Quantcast
Redacción
Sábado, 06 de Julio de 2019

"Calle Pedro la O"

"Historias populares de la villa de Rota", por Prudente Arjona

[Img #118146]En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.

 

 

Os dejamos con el capítulo

 

 

 

Las primeras noticias que se tienen de esta calle datan de principios del siglo XVIII. Parece ser que el primer nombre que tuvo fue el de Horno, ya que consta que en 1713 hubo en la casa nº 5, posteriormente bodega, una alfarería para hechura de tiestos, macetas, cazuelas y anafes, con el horno necesario para su cochura. A mediados del expresado siglo aparece con el nombre de Levante.

 

En el número 14 de esta calle se encontraba una hermosa casa, con entrada principal por Puerta de Jerez, propiedad del capitán don Pedro de la O, flamenco y vecino de Cádiz, que tenía varias fincas rústicas y urbanas en esta población, residiendo en dicho inmueble muchas temporadas, principalmente en la época de la recogida de la cosecha, ya que, entre otras explotaciones agrícolas, poseía de importantes viñedos.

 

Este señor fue regidor de Cádiz, y fundó en Rota un patronato para dotes de doncellas huérfanas. Supo invertir su riqueza en obras benéficas, hasta el punto de que los roteños le llamaban el caritativo. Gran protector de la infancia y juventud desvalida, fue asimismo benefactor del Convento de Padres Mercedarios, convencido de la excelente labor pedagógica y social que dichos religiosos realizaban en esta población, por lo que sus regidores rotularon esta calle con su nombre, si bien ya era conocida por calle del Capitán Pedro de la O, dado que el personaje en cuestión gozaba de una gran popularidad.

 

Hoy, a pesar de los años y de las diferentes vicisitudes políticas de los tiempos, aún conserva por el propio merecimiento de su titular el nombre de Pedro la O.

 

La casa propiedad de este señor fue habilitada en 1756 para cuartel de caballería. En 1775 fue adquirida don Pablo Juan de Kimper, dueño de una pequeña flota de faluchos, por lo que en lo sucesivo fue conocida, y aún se conoce, por casa Kimper, de la que ya hemos dado alguna información en capítulos anteriores, y de la que nos seguiremos ocupando en párrafos posteriores.

 

En la mitad de esta calle, en la acera de los números impares, termina la calle que actualmente tiene el nombre de Portugal, aunque en la antigüedad se le conocía popularmente por calle del Toril, por servir de lugar para encerrar los toros que luego se utilizarían en las fiestas, corridos por los mozos, llamados toro de la cuerda y toro del aguardiente.

 

En la casa número 2 vivió a finales del siglo XIX y principio del XX don Manuel Ramírez Izquierdo, conocido por el Apagao´, que fue en su tiempo líder local del Partido Liberal y alcalde de esta villa.

 

En el antiguo número 10 vivió también Juan Saborido Bocanegra, dueño de varios de los viejos coches o tartanas que hacían el servicio a la estación del ferrocarril, hoy por desgracia desaparecido.

 

Como dato anecdótico, es curioso hacer constar que en 1874 vivía en la casa número 7 la joven Rosario Alcedo Medina, conocida por la Piyayita, que voluntariamente confeccionó y bordó la primera bandera republicana que ondeaba en el balcón del Ayuntamiento los días festivos, y que al año siguiente profesó como monja en el convento de las Capuchinas de El Puerto de Santa María con el nombre de Sor Francisca del Santo Rosario.

 

En la casa número 5 se estableció a finales del siglo pasado una buena y amplia bodega por el cosechero y vinatero don Juan Florido Benítez.

 

Por último, en la casa número 1 vivió y murió a finales del siglo XIX el agricultor don Manuel Cordero García, conocido por Manuel el Marchoso. Don Manuel tuvo la originalidad de establecer una escuela para enseñar a andar a los adolescentes camperitos que venían a Rota dos veces por semana. Las clases se daban en la actual calle Padre Capote, entonces callejón de Pandero, conocido luego tras establecerse la central eléctrica como callejón de las luces, con la particularidad que las clases se impartían solamente las noches de luna, pues entonces no había alumbrado público.

 

El señor Manuel Cordero, de muy buen tipo, enseñaba sus normas para andar con hechuras, elegancia y postín a los chavales interesados en refinar sus andares, indicando a sus pupilos cómo debían arquear los brazos, ir derechos y altivos y también a llevar con gracia el sombrero, la mascota, todo ello al módico precio de diez céntimos,  una perra gorda, como se decía entonces. Esta modalidad de enseñanza duró varios años hasta que el aventajado maestro murió a una edad fresca, como así se consideraba en Rota a las personas que, aún siendo mayores, no eran viejas.

 

Volviendo a la mencionada casa Kimper, existe una documentación relativa a un contencioso iniciado en 1774 por don Bartolomé Lynch, mayordomo y apoderado de la Nación Flamenca, reclamando del Consistorio el desalojo de la misma, como se puede leer en una de las actas capitulares de dicho año: Reunido el Ayuntamiento en su cabildo el día 22 de junio como habían de uso y costumbre, se dio lectura a un pedimento presentado por don Bartolomé Lynch, mayordomo y apoderado de la Nación Flamenca de la ciudad de Cádiz, solicitando que se le diese la posesión de las casas propiedad de dicha Nación sitas en la calle del Capitán Pedro de la O, que hacían esquina y fondo a la de la Pasadilla, según lo acordado por la Corporación en 1764, así como que se le satisficiesen del caudal de Propios y Arbitrios los arrendamientos generados durante los más de veinte años que el Ayuntamiento había tenido ocupadas las dichas casas como caballerizas y cuartel para la tropa de guarnición en la localidad, mediante no haber satisfecho en todo ese tiempo cantidad alguna, de todo lo cual inteligenciados los señores regidores, acordaron de conformidad dar al señor Lynch la posesión que solicitaba, y respecto a los alquileres, que, mediante haber reparado el Ayuntamiento en diversas ocasiones las dichas casas a su costa, gastando sumas que quizás superasen al total de las rentas reclamadas sin que en nada hubiese concurrido la Nación Flamenca, que se proporcionasen por la Corporación los medios que se juzgasen más oportunos, de modo que ni la Villa ni sus caudales quedasen responsables a la satisfacción de las expresadas rentas.

 

Asimismo, en la sesión del 29 de enero de 1775 se dio lectura a un oficio del capitán general de Andalucía, marqués de Wanmark, fecha 23, ordenando al Ayuntamiento que dejase libres y desembarazadas las casas propiedad de la Nación Flamenca, que habían venido sirviendo de cuarteles para las tropas de caballería e infantería de guarnición en este pueblo desde hacía muchos años, suponiendo necesitarlas sus propietarios, a lo que respondió el Ayuntamiento diciendo que tenía entendido que la expresada Nación Flamenca había vendido o dado a censo las citadas casas a don Pablo Juan de Kimper, vecino y del comercio de la ciudad de Cádiz,  y que la pretensión de que se dejasen desembarazadas no tenía otro fin que el de entregárselas, por lo que, siendo el Ayuntamiento preferido por el tanteo, procedía hacer uso de tal derecho, haciendo para ello las correspondientes diligencias en los tribunales de justicia, así como solicitar del Consejo de Castilla la concesión de los arbitrios necesarios para dicho fin, en atención a que no se encontraba en toda la población otro edificio ni proporción para el acomodo de la tropa, y los perjuicios que los alojamientos pudieran ocasionar al vecindario por carecerse de conveniencia en las casas del pueblo.

 

Repetidamente volvió a hablarse del tema en sucesivos cabildos, hasta que, leído en el celebrado el 23 de agosto un memorial de don Pablo Kimper, manifestando hallarse interesado, como individuo que era de la Antigua Nación Flamenca, en que dicha institución pudiese disponer libremente de la referida casa, a cuyo efecto ofrecía al Ayuntamiento la suma de 4.000 reales de vellón en concepto de ayuda para la construcción de un cuartel donde el Ayuntamiento pudiese alojar a las tropas, a condición de que ésta se separase de la acción y demanda de tanteo que tenía emprendida, e inteligenciados los capitulares de la expresada propuesta, acordaron de conformidad aceptar dicho ofrecimiento en atención al coste añadido que supondría la reconstrucción de la citada casa por hallarse ruinosa, separándose desde luego del tanteo que pretendía dichas fincas.  

 

Por cierto el 25 de julio de 1777 se dio sepultura en la bóveda de la capilla de Ánimas de la parroquia de la O a doña María Ignacia de los Dolores Egusquiza, esposa de don Pablo Juan de Kimper, propietario de la finca aludida anteriormente.

 

Lo de la “perra gorda” tenía si aquel, ya que las monedas de 5 y 10 céntimos representaban en el anverso un león apoyado sobre el escudo de España, pero bien fuese porque el diseño no era muy allá o por otras causas, lo cierto es que a la gente le dio por decir que aquello parecía una perra preñá, de aquí lo de “perra gorda” y “perra chica”.

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.119

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.