En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.

Os dejamos con el capítulo

Habiendo hecho referencia en el apartado anterior a la calle Constitución, continuaremos en ésta, dando un paseo por la misma desde la plaza de España, que es donde comienza, hasta la calle Fermín Salvochea, donde finaliza, reseñando en primer lugar que de esta calle parten las de O´Donnell, Puyana y San Clemente por la derecha, y la plaza Barroso y la aludida calle Cuna por la izquierda.

En la antigüedad era conocida popularmente como calle del Castillo, si bien a principios del siglo XVIII fue llamada calle de la Torre y Caballerizas del Duque. Posteriormente calle del Altozano, nombre que tuvo hasta el año 1896, cuando el Ayuntamiento acordó darle el nombre de Sagasta, por el gran político liberal don Práxedes Mateo Sagasta, que no sólo fue jefe de su partido, sino también presidente del Consejo de Ministros.

En mayo de 1931 se la rotula 14 de Abril, en conmemoración de la fecha en que se proclamó la II República. En noviembre de 1936 se le dio el nombre de 18 de Julio, fecha en que dio comienzo la nefasta guerra civil española propiciada por el general Franco, que se sublevó contra el poder constituido democráticamente en manos de la II República Española. Finalmente, en abril de 1979 el Ayuntamiento acordó darle el nombre de Constitución que hoy ostenta y esperemos que por muchos años.

Los principales edificios que tuvo esta calle, y cuyas fachadas aún subsisten, son los correspondientes a los nº 12 y 7, la primera de las cuales posee un precioso portal de 1737, adornado con grecas que enmarcan el vano y airoso jarrón de azucenas que lo remata, con patio porticado con arcos sobre columnas de orden toscano, muy propias de los patios de Rota, y la casa nº 7 con fachada de piedra ostionera. Por cierto que en  esta casa vivió a principios del siglo pasado el sacerdote roteño don Rodrigo Sánchez Laynez, fallecido en El Puerto de Santa María. Destaco su archivo particular que ha proporcionado valiosísimos datos para el estudio y conocimiento de nuestro pueblo por distintos historiadores e investigadores locales y foráneos. 

En esa misma finca existió a principio del siglo pasado una escuela nacional de niñas a cargo de la maestra doña Luisa Vázquez. Hoy esta casa, estupendamente remozada, es sucursal del Hostal Sixto, situado en la plaza Barroso, cuyo dueño ha tenido a bien respetar la fachada, patio e interiores, decorando con enseres antiguos los espacios comunes,  devolviendo y evocando con dicha iniciativa de embellecimiento una estampa propia de tiempos pasados.

Aprovecho de paso estas líneas para agradecer a estos empresarios celosos del patrimonio local, como es el caso del propietario del apartahotel Los Patios, sito de la calle Blas Infante, que intentan conservar y mantener esas raíces que muchos otros destruyen con la picota. Es de esperar que Construcciones Sixto, abogando a la reconocida sensibilidad de su director, vuelva a colocar en la recién construida casa que ocupa el lugar de la antigua vivienda de nuestro célebre poeta don Ángel García López, Premio Nacional de Literatura, la placa de mármol que certifica que en dicha vivienda nació nuestro querido literato universal.

A finales del siglo XIX llegó a Rota un industrial montañés llamado Fermín Díaz del Cotero. Este hombre estableció en la casa número 8 una tienda de bisutería, paquetería, mercería y quincalla, única en su clase de la localidad. Fue conocida durante muchos años con el nombre de el Refino. Este negocio se mantuvo en activo durante bastantes años, siendo su último propietario don Antonio Delgado, conocido popularmente por Antoñito, el del Refino.

En la casa número 10, haciendo esquina con la calle Puyana, existió un bar regentado por el vinatero roteño Juan, el Gordito, quién tenía su bodega en la calle Pedro de la O. El hijo de este señor, al que se le conoce por el mismo apodo, regentó hasta su jubilación un bar en la plaza de Bartolomé Pérez, denominado La Concha, que fue traspasado a los dueños de la empresa hotelera ARCE, Hoteles con Encanto, que explotan, entre otros, el Hotel Playa de la Luz y el Duque de Nájera, la cual ha mantenido el mismo nombre de Bar La Concha que antes ostentaba, y que posteriormente a pasado a manos de nuevos empresarios. Esta casa número 10 fue luego carnicería, y más adelante casa de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Asimismo, en el número 13 de esta calle estuvo establecida la primera delegación local de la ONCE que hubo en Rota.

En la desaparecida casa número 17 existió una bodega y despacho de vinos titulado El Altozano, de Manuel Becerril, que ocupaba parte de la actual capilla del Castillo.

Volviendo hacia atrás, en la casa número 4, donde hoy se encuentra ubicado el edificio de El Barato, cuyo diseño rompe frontalmente con su línea modernista con el entorno histórico artístico de la Rota antigua, se encontraba una de las mejores tiendas de tejidos de la localidad, propiedad de don José Corrales Pan.

En la casa número 16, hoy derruida y reconstruida, vivió y murió el que fue durante muchos años secretario del Ayuntamiento don José Guillermo Rodríguez-Izquierda y Betancourt, que en sus múltiples escritos sobre Rota utilizaba el seudónimo de Williams. Esta casa fue también durante muchos años antes de su demolición Comisaría de la Policía Nacional.

En la casa número 14 duplicado, que fue almacén y granero de los herederos de don Rodrigo Puyana Bolaños, existieron en 1825 unas escuelas de balde creadas por el regidor decano de la Villa don Beltrán Carlos Beigbeder, que desaparecieron a su muerte por abandono de la administración municipal.

En la misma casa y acera, haciendo esquina con la calle San Clemente, tuvo su escuela de niñas doña Sacramento Berlanga, esposa que fuera de don Eduardo Lobillo, maestro muy popular y muy querido en la villa, al que el pueblo tiene dedicado uno de los mejores centros escolares de la localidad en agradecimiento a la ardua labor que desarrolló a lo largo de toda su vida de enseñante y que fue durante años mi maestro.

Como punto final de la sucinta historia de esta calle, contaremos una anécdota que ocurrió en el año de 1902. Cuando pasaba por esta vía la procesión del Corpus de regreso a la Parroquia, delante de la custodia llevaba el lábaro o banderola de plata de la Hermandad Sacramental el hermano Juan Florido Benítez, el cual iba andando de espaldas, o sea, dando la cara al Santísimo, como era la costumbre, cuando tropezó con algo, cayendo al suelo e hiriendo en la cabeza con la citada banderola al hermano José García Gómez, conocido por el Gordito, que fue seguidamente llevado al cercano hospital, donde el médico don Pedro Riquelme le dio cinco puntos de sutura, habiendo de permanecer en cama varios días. Ni que decir tiene el natural revuelo que este accidente produjo en la procesión.