Hay algo más que elecciones y pactos electorales, aunque no lo parezca. Mientras las primeras páginas de los medios escritos y las cabeceras de los informativos de televisiones y radios, incluyendo a menudo programas especiales, columnas de opinión y cuanto de relumbrón luce el mundo de la comunicación, atiborrando a la paciente ciudadanía con el monotema, se suceden hechos a todos los niveles merecedores de muchísima más atención que la rutina post-e de la que empezamos a estar hasta el gorro.

Además en este mundo tan imprevisible, como suicida a veces, hay quienes, en virtud de su capricho y de su falta de sensatez, nos deja el país, posiblemente, más poderoso del mundo en manos de alguien que no deja de poner el alma en un vilo a cuantos prestamos atención a sus desvaríos. Dediquemos por sus merecimientos en los últimos días unas frases al Presidente de los USA, Donald Trump. No se dirá nada extraño si se afirma que Mr. Trump es capaz de generar con sus provocaciones más incertidumbres que el resto de los dirigentes internacionales desde la Segunda Guerra Mundial. Trump no esquiva ningún campo y aunque esté sembrado de minas se mete en él.

Archiconocidas son sus obsesiones frente a la inmigración llevándole a proyectar absurdos muros y a tomar decisiones, que a nadie benefician, salvo al desprestigio de su instigador. Sus amenazas de cargar con un 5% a todas las importaciones procedentes de México, ante el horror de la comunidad internacional, han tenido sus frutos; López Obrador, consciente de con quien se juega el futuro de su economía, ha accedido a las pretensiones del Tío Sam, por mucho que lo quiera disfrazar de acuerdo razonable: lo razonable es que no podía enfrentarse a tamaño elefante.

En el mismo terreno económico procura imponer al resto del mundo sus inaceptables exigencias, con el ánimo de llevar al electorado que le encumbró un consuelo al cúmulo de frustraciones que les está generando. La presión contra China, ante el temor que le provoca el espectacular despegue económico de la República Popular, toma un cariz muy serio en el campo de las nuevas tecnologías, concretamente con el caso de Huawei como caso más significativo. La empresa china es el objetivo y para ello chantajea a las empresas americanas para que paralicen sus intercambios de colaboración: facebook, Google, Amazon, Instagram,… aparecen como armas de la batalla. Aparte del daño que pretende hacer a China, en absoluto le preocupa a Trump que millones de usuarios que se inclinaron por la buena oferta en calidad/precio se vean perjudicados por sus caprichos.

La tensión con Irán provocada en base a los argumentos que los USA nos tiene acostumbrados para justificar sus intervenciones en zonas mundiales donde le interesa, va camino de convertirse en un gran problema de imprevisibles consecuencias. Donde Europa no ve problemas, Trump encuentra motivos para la intervención. Con estas premisas no es de extrañar que Irán vuelva a su programa nuclear, si, cumpla lo que cumpla, USA no está dispuesta a suavizar las sanciones económicas.

En el ámbito más cercano, la visita de Trump a Gran Bretaña no deja de ser otro claro ejemplo de falta de respeto a las naciones, a sus instituciones y a sus ciudadanos, insultando a las autoridades y a personajes de muy alta estima en el país. De rebote, anima al Reino Unido a un Brexit sin acuerdo, sin contemplaciones y sin pagar la cuenta. ¡Un ejemplo. Vaya!

La última, del mismo Trump nos llegó la exigencia del acceso a las cuentas personales de las redes sociales en los últimos cuatro años para quienes tengan la intención de visitar los Estados Unidos de América. ¡Bonita manera de entender la libertad por quienes presumen de ello!

Manuel García Mata