España o antigua Alameda. Allí, además de elaborar un auténtico café-café por la cantidad de quince céntimos de peseta, se reunían por las tardes en tertulia los mejores aficionados a los gallos de pelea y al cante flamenco.

 

La referencia más antigua sobre esta calle procede del Protocolo de Bienes de la Parroquia de Nuestra Señora de la O de esta villa, y se encuentra en una asiento de censo y tributo perpetuo del 3 de marzo de 1549, impuesto y situado sobre unas casas en la callejuela que iba de la plaza a la calle de Pedro la O, linde de las casas de Pedro Miguel Pavón.

 

Sucedió en la posesión de estas casas, sitas en la callejuela que decían de Pedro Miguel Pavón, que iba de la plaza a la calle de Pedro la O, Juan Rodríguez Berdejo, linde de las bodegas de las casas de Pablo de Villaba, presbítero de Cádiz, que fueron de Juan Redondo, y casas de Juan García Izquierdo, que fueron de Benito Bravo, por escritura del 10 de diciembre de 1668 ante Francisco de Aranda.

               

Sucedió Francisco Bernal de Bedoya como casa en la calle de Benito Bravo, cuyas casas fueron de Juan Rodríguez Berdejo, linde de Juan García Izquierdo y de don Pablo de Villalba, vecino de Cádiz, y reconoció ante el capitán Gonzalo García de Rivera, escribano mayor de cabildo y público de esta villa, el 8 de enero de 1691.

             

Sucedió Felipe García de Henestrosa, piloto de la Real Armada, sobre casas en la calle de Benito Bravo o del Toril, que salían a la plaza pública, linde de casas que fueron de Pablo de Villalba, presbítero, y otras de Juan García Izquierdo, y haciendo fondo a ellas las principales de su morada, que hacían frente principal a la dicha plaza. Sucedió en 1760 don Manuel de la Vega, y reconoció el 30 de noviembre ante don Manuel Varela, escribano público.

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