Confieso que detesto especialmente esa costumbre, casi tradición folklórica del mundo político, que consiste en que para alabar a un candidato haya que denigrar a otro. Sin embargo, a menudo hay más de un buen aspirante a la alcaldía. En las próximas elecciones encuentro como poco un par de ellos que gozan de mi aprecio político. Pedro Pablo, por ejemplo, supone un aire novedoso en IU, y aporta una visión más realista de lo que es habitual en su formación, que a veces concibe el mundo como una especie de Disneylandia con Che Guevara en vez de Mickey Mouse. O Juan Antonio Liaño, de Vamos con Rota, que es, en mi opinión, la mejor cabeza de la derecha y el centro derecha roteño (a decir verdad, en ocasiones tengo la tentación de pensar que es la única cabeza del centro derecha roteño), además de uno de los políticos más solventes, experimentados (y honrados) de la localidad. Son ya digo, buenas opciones. Y en el resto de las candidaturas encuentro también cosas positivas en casi todas. Sin embargo, he de decir que tengo bastante claro cuál es la mejor opción. Mi opción. Por supuesto estoy hablando de Javi Ruiz.

Alguna vez lo he comentado: los ciudadanos nos quejamos a menudo de la catadura moral de nuestros políticos, pero cuando encontramos a uno que merece realmente la pena no siempre lo valoramos como se merece. Hemos de recordar de dónde venimos, y una vez que recordamos nuestro pasado reciente, observar que sobre Javi Ruiz Arana no es que se haya llegado en algún momento a criticar su honradez, es que ni siquiera se ha llegado a poner en duda esa honradez por parte de sus rivales. Algo, convengamos, extremadamente raro. Acerca de su labor de gobierno, creo que la mejor valoración la hace la oposición. Lo digo porque las críticas que se le han realizado son tan poco sustanciales y tan comineras, que si eso es lo peor que han llegado a encontrar es que tiene que ser un alcalde estupendo. Ni siquiera los haters que pululan por las redes sociales han llegado a presentar nada más que minucias, la mayor parte de las veces inconcretas, y otras completamente disparatadas.

Aunque creo que lo mejor es la clase de alcalde que es. He conocido a un montón de políticos, de todos los partidos, y con un rasgo frecuentísimo, del que se libran muy pocos; y es que casi cualquiera que alcanza una posición de cierta importancia parece que ha sido hinchado con gas hidrógeno o con helio, de suerte que tenemos a veces la tentación de atarle una cuerda en el zapato no se nos vaya a ir volando como los globos de los niños. Políticos vanidosos, endiosados, que creen hacernos un favor no ya dirigiéndonos la palabra (salvo en campaña electoral, claro está) sino simplemente con mirarnos. Frente a esto, veo a Javi y descubro una característica suya casi extravagante, característica que he observado en numerosas ocasiones. Y es que nuestro alcalde actúa no como si hiciera un favor al ciudadano con el que conversa, sino, muy al contrario, como si el ciudadano estuviera haciéndole un favor a él al contarle sus problemas. Si son tan amables, relean la oración anterior, porque creo que más no se puede decir de un político, y si yo me presentara a unas elecciones (algo que, por fortuna para todos, nunca ocurrirá) me gustaría que dijeran sobre mí algo semejante.

Por supuesto, este elogio mío tan sinceramente admirativo pudiera obedecer a mi simpatía psoística. Tal vez. Pero tampoco creo. Por ejemplo, la gracia que me hace Pedro Sánchez es muy mediana, y la que me hace Susana Díaz no llega ni siquiera a eso. Quiero decir, I mean, que tenemos un gran alcalde, y que sería estupendo que siguiera siéndolo. Que no pase que lo echemos de menos. Y no es que los demás sean malos, es que Javi Ruiz es el mejor.

PD. Por supuesto, no aspiro a ningún enchufe municipal, ni para mí ni para familiar mío alguno.