"Pacman cazando ratones"
por Balsa Cirrito
Quizás la palabra que más se ha escuchado durante las semanas pasada sea pacto. Cualquier tertulia política termina teniendo un puntito de congreso de matemáticos, ya que se hacen cuentas y descuentas, y se suman y restan de una autonomía a otra, mezclando ayuntamientos, diputaciones o el gobierno de la nación.
Pero lo cachondo es el jaleo que acompaña a todas las alianzas. Y tampoco se quedan atrás los ataques de moralina que sufren la mayoría de los partidos cuando comentan los pactos ajenos. Supongo que se están entrenando para el campeonato mundial de cinismo (que este año imagino que debe celebrarse en EEUU, bajo el patrocinio de Donald Trump). Vamos a ver, no conozco ningún partido ni de izquierda ni de derecha ni de centro ni de arriba ni de abajo que no haya realizado (y no en una ocasión, sino en numerosas) pactos de esos que se llaman contra natura. Solo hay que tener memoria (o en su defecto, internet) para repasar la historia política de este país o de cualquier otro. Sin embargo, todos atacan los ajenos, ya que la definición más corriente de pacto antinatural viene a ser algo así como: "dícese de los pactos que realizan los otros".
Es cierto que buena parte de los truenos que sueltan los políticos por la boca son de fogueo, y que lo que buscan en realidad son sus propios intereses, aunque los escondan bajo el manto de los valores éticos. Pero también que muchos de verdad se creen todas esas chorradas de cordón sanitario a VOX o a Podemos o a ERC o a ...
Por lo que se ve, desconocen la naturaleza de los pactos. Los pactos se hacen cuando nadie alcanza la mayoría, y como nadie alcanza la mayoría, pues resulta que hay que apechugar. Y tragar con cosas que no gustan, porque si gustaran no serían pactos, sino sería que se trataba del mismo partido. No sé si se me entiende.
Pero, sobre todo, los pactos demuestran grandeza de ánimo y sentido de la realidad. Las cosas tienen que salir adelante. Y para ello todo el mundo tiene que tragar su ración de amarga hiel. Si hay algo que me impulsa a no votar a un partido es su incapacidad para pactar. Cuando más difícil resulta negociar con una formación, lo entiendo por parte de este como falta de flexibilidad, egoísmo, inmovilismo, sectarismo y otros dos o tres ismos que ahora no recuerdo. Dejémonos, por tanto, de poner cruces y de decir con este o con otro no se pacta, o de ejercer de guardianes de las esencias. Se pacta no con quien se quiere, sino con quien se puede. Y no juzgaremos los pactos por lo guapos o por lo feos que sean sus firmantes, sino por los resultados. Como ciudadano, me importa un pimiento quien pacte con quien, siempre que me resuelvan mis problemas. Como dijera Felipe González en memorable frase: "Gato blanco o gato negro da igual; lo importante es que cace ratones".






































Juan P. | Martes, 02 de Julio de 2019 a las 15:07:02 horas
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