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Redacción
Jueves, 16 de Mayo de 2019

Elda II (por Ángela Ortiz Andrade)

Los primeros rayos de sol se colaron entre las cortinas y buscaron su rostro para despertarla. Aún era temprano y se hacía la remolona bajo las sábanas. 

  

El teléfono móvil vibró reclamando atención, ella contestó con desgana a un número desconocido. –“¿Isabela?, perdona que te moleste en plena luna de miel, espero que lo estés pasando bien. Soy Cuca y te llamo porque quiero asegurarme de algo. Resulta que he estado indagando sobre Elda, la otra semana en tu boda me ofrecí para que se desahogase y charlara una tarde conmigo, pero se ha cerrado en banda y no quiere quedar. He averiguado que su pareja pretende dejarla en la calle con una mano delante y otra detrás, no tiene nada. Y me he dicho a mí misma que si es verdad esto, voy a tener que dejar de incluirla en nuestra cena de primavera. Ya sabes que el cubierto es carísimo y no quiero comprometerla, como ya no va a estar a nuestro nivel...” Isabela apretó el móvil tan fuerte, que parecía que lo iba a romper.

  

-“No sé quién te ha informado tan mal, lo que te han dicho es mentira. Elda, aunque se ha separado está perfectamente y te aseguro que puedes incluirla en esa cena y en todas las que vengan, así que tranquila. Oye, lo siento, pero ahora tengo cosas que hacer, así que te dejo. Hasta pronto”.

  

Apagó el teléfono y lo lanzó sobre la cama pensando en voz alta: - “Porque está casada con el presidente de la empresa de mi marido, que si no, la estrangulo con mis propias manos a la bruja esta”.

 

El corazón le latía deprisa. Chasqueó la lengua, volvió a coger el móvil y resoplando marcó el número de su amiga. –“Elda, ¿no me dijiste en la boda que no me preocupara, que todo había salido bien? Cuca me ha llamado y me ha dicho todo lo contrario. Dime ahora mismo la verdad y déjate de cuentos, porque no te lo permito, esté o no en mi luna de miel”.

  

Su amiga comenzó a sollozar al otro lado del teléfono: -“Perdóname, pero no quería estropear tu momento. Lo que te ha dicho esa cotilla es verdad, él me ha dado un plazo de quince días para que me busque algún sitio donde vivir. Solamente puedo llevarme las cosas de mi propiedad, la ropa, el coche y poco más. Sabes que hace meses que busco trabajo sin éxito, y estoy muy asustada”.

    

Pablo llegó a la habitación después de hacer unos largos en la piscina, estaba de vacaciones, pero el ejercicio era algo adictivo para él. Se encontró a su mujer sentada en una esquina de la cama, con el pelo sobre la cara y mordiéndose las uñas. –“Nena, ¿qué te ocurre? Te veo muy preocupada”. Isabela le describió punto por punto todo lo que había pasado, -“Si lo crees necesario, podemos volvernos mañana mismo. Ya retomaremos nuestro viaje cuando las cosas mejoren, sé que esto es importante para ti”. Su chica se incorporó, lo abrazó sonriendo y dándole un beso le dijo: - “Gracias, gracias. ¿Sabes que eres un sol?, tendré que mantenerlo en secreto para que no te acosen las busconas”.

  

Al día siguiente iban los dos de vuelta en el avión. El hombro de Pablo hacía las veces de almohada de su esposa. En varias horas estarían de regreso a casa.

  

 Ángela Ortiz Andrade

  

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