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Redacción 3
Miércoles, 31 de Julio de 2019

Fraude IV y último (por Ángela Ortiz Andrade)

Conforme las semanas iban transcurriendo, el idilio se hacía más profundo, ella estaba enamorada como una adolescente, incluso con inapetencia y mariposas en el estómago “solo le falta mandarme poemas” pensaba él. Rafa repetía cada vez con más frecuencia que necesitaba comprar un sitio donde vivir juntos, algo que fuera perfecto, su nido de amor, que  era prioritario para él porque no quería vivir lejos de su “razón para seguir adelante”, como decía cuando se refería a ella. Aunque Cristina proponía que se mudara a su casa, él contestaba que quería comprar algo para ambos, que perteneciera a los dos, fruto de su cariño (y pamplinas  como  esas que a ella la subían al limbo y la dejaban obnubilada).
  

Hasta que un viernes Rafa llegó a casa de su novia diciendo que había encontrado el sitio perfecto y le enseñó una carpeta con fotos e información del ático que pretendía comprar. Ella miraba las fotos emocionada, era precioso, tenía una terraza que ocupaba todo el perímetro del edificio, había hasta una piscina y unas vistas espectaculares de toda la ciudad, él la abrazaba diciéndole que ahora podrían estar juntos para siempre.

–“Tenemos un pequeño problema, he llamado para pedir información y me han dicho que ya tiene varios interesados. El lunes, el primero que llegue con 120.000 euros, podrá reservarlo. La pega es que ahora mismo tengo todos mis efectivos inmovilizados en un fondo de inversión que no podré utilizar hasta el mes que viene. ¿Puedes adelantarlos tú y cuando tenga acceso a ellos te los devuelvo?”, le dijo a su chica. Cristina puso cara de fastidio: -”Odio profundamente tener que ir a mi banco, está en la otra punta de la ciudad y no hay aparcamiento nunca, ahora en verano aquello se satura de público y a mí me pone muy nerviosa. Además, el lunes a primera hora yo también tengo una cita para pagar el último plazo de mi coche, tendría que desplazarme primero a la sucursal para hacer todas las gestiones y no vamos a llegar a tiempo para ambos asuntos.” –“¿Cuánto tienes que pagar de tu coche?”
 –“Treinta mil euros es el último pago que tengo que hacer y ya el coche es definitivamente mío”, Rafa empezó a darle vueltas al tema y dijo
 –“Vamos a hacer una cosa para que no tengas que ir hasta el banco, yo dispongo de esos treinta mil en efectivo, luego te los traigo, tú me extiendes un cheque al portador con la reserva del piso y así el lunes a primera hora  voy a entregarlo y tú te puedes ir a arreglar el asunto de tu coche, ¿qué te parece?”. Cristina asintió muy contenta y él se despidió diciéndole que en unas cuantas horas regresaría con los treinta mil que necesitaba su chica.
   

Esa tarde Rafa fue a empeñar su precioso coche para conseguir lo que le tenía que dar a ella, “en cuanto cobre el cheque lo recupero y además me embolso una buena pasta de propina”. Por la noche llegó con el dinero en efectivo, su chica estaba firmando el cheque con los #120.000# euros, lo dobló y ella misma se lo metió en el bolsillo de la chaqueta. Se fueron a cenar para celebrarlo.
  

El lunes en cuanto el abuelo se fue con su amigo, Rafa se dispuso a  ir al banco a cobrar el cheque, el engaño había sido un éxito y nadie le podría acusar de nada, pues se había cubierto muy bien las espaldas. Cuando sacó el talón de la chaqueta para meterlo en la cartera, notó algo raro; lo desdobló y las manos le comenzaron a temblar. El cheque era tan falso como Roberto García.
  

Telefoneó mil veces a su chica sin éxito, cogió un taxi y fue a la casa donde había estado en tantas ocasiones, nadie abría la puerta, aunque desde las rejas de la entrada podía ver el Maseratti a lo lejos. Se dirigió al club de tenis y  preguntó por Cristina Camalich.


 –“La señora Camalich regresa hoy de Estados Unidos, ha permanecido allí casi medio año por asuntos de negocios”
 -“No puede ser, si ella ha estado aquí todas las semanas recibiendo clases de tenis”
-“Se equivoca usted, la señorita que vio aquí recibiendo esas lecciones es la chica que contrató la señora Camalich para que se hiciera cargo de la casa durante su ausencia, bajo su nombre ella podía disfrutar de todos  nuestros servicios porque la señora es la dueña de este club y dio su permiso para ello”
  

A Rafa se le llenó la frente de pequeñas gotitas de sudor, los ojos se le nublaron de lágrimas, se tapaba la boca y estaba a punto de llorar.


-“¿Se encuentra usted bien, necesita un poco de agua?”
-“No, muchas gracias” Pagó el taxi y se marchó caminando hacia el barrio de su abuelo, en las marquesinas de las paradas de autobús se anunciaba el estreno de una película española que se llamaba “CIEN AÑOS DE PERDÓN”.
   

Ángela Ortiz Andrade

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  • Ángela Ortiz

    Ángela Ortiz | Sábado, 03 de Agosto de 2019 a las 10:38:46 horas

    Muchísimas gracias a ambos por vuestros comentarios. Es toda una alegría saber que es de vuestro agrado lo que voy publicando

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  • Antonio Lobatón

    Antonio Lobatón | Viernes, 02 de Agosto de 2019 a las 21:52:12 horas

    De acuerdo con Manuel.
    Gracias por entretenernos con tu fértil imaginación.

    Accede para responder

  • Manuel

    Manuel | Viernes, 02 de Agosto de 2019 a las 17:47:34 horas

    Gracias por deleitarnos con esos giros inesperados en tu relato novelistico
    Te seguiré leyendo mientras quieras escribir tus relatos y espero que, como yo haya muchos/as mas lectores/as.

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